Por Natasha Stefan

El teatro constituye un género literario que ofrece un mundo de múltiples posibilidades. En este sentido, el texto dramático se concibe con el objetivo de ser representado ante un público, de modo que se busca una confrontación de dos realidades (las que hay dentro y fuera del escenario). Esto implica que todo lo que ocurre sobre el escenario supone una provocación para el espectador, que interpreta la acción teatral y construye su lectura a través de su propia experiencia.

Así, el visionado de obras teatrales en directo dentro de las actividades complementarias en la Educación Secundaria Obligatoria (ESO) y Bachillerato es una práctica beneficiosa y enriquecedora para el desarrollo de los estudiantes. Estas experiencias teatrales no solo ofrecen entretenimiento, sino que también cuentan con valor educativo y formativo que complementa y enriquece el currículo académico, tanto en lo que a saberes y competencias de Lengua Castellana y Literatura como en lo que a otras materias afines se refiere.

Entre otros beneficios, el visionado de obras teatrales en directo fomenta el desarrollo cultural de los estudiantes, que, al conocer diferentes géneros teatrales y estilos de representación, pueden ampliar su conocimiento sobre las artes escénicas y descubrir nuevas formas de expresión cultural. Además, asistir a una obra teatral en directo permite que se sumerjan en el ambiente único del teatro, que no se limita al plano literario, puesto que, más allá del texto dramático, encontramos distintos ámbitos artísticos que van desde la escenografía, la dirección o la iluminación al estilismo. De esta forma, los estudiantes pueden apreciar el trabajo en equipo, la creatividad y el talento de los actores y de todo el equipo de producción.

Por su parte, el teatro también constituye una poderosa herramienta educativa, que promueve el desarrollo emocional de los estudiantes. Así, las obras teatrales abordan una amplia gama de temas y situaciones que reflejan la diversidad y complejidad de la experiencia humana (como decíamos, representan realidades subyacentes y cercanas a nosotros de un modo u otro) y, al presenciar las actuaciones en vivo, los estudiantes pueden conectarse de manera más profunda con los personajes y las narrativas. Esto les permite empatizar, reflexionar y comprender mejor las situaciones y los conflictos presentados en escena. Una cuestión que fomenta la inteligencia emocional y el pensamiento crítico, aspectos fundamentales para el desarrollo personal y social de los individuos.

Asimismo, en términos cognitivos, el teatro establece una forma única de aprendizaje experiencial. Así, al presenciar una representación en vivo, los estudiantes se involucran activamente en la interpretación y decodificación de los mensajes transmitidos a través del lenguaje verbal y no verbal y, por lo tanto, observar las actuaciones, analizar los gestos, las expresiones faciales y el tono de voz de los actores, requiere una atención y un proceso de interpretación constante. Esta experiencia promueve la capacidad de análisis y la interpretación de símbolos y lenguaje retórico. Además, el teatro puede contribuir al desarrollo de habilidades comunicativas mediante debates o coloquios, ya que los estudiantes tienen la oportunidad de analizar y discutir las obras a las que han acudido para expresar sus opiniones en puestas en común.

Aclarada esta cuestión, garantizar la efectividad de estas actividades resulta muy complejo, puesto que incluso con la mejor intención la percepción de cada individuo constituye un mundo y puede variar. Sin embargo, sí que pueden establecerse determinados requisitos comunes para acercarnos todo lo posible a una obra que pueda ser de su interés y además resulte enriquecedora en distintos aspectos.

En primer lugar, resulta fundamental seleccionar obras teatrales que sean apropiadas para la edad y el nivel de madurez de los estudiantes. En este sentido, debemos entender que el teatro juvenil no debe infantilizarse, sino que debe abordar temas que interesen a sus espectadores de forma atractiva puesto que, de lo contrario, la experiencia puede resultar insulsa o aburrida para ellos.

En relación con esta idea, en segundo lugar, las temáticas que traten las obras deben ser estimulantes y relevantes para la clase de referencia. Así, pueden emplearse tanto adaptaciones de clásicos, que cuenten con argumentos sustanciales que pueden ser de interés para el espectador adolescente, como obras originales que aportan una nueva visión para temáticas y problemáticas sociales en auge.

En tercer lugar, resulta conveniente garantizar que este tipo de actividades se realicen en un entorno propicio y adecuado. Esto implica entablar comunicación con compañías afines, y, en caso de ser necesario, buscar espacios escénicos de calidad, con una acústica adecuada y una buena visibilidad, que mejore la experiencia de profesionales y público.

En cuarto lugar, enriquece mucho la experiencia contar con profesionales del teatro, que puedan proporcionar una introducción o contexto previo a la obra, así como facilitar un espacio de reflexión posterior, donde los estudiantes puedan compartir sus impresiones y plantear preguntas.

En quinto lugar, también puede favorecer la recepción de la obra realizar actividades interactivas en las que se tenga que trabajar de forma previa con materiales relacionados con la función a la que se va a asistir. Por ejemplo, con sinopsis, biografías de los actores o fragmentos del guion, que permitan a los estudiantes familiarizarse con la historia y los personajes antes de la representación.

En sexto lugar, considero que el visionado de obras teatrales en directo no se configura como una actividad aislada, sino que debe integrarse en el currículo de manera coherente y complementaria. Las obras teatrales permiten trabajar aspectos transversales en el aula de Lengua Castellana y Literatura desde un punto de vista dinámico y desarrollar actividades enmarcadas en la gamificación, demostrando que se puede aprender de forma divertida. Asimismo, este tipo de tareas, pueden dar lugar a Situaciones de Aprendizaje, que se enmarcan como una buena opción para el proceso de enseñanza-aprendizaje en la nueva ley educativa, la LOMLOE (2020).

Por último, me gustaría finalizar esta reflexión destacando la importancia de introducir a los alumnos en el mundo del teatro de forma agradable, para que, al igual que se intenta fomentar la lectura, también se promueva, desde el aula, que los auditorios y salas de teatro se consoliden como un espacio de referencia para el público joven. Así, es cierto que el teatro contribuye al desarrollo cultural, emocional y cognitivo de los estudiantes, pero no debemos olvidar que ir al teatro debe ser siempre, y ante todo, un placer.

“Estamos tejidos de idéntica tela que los sueños.” (Shakespeare).