
Por Marta Larragueta
Cuando un intérprete disfruta con lo que hace y se siente a gusto con su espectáculo, se nota a la legua. Es el caso de Antonio Catalano que, nada más entrar en el escenario por un lateral, con pasos pequeños, cómicos y aparentemente inocentes e inseguros, transmite la energía de quien lleva años sobre las tablas. A lo largo de la obra, además, demuestra una pericia extrema para recoger las participaciones de los pequeños espectadores (ruidos, risas, palabras, todo parece valerle) e integrarlas en la representación. Las voces infantiles se convierten en respuestas a través de un teléfono, construyen conversaciones con personajes y objetos y contribuyen a configurar la propia escena que están disfrutando.
El escenario está ocupado por una serie de objetos que parecen abandonados por una compañía desordenada que hubiera actuado antes. Si nos hubieran preguntado antes de empezar, dudo mucho que nadie hubiera logrado averiguar qué iba a pasar con ellos. Pero poco a poco, todos van cobrando vida en manos del magnífico intérprete y conductor de la obra que salta de un pensamiento a otro, de una escena a otra, con la confianza de quien sabe que el público va detrás. La música termina de armar el espectáculo, construyendo atmósferas y narrando, por ejemplo, preciosos bailes entre el actor y un vestido blanco que se descuelga y vuela por los aires entre los brazos amorosos de Catalano. Todavía sigo tarareando la “Suite para orquesta de jazz n.º 2” de Dmitri Shostakóvich (por suerte mi acompañante la reconoció al vuelo y pudo darme el chivatazo después).
Boh es una invitación a reír a carcajadas, tanto pequeños como grandes espectadores. Una invitación a soñar y a imaginar de la mano de dos intérpretes y muy pocos objetos. Una invitación a jugar y a disfrutar de la mano de un humor que recordaba en muchos momentos al gran Charles Chaplin. La obra se compone de una serie de pequeños sketches, delicadamente hilados entre sí, pero al mismo tiempo tremendamente independientes y bizarros (en sus acepciones de valiente y espléndido). Valientes porque Catalano su acompañante, salen a divertirse con total desparpajo y, precisamente por ello, se meten al público en el bolsillo en un santiamén. Y espléndidos porque cada detalle, cada movimiento y cada leve gesto tiene una gran carga simbólica y nos cuenta infinidad de historias sin decir una palabra.
Una obra tremendamente recomendable para disfrutar, para rememorar recuerdos, ya que apela a situaciones fácilmente vividas en algún momento, para desternillarse ante el sinsentido y para sacar una sonrisa ladeada en la melancolía. Boh regala a pequeños y grandes espectadores un increíble trabajo fruto de la experiencia y de las ganas de compartir y sentir con el público.
Por Marta Larragueta

DATOS TÉCNICOS:
Vista en los Centro Cultural Pilar Miró el 12 de marzo de 2021
Autoría y dirección: Antonio Catalano
Intérpretes: Antonio Catalano y Carlos Laredo
Diseño de escenografía: Antonio Catalano
Diseño de vestuario: La Casa Incierta y Casa degli Alfieri
Diseño de atrezo: Antonio Catalano y Carlos Laredo
Dirección técnica: Carlos Laredo
Realización de escenografía y vestuario: Antonio Catalano y Carlos Laredo
Diseño de iluminación y diseño gráfico: Carlos Laredo
Producción: Espacio Abierto Quinta de los Molinos, La Casa Incierta y Casa degli Alfieri
Género: teatro de objetos
Edad recomendada: a partir de 2 años
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