Por Sara Barquilla Guerrero

Los espectadores del siglo XXI no se conforman con su papel pasivo. No les basta con comprar una entrada online (pobres taquillas olvidadas), apoltronarse en su butaca y empapucharse de palomitas. Uy, perdón, que eso sucede en el cine. ¿Quizá tenga algo que ver con buscar cierto protagonismo, como encender el móvil en mitad de una representación? A lo mejor los espectadores deseamos dejar de serlo, demandamos ser interpelados, aportar nuestro granito de arena. En ese caso, deberíamos acudir a espectáculos como Juicio al extranjero de la compañía InDubio, que requiere un público participante 100%, pues sin él no hay obra, no hay representación.

Sin llegar a ser teatro foro, donde el espectador se convierte en actor plenamente, Juicio al extranjero necesita que el público abandone su butaca, pise las tablas y se deje guiar por la compañía profesional, que conseguirá que todo fluya como si estuviera ensayado o casi aprendido. Y no es teatro foro porque el elenco aleatorio que representa ese día tiene un guion sobre el que basar su puesta en escena y, a partir de él, improvisar, actuar, sobreactuar o solo leer. Cada cual aporta como puede y sabe. Por ende, cada espectáculo será diferente; cada puesta en escena, una experiencia irrepetible.

Juicio al extranjero se basa en la primera novela de Albert Camus, El extranjero, publicada en 1942 y cuyo título alude a la situación de ajenidad que siente el protagonismo en su propio país. Este lleva una vida anodina en la que ni los sucesos más sangrantes parecen afectarle lo más mínimo, véase la muerte de su madre. La novela se compone de dos partes engarzadas por un hecho atroz: el asesinato cometido por el protagonista, el señor Meursault. En la primera parte, se narra la vida de este personaje hasta el fatídico momento; la segunda consiste en el juicio por el homicidio. Aquí se localiza la puesta en escena de Juicio al extranjero. Meursault asume la autoría del homicidio, pero ¿se le puede otorgar toda la responsabilidad del mismo? La respuesta a este interrogante va a depender del público que acuda a la representación ese día, sobre todo de aquellos que tengan el rol de jurado popular.

Los actores Sergio Boyarizo, Luis Maesso y Íñigo Santacana ejercen de guías de la representación. Presentan el espectáculo con sus condicionantes (¿rol activo o pasivo?), seleccionan al elenco de la jornada y ayudan a desarrollar la puesta en escena. Una vez preparada la improvisada representación, los guías narran lo que correspondería a la primera parte de la novela: los antecedentes del señor Meursault antes de suceder los hechos fatales que dan pie al juicio. En eso consiste realmente la representación, en un juicio que será diferente cada vez, porque el juez, la defensa y el fiscal serán encarnados por personas rándom que hayan acudido ese día al teatro. Además, existe un señor Meursault cuyos antecedentes coincidirán con la persona que lo represente pues, antes de la puesta en escena, todo el mundo habrá respondido un breve cuestionario que será utilizado como información para el juicio. También hay dos testigos que hablarán del acusado según su experiencia: Marie Cardona, pareja de Mersault, y Raymund, su mejor amigo. Por último, existe un jurado popular que da el veredicto final del acusado. Este resultado variará una vez más porque el jurado popular valorará según su experiencia pero también condicionado por la capacidad persuasiva de la defensa o la fiscalía.

La obra se publicita con el atractivo 100% en participación. Sin embargo, la puesta en escena se hace siguiendo un guion y unas líneas claramente marcadas. Para alimentar la espontaneidad, los guías recuerdan al juez que puede mandar callar al público o limitar el papel de defensa o fiscal, pero esto no se produce, quizá porque una vez que el espectador tiene el protagonismo en sus manos, no distorsiona en lo más mínimo la representación. Esta actividad tan dirigida permite que la obra camine segura hasta su final y que los improvisados actores se sientan cómodos en su papel. No obstante, es precisamente este aspecto lo que nos lleva a considerar esta obra apta para el público adolescente, aunque esté recomendada para adultos. Ciertamente, muchos jóvenes no se atreven a esa participación tan expuesta, pero no deberíamos generalizar con ese prejuicio, sobre todo si la representación se hace en un entorno donde el público sea solo joven, donde estos espectadores se vean entre iguales y no sientan el juicio de los adultos.

Considero que Juicio al extranjero es una forma muy interesante de acercarse a la novela de Camus, que marcó una época y una generación. También se representa de manera concisa un juicio, en el que se exponen los argumentos a favor y en contra, donde participa un jurado popular y donde la decisión final va a conllevar la pena de muerte o no al protagonista. ¿Somos capaces de juzgar a alguien hasta ese punto? La respuesta está en manos del público.

Por Sara Barquilla Guerrero

 

DATOS TÉCNICOS:

Vista el sábado 28 de octubre de 2023 en el Auditorio de Chapinería.

Dirección: Íñigo Santacana.

Adaptación: Íñigo Santacana.

Reparto: Sergio Boyarizo, Luis Maesso y Íñigo Santacana.

Escenografía: Alessandro Arcangeli.

Producción: InDubio.

Iluminación: Alessandro Arcangeli.

Sonido: Íñigo Santacana.

Música: Íñigo Santacana.

Vestuario: InDubio.

Duración: 80 minutos.

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