Por Andrea González

7 de octubre 2018, en el Teatro Nuevo Apolo de Madrid, 12:00 am

Ya en el vestíbulo…

“Qué señores más extraños con capas y pelucas del siglo XVIII. Pensaba que íbamos a un concierto de música clásica… ¡Qué raro! Bueno… voy a buscar mi butaca…”

Desde arriba veía a los músicos de la orquesta sentados en el escenario, hablando, calentando, probando sus instrumentos. Se les veía calmados. Incluso se podían apreciar carcajadas si uno afinaba el oído. De repente sonó un fuerte acorde desde abajo. ¡Eran ellos! Los señores raros con pelucas y capas. Hacían su entrada en el escenario dirigidos por un rey con corona y capa roja. Recorrieron todo el pasillo hasta llegar al escenario donde se unieron a todos los músicos que les esperaban. Y así el Teatro Nuevo Apolo se llenó de música dirigida por el gran rey.

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¡¡Ahora entiendo todo!! ¡Es un concierto de oberturas! Por eso había tanto alboroto al principio. La finalidad de las oberturas en el Barroco era indicar que el espectáculo iba a empezar. Básicamente para hacer callar al público. El rey de capa roja nos explicó que habíamos escuchado la obertura del Orfeo de Monteverdi. Durante el concierto haríamos un recorrido desde el Barroco hasta el Romanticismo viendo como las oberturas iban cambiando. Y sí que cambian sí…

En la obertura de Haendel de Los Reales Fuegos Artificiales, el rey nos contó que su estreno en 1749 fue un auténtico desastre. ¿Cómo es posible que pueda incendiarse un escenario? Me pareció de lo más curioso. Tuvo que ser toda una experiencia.

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De repente el rey desapareció y volvió al escenario vestido con un elegante traje de director de orquesta. ¡¡Ahh!! ¡Ahora estábamos en el Clasicismo! ¡Con Mozart! Con momentos de luz y oscuridad en la obertura de La Flauta Mágica.

Pero lo mejor de todo fue Beethoven con su obertura de Egmont. Al parecer Egmont fue un conde al que le cortaron la cabeza y la música lo reflejaba perfectamente.

En pleno Romanticismo llegamos a Rossini y sus canelones… ¡Si, canelones! A Rossini le fascinaba la cocina, era su verdadera pasión. La obertura del Barbero de Sevilla fue muy divertida de escuchar pero lo mejor fue que había una melodía muy similar por no decir casi igual en la obertura de Mozart…y luego yo saco ceros por copiar en los exámenes…

Los músicos de la orquesta no paraban de interrumpir a Edgar, nuestro director, en sus explicaciones. Era muy divertido pero aún mejor fue cuando Edgar nos hizo cantar a todos. ¡A todo el público! La orquesta tocaba y el público cantaba. ¡Qué experiencia!

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Y así fue como llegamos a Wagner y sus leitmotifs en Tannhäuser. Las melodías eran bellísimas y todo tenía más sentido gracias a las explicaciones de Edgar. El final fue espectacular.

Así fue como viví el primer ¿Por qué es Especial? de la segunda temporada de la Orquesta Sinfónica Camerata Musicalis en el Teatro Nuevo Apolo de Madrid. Tengo ganas de saber que nos esperará el 4 de noviembre con Fauré y su réquiem dedicado a los vivos.

Por Andrea González

DATOS TÉCNICOS

Teatro Nuevo Apolo,

Plaza Tirso de Molina, 1

¿Por qué es tan especial?

Duración: 75 minutos aproximadamente

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