We love Queen de Yllana

Por María Soledad López

La compañía Yllana lleva dirigiendo este musical, más concierto que teatro, de tributo a la mítica banda británica Queen ya siete años y siguen llenando salas en toda España.

Del 17 al 21 de abril han regresado a Madrid, al Teatro Alcázar, para regocijo de los “frikies que adoramos a Queen” como nos define en el propio montaje uno de los protagonistas que se autodenomina por su parte “El Gran Fanático” de Queen. Con una voz potente e interesante y un buen control del teclado este gran fanático, representado por Enrique Sequero, nos da la bienvenida a la catedral del rock que él mismo ha fundado para adorar a Mercury. Así el espectador se convierte en miembro de una nueva religión que busca recuperar el espíritu del cantante tristemente desaparecido en 1991 a causa del sida.

El escenario se encuentra cubierto de vidrieras góticas por las que entran luces de colores muy discotequeras, como ocurre con toda la iluminación del escenario en general, vidrieras que muestran la efigie de los santos de esta extraña secta, las siluetas de Bryan May y John Deacon sobre los músicos (Jorge Ahijado y Sergio González, guitarrista y bajo) que actuarán en directo, el dibujo de Roger Taylor con su batería es la cristalera que luce tras el baterista Micky Martínez. Poco más se les dedica a los músicos que acompañaron a Freddy Mercury, la secta lo adora a él y sólo a él en realidad. Su silueta se dibuja, bigote incluido, en la cristalera superior, bastante elevada como si de un altar se tratase, donde hay un gran trono esperando el regreso de Su Majestad.

Con gran sentido del humor, buena voz y mucha emoción el gurú nos explica que ha consagrado su vida a esta catedral del rock con la loca idea de  que el espíritu de Mercury se reencarne en uno de nosotros. Cualquier espectador podría subir al escenario a cantar los temazos de Queen. Las luces nos ciegan, nos enfocan y nos comunican con el cantante. ¿En quién de nosotros resonará su voz? Por supuesto, no vale cualquiera, porque ha de tener la potencia mágica que al menos se acerque a aquel registro único e inigualable de este nuevo dios.

Pero del público saldrá un joven tímido y se producirá el milagro, tenedlo por seguro. El milagro de una comunión absoluta y casi mística que llenará de energía la sala. El escenario se llena de baile, humor, sorpresas y mucha, mucha voz, muchas canciones que todos los espectadores coreamos. Nos harán participar en esta extraña misa, bailaremos, nos levantaremos de las butacas porque es inevitable, reiremos y alguna lagrimita caerá al recordar su injusta muerte que nos lo arrebató tan pronto. Es toda una experiencia que no os debéis perder. Y si lleváis a vuestros hijos adolescentes os aseguro que no dirán “ me aburro”.

Así, el teatro se llenará de jóvenes que no pudieron conocerlo vivo pero que  van a disfrutar tanto de aquella música como sus padres, entonces Freddy nunca morirá y Queen se habrá convertido en leyenda para siempre.

Por María Soledad López