Por Sara Barquilla Guerrero

Antígona es una de las grandes heroínas trágicas de la mitología clásica y un personaje íntegro donde los haya. Defiende que la ley de los dioses está por encima de aquellas establecidas por los seres humanos y no se mueve ni un ápice de su posición. Aunque la consecuencia sea ser enterrada viva, ella sigue adelante con su plan, que es dar sepultura a su hermano muerto, contradiciendo la orden del rey, que prohíbe tales ritos al que acusa de traidor. Para Antígona no es un traidor, es su hermano, por lo que no puede respetar tal ley. Este es el planteamiento que hace Sófocles, el dramaturgo griego del siglo V a.C., que da forma a esta heroína clásica convirtiéndola en un icono de la rebeldía y la oposición al poder tirano.

La tumba de Antígona es un texto de María Zambrano que aborda temas como la verdad, el autoritarismo, la represión, la dignidad y el amor, entre otros. La obra se centra en el encierro de la protagonista, una tumba que le impide seguir viviendo tanto como le veta la posibilidad de morir. En su soledad hace una profunda reflexión sobre los hechos acaecidos y las consecuencias que se han derivado de los mismos. Analiza sus actos y los defiende. Como no se arrepiente, debe asumir las consecuencias, aunque eso le suponga un tránsito por la desesperación, la rabia, la ira, la tristeza, la aceptación y el orgullo. La filósofa María Zambrano (1904-1991) recrea el mito de Antígona desde el exilio como contestación a la dictadura franquista. La represión de la protagonista y el enfrentamiento al poder tirano tienen un correlato histórico. Es importante tener esto en cuenta tanto en la elección de la historia clásica como en el desenlace planteado por María Zambrano.

En el delirio de Antígona van apareciendo todos los protagonistas del conflicto, con los que establece un diálogo que le permite avanzar en su intento de esclarecimiento de todo lo que le está sucediendo. En definitiva, la búsqueda del sentido de la vida y de la verdad. Tales personajes son su padre Edipo (padre e hija revisan la semilla de la tragedia familiar que salpica a esta segunda generación), su hermana Ismene (el amor de hermanas debe estar por encima de las decisiones del tirano), sus hermanos (es necesario abandonar las luchas fratricidas y que prime el amor), su madre (las relaciones humanas requieren la piedad, la comprensión de las situaciones ajenas y el acompañamiento), su ama Ana (gracias a este personaje conocemos mejor a Antígona, su motor vital, su necesidad de conocimiento) y Creonte, el responsable del castigo infligido a Antígona. En este punto, María Zambrano se aleja del planteamiento de Sófocles ofreciéndole a Creonte la oportunidad de redimirse: acude a la tumba de Antígona y le otorga el perdón. Sin embargo, Antígona lo rechaza. No lo quiere, no acepta la vida con esas condiciones, no acata las decisiones tiranas. La vida contiene la posibilidad de ejercer la libertad, aunque esta conlleve la muerte. El suicidio planteado por Sófocles es aquí reivindicado con razones: la dignidad humana por encima del autoritarismo. Por ello es tan importante el amor, motor fundamental para las relaciones y para hacer de este un mundo diferente.

Aunque hay una protagonista fundamental que lleva todo el peso de la tragedia y sobrecoge con su desesperación (espectacular la fuerza con la que Ana García representa a la heroína clásica), es acompañada por un elenco de ocho actores y actrices que muestran un desarrollo escénico bellísimo basado en la danza, la música y la proyección audiovisual. El monólogo de Antígona y los diálogos de su delirio son representados de forma paralela con la danza, creando dos focos de atención. De este modo, la complejidad del guion queda iluminado expresando tales pensamientos a través del movimiento. Además, se hacen proyecciones con una Antígona más joven que busca su verdad. Tanto la danza como el propio texto son acompañados por música en directo de la violinista Aolani Shirin que aporta el sentir desagarrador de la protagonista.

El color es otro elemento escénico que juega con la historia de manera simbólica: el negro de la muerte, el blanco de la pureza, el rojo de las pasiones incontroladas.

La danza, la música, el color y la palabra son los elementos presentes en el escenario. Nada más es necesario porque la abstracción del texto no requiere objetos pero sí una puesta en escena que dé mayor sentido a los conceptos planteados.

El pequeño espectador mayor, aquel que está entrando en la etapa adulta, puede obtener muchos aprendizajes con esta obra. Primero, porque es una oportunidad de conocer el concepto de la tragedia clásica y a Antígona, uno de sus personajes más significativos. Segundo, la obra posibilita acercarse al pensamiento de María Zambrano y una de las apuestas de La tumba de Antígona, la necesidad de que ante todo prime el amor. Tercero, la reflexión sobre los actos que llevamos a cabo, la asunción de las consecuencias, así como la dicotomía entre la salvación individual frente a los logros colectivos. Y por último, la valentía que nos transmite Antígona y su defensa ineludible de la dignidad humana.

 

Por Sara Barquilla Guerrero

 

DATOS TÉCNICOS:

Vista en el Teatro Bellas Artes el jueves 15 de junio de 2023.

Reparto: Ana García, Cristina Pérez Bermejo, Lara Martorán, Camilo Maqueda, Mamen Godoy, Tania Garrido, Jorge Barrantes, Fermín Núñez, Iván Luis, Francisco García.

Violín: Aolani Shirin

Guion: María Zambrano

Versión: Cristina D. Silveira y Nieves Rodríguez Rodríguez.

Dirección: Cristina D. Silveira.

 

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