
Por Mario Jiménez y Eva Llergo
Las mujeres fuertes y resolutivas, dueñas de su destino y capaces de compaginar la creación artística con la mejor de las maternidades y los cuidados, han existido siempre. Quizás, han estado silenciadas o relegadas al olvido porque, en tiempos pasados, no interesaba hacer hincapié en ese tipo de femineidad; pero si echamos la vista atrás todos tenemos en nuestro árbol genealógico varios ejemplos de estos tipos de mujer.
La compañía La bicicleta verde toma un texto de la dramaturga Laura Szwarc (Del castillo a tu jardín) y encarna su reivindicación de la figura de la mujer, la maternidad y el poder evocador de la palabra en la figura de la actriz María Toledo. Y es que nuestra trovadora es mamá de siete pequeños, cultiva su huerta, tiende la colada, hace sopa de verduras (ups, perdón, de aventuras) y mientras tanto no puede parar de crear historias. La poesía y la narración forman parte de su ADN tanto como su instinto maternal y es oxigenante ver, por fin, en un producto artístico la creación reconciliada con la maternidad y no en pugna como se nos suelen presentar. Una madre humilde que desempeña mil labores para sacar adelante a su familia, sin dejar que eso entre en conflicto (o al menos, si entra, con la risa de por medio) con la labor que le llena y moviliza. Cabe mencionar la ausencia de figura paterna y menciones al mismo que nos da la función, como posiblemente sucedería en la época medieval.
El espectáculo lo sostienen en perfecto equilibrio el texto simbólico y sugerente de Szwarc y el talento actoral de Toledo que llena la escena derrochando carisma y profesionalidad y una vis cómica que hará las delicias de pequeños y grandes espectadores. Cada palabra se carnaliza en una actuación llena de matices y sugerencias que amplían el espacio escénico y que evoca la calidez y compañía de un pueblo entero; el que acompaña y sostiene el oficio de la trovadora. Su camaradería y humanidad confrontan con la caprichosa, y a ratos colérica, acogida que la trovadora recibe de los poderosos cuando es invitada a contar y cantar en una fiesta real. No es fácil encajar el desdén de los que creemos poderosos y con criterio para juzgarnos, pero la obra también nos da ciertos secretos para encajar estos golpes. Todo ello en un espacio escénico y sonoro sugerente que evoca el medievo, regado de canciones, cuentos y sombras.
En el aspecto técnico, tomando la palabra en su acepción más amplia, la obra brilla en su sencillez. La directora de la propuesta, la misma María Toledo, acierta de lleno con las elecciones escogidas para desarrollar la narrativa. Una escenografía minimalista y eficaz acompaña a la actriz en el trabajo de evocación del poblado medieval. Ningún elemento es azaroso o meramente decorativo. Todo lo que sale a escena apoya a nuestra protagonista: desde unas prendas de ropa que nos regalarán un bonito anagrama, hasta una rosa iluminada que funciona como una antorcha, pasando por el cofre de la trovadora o el ciclorama con proyecciones. Cabe destacar el efectivo y bello diseño de iluminación de José Muñoz.
En la línea interpretativa, el código que propone la actriz es pasmosamente complejo, precisamente por lo sencillo que aparenta. Cuando se trata de trabajar el aspecto cómico, es común ver una interpretación más cercana a lo payasil y comúnmente pasada de rosca para subrayar los gags. En este caso, nuestra trovadora es eficazmente divertida sin necesidad de recurrir a exageradas expresiones faciales, gritos y demás recursos. Parte del secreto de esta interpretación reside en un minucioso trabajo corporal que acompaña al trabajo de la palabra, transitando sendas que, si bien son paralelas, no son la misma.
Trovadora es una obra festiva y deliciosa, de apariencia engañosamente sencilla, que nos hace transitar por los territorios del triunfo y de la decepción, de la inspiración y los dilemas de la vocación, de la maternidad y de la creación. Y todo esto, sin tratar a los pequeños espectadores condescendientemente ni minusvalorando su capacidad para entrar, comprender y completar el juego teatral.
Por Mario Jiménez y Eva Llergo

DATOS TÉCNICOS:
Vista el 4 y el 12 de febrero de 2023 en Teatro Lagrada (C/Ercilla, 20)
Versión y dirección: María Toledo
A partir de texto Del Castillo a tu Jardínde Laura Szwarc
Reparto: María Toledo
Iluminación: José Muñoz
Escenografía: Akántaros y La Bicicleta Verde Teatro
Vestuario: Akántaros
Sombras: Mónica Cuesta
Música: Shanti
Asesor musical y arreglos: Ignacio Ceballos Viro
Dossier: Mónica Cuesta
Carte: Matías Sesti
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