Por Irene Herráez

 

¿Cómo nace una amistad? ¿Recordamos a nuestra primera amiga, a nuestro primer amigo? ¿Cómo se encuentran dos personas que hasta entonces no sabían de la existencia de la otra? Sobre todas estas preguntas reflexiona Una lune entre deux maisons (Una luna entre dos casas), la obra de la compañía canadiense Le Carrousel escrita por la veterana dramaturga de teatro infantil Suzanne Lebeau. 

Taciturna y Pluma son muy diferentes: la primera es tímida, no habla mucho y adora hacer música, mientras que la segunda es aventurera, no para de moverse y charla sin pudor. Pluma no quiere estar sola; quiere jugar, saltar, ponerse bajo el sol en los días cálidos y tener a quien abrazar en las noches tétricas en las que los ruidos hacen ver grandes osos entre la espesura. Pluma quiere estar con Taciturna… pero ella no le hace caso. Solo se esconde en su casa, tocando todos los instrumentos que se han inventado. Hasta que Pluma, en su empeño, consigue atraer la atención de Taciturna… y así empiezan a ser amigas. 

Con una fábula y una puesta en escena sencillas y cuidadas, Le Carrousel crea una obra para los más peques, que tuvo a la mayor parte de la sala bien atenta durante los 40 minutos de representación. Las pequeñas espectadoras de Cuarta Pared seguían con sus atentas pupilas las subidas y bajadas de Pluma y escuchaban las notas del ukelele de Taciturna, sin perder detalle de lo que sucedía en el escenario. Las respuestas a las preguntas que se hacían los personajes («¿Qué es lo que debo de colocar en el cielo?»), que las niñas y niños gritaban con ilusión («¡El sol, el sol!») hicieron que esta que escribe no parara de sonreír en toda la función. A mi derecha una pequeña espectadora, un ser diminuto de tres años, mimetizaba sus pantalones rojos con la butaca generando una unión perfecta, un trono en el que se sentía segura y feliz. Fascinada con su asiento, esto no le impedía absorber cada gota de luz y sonido que le llegaban de la escena. Era tan genial mirarla a ella como a las dos actrices. 

El hecho de que las intérpretes no fueran hablantes nativas de español (su acento y la traducción o manera de decir algunas intervenciones a mí me sacaron un poco de la magia del montaje) pareció no importarles a las y los peques, más interesadas en las imágenes que se creaban, en los personajes y en sus conflictos. Y es que Una luna entre dos casas está creada para ellas y ellos, y refleja su universo: para escribir la obra, Suzanne Lebeau se basó en la observación de dibujos de peques de entre tres y cinco años, por lo que cada elemento (la luna, el sol, la casa) es un signo y un símbolo que reflejan el mundo a esa edad. 

Aunque fue escrita en 1979, el texto sigue teniendo la misma vigencia que entonces, pues el encuentro entre dos jóvenes seres humanos sigue siendo el mismo descubrimiento (a veces un reto, otras una celebración). Y es que, como dice Pluma, «cuando se es dos es mucho mejor, aunque truene y llueva».  

Para quienes no asistieran a la función o tengan curiosidad, el texto está publicado con acceso libre en el Cervantes Virtual. Disfrútenlo.

Por Irene Herráez

 

Ficha artística y técnica

Sala: Cuarta Pared

Fechas: del 4 al 6 marzo

Vista el 5 de marzo de 2022

Edad recomendada: a partir de 3 años

Duración: 40 min.

 

Texto: Suzanne Lebeau

Dirección: Marie-Eve Huot

Asistencia de dirección: Marie-Claude D‘Orazio

Reparto: Emilie Dionne y Catherine Leblond

Escenografía: Patrice Charbonneau-Brunelle

Vestuario: Cynthia Saint-Gelais

Luces: Dominique Gagnon

Efectos sonoros: Diane Labrosse

Video: ATOMIC3 y Lionel Arnould

Maquillaje y peluquería: Sylvie Rolland Provost

Dirección técnica: Nicolas Fortin

Dirección de producción: Dominique Gagnon

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