Por Equipo Pequeño Espectador y alumnos IES Itaca, 4º ESO.

Todo eso que nos define es eso que nos acaba. Todo lo que nos define nos encierra.  [Abu Ali].

Llueve en el exterior del Paco Rabal y hace frío, pero en cuanto nos refugiamos dentro percibimos enseguida calidez, colores ámbar, rebosar de gente, abrazos y carreras de niños. El teatro está repleto. Se estrena la obra de nuestra compañera Eva Llergo, que nos quiere enseñar su Tonto Loco Salvaje recién cocinado, así que cuidado con el plato que puede quemar.

Para los colaboradores de este Pequeño Espectador es un orgullo enorme que una de las nuestras, a la sazón la impulsora del proyecto, debute con un espectáculo teatral. Por eso (y porque nos divierte), esta reseña será coral, hecha con retazos de las opiniones de algunos colaboradores. Y como una de las funciones del coro clásico era mostrar el punto de vista del espectador, aquí estarán también el sentir y la opinión de algunos pequeños y jóvenes espectadores, alumnos de 4º ESO del IES Ítaca de Alcorcón, que estuvieron en el pase de campaña escolar y han querido dejarnos su parecer. Nadie mejor que ellos para dilucidar si la obra es lo suficientemente loca y salvaje. Tonta ya les adelantamos que no.

Oscuro. 

Un adolescente, solo en su laberinto, herido_perdido_golpeado_asustado. Quieren darle caza, sangra por fuera y por dentro, mientras dice la verdad, como todos los niños, ebrio de adrenalina, rabia y culpa. 

Soy yo alguna vez, seguro que usted también, porque debajo de esos tics convulsos, de esa defensa ciclópea, solo hay un ser vulnerable y clarividente. No es perfecto ni lo quiere ser. Les presentamos a Damián, un torbellino que no piensa dejarnos dormir tranquilos, ni lamernos la mediocridad. 

Me tiré llorando la obra entera, porque me pegó fuerte en la cara con un cubo lleno de carpas “koi”. Me recordó a mí, toda mi vida fui tratado como el raro, el diferente.  La obra «Tonto, loco, salvaje” realmente despertó algo fuerte en mí. Me cuesta, me duele. Me abrió una cicatriz bien escondida en el fondo de mi cerebro, un sentimiento de dolor pero también de alivio, no sé exactamente, pero me ayudó a reflexionar, a decirme a mí mismo “las cosas van a mejorar ahora”. Realmente nunca se habla de esto (“es una fase”, “ya se te pasará”, “estás exagerando”), así que creo que tiene sentido que aquí escriba por qué lloré tanto, por qué me dolió y amé tanto el libro como la obra. Es un tema tan callado e ignorado que da alegría verlo. Para mí, la obra es un 10/10. [Benjamin 4º ESO]

Desde la escala macro del sudor de la frente y un movimiento frenético, hasta coger el telescopio bien fuerte con las dos manos, la obra se nos presenta subversiva, inconformista, inquieta, revoltosa, frontal aunque duela, aunque moleste y remueva conciencias, o precisamente por eso, es para lo que ha sido creada. ¿Acaso hay otra forma de mirar a la verdad de frente sin formalismos ni anestesia?

SOLO, loco, tonto, salvaje, SOLO, loco,

tonto, salvaje.

Bestia, indomable, bruto… ¡Trending topic!

En un colegio, se cierra una puerta. Solo así, desde la oscuridad podemos ver la luz de otras puertas que se abren para probar cosas nuevas. Si no funciona, NO funciona.

MIEDO. Miedo a lo diferente, miedo a la locura, la que todos encerramos dentro, miedo a no saber qué hacer, miedo a ser fraudes, miedo a no abrir el alma para comprender desde otra mirada. ¿Y si probamos algo diferente? ¿Y si funcionase?

El miedo, no por las personas que sufren problemas parecidos a Damián, sino por el trato que puede llegar a dar el entorno (el instituto, la sociedad en general) a las personas así. Sentí comprensión por cada uno de los personajes, entendí como lo veían Rosa y Álvaro, y también entendí la parte de la familia de Damián y a Eusebio, incluso entendí cómo se sintió Damián, ya que al menos en mi vida he tenido ataques parecidos y me han tratado de salvaje y de loca igual, y que la gente no intente o sepa comprender cómo te sientes es de las peores sensaciones que puede llegar a sentir alguien.

Me gustó el mensaje de la obra, la actuación para mí fue perfecta y ojalá mucha más gente pueda llegar a verla y comprender los problemas a los que se enfrentan algunas personas, las indecisiones de ambas partes (Rosa y Álvaro queriendo terminar con el problema de forma directa y la familia de Damián con Eusebio, intentando comprender el problema). [Itziar de la Peña. 4º ESO].

Dan muchas ganas de acompañar a Damián, y a todos los demás, en su viaje, porque en este pedazo de vida, cruda y bella, todos transitan y nadie sale indemne. La sociedad entera sube al estrado, no solo la comunidad educativa, también la comodidad, el subterfugio, la cobardía. 

Me gusta especialmente que haya cierta gama de grises en los personajes y en la construcción de la trama. Hay una crítica clara al sistema, pero se ve la ambivalencia de la directora, del profesor, del mismo Damián… que son al mismo tiempo víctimas y también responsables de equivocaciones. Y eso es difícil de construir y muy digno de halagar. Porque es fácil caer en la crítica dicotómica del blanco y negro, pero mucho más enriquecedor y estimulante para el espectador que se planteen esos matices grises donde nadie tiene la razón absoluta y todo el mundo ha cometido algún error.

No estamos ante un relato de buenos y malos; en el transcurso de la obra vamos empatizando con cada uno de los personajes entendiendo perfectamente que detrás de sus posturas late una sincera emoción nacida de la incomprensión: la soledad de Damián ante la incomprensión (“A veces no sé muy bien porque hago las cosas”), el miedo de Marina ante la incomprensión (“He llegado a pensar que mi hijo era un monstruo”), la terquedad de Rosa ante la incomprensión (“Seré la directora expedientada, el hazmerreír de toda la DAT suroeste”). 

La obra trata temas actuales como la incomprensión, la locura, el orgullo, los problemas que sufre la actual juventud. Los actores trabajan de una manera muy natural, siempre atendiendo a lo que su personaje requiere y adaptándose con detalle a cada escena. Cada actor ha sabido moldearse para ajustarse tanto a la personalidad como al aspecto físico de su personaje. Cabe destacar cómo han sabido manejar los diferentes temas, tanto con profunda seriedad como también con ese toque de diversión. [Claudia Huelves. 4º ESO].

Y esto se consigue porque Tonto, loco, salvaje, es un relato profundamente honesto tanto en su trama como en su ejecución. Y como suele decirse, la verdad duele. Pero Eva Llergo no construye su obra sobre un dolor estéril (por más descorazonador que pueda resultar en muchas escenas). El encierro desesperado de Damián funciona de alguna manera como un espejo que devuelve al resto de protagonistas el reflejo de la reclusión que también a ellos les atrapa, obligándoles a enfrentarse a sus cárceles mentales. El dolor, por lo tanto, se transforma en una especie de puerta cuyas posibilidades (positivas o negativas) dependen de la voluntad de cada uno de los personajes al decidirse (o no) a abrirla. 

Y entre tanto… esta pieza nos saca también carcajadas en un diálogo entre el deslumbrante protagonista y un amigo muy especial. En ocasiones los amigos del pasado nos comprenden mejor que los que nos rodean y pueden darnos alguna que otra pista. El personaje de Einstein es un hallazgo, el genio por antonomasia, que también representa el fracaso escolar, la incomprensión, un mundo donde prima el confort sobre la divergencia y la genialidad. 

La escena musical es un desahogo rítmico para el corazón en un puño del espectador, lluvia para la tierra donde se libra esta batalla. Frescura, humor, redes sociales y likes, no podían faltar en una obra con adolescentes como protagonistas.

Sobre los elementos escénicos, lo que más me ha llamado la atención, ha sido la vestimenta. Todos los personajes que apoyaban a Damián, el protagonista de la obra, portaban en sus vestimentas algún simbolo o marca en color amarillo, color que se ha usado en el montaje para representar el apoyo hacía Damián. También, me ha fascinado la facilidad con la que los actores realizaban esa mímica para hacer creer al público que realmente había una puerta o una pared en el escenario. Es algo bastante complejo de reflejar y me parece que lo han logrado.

Respecto al decorado, me ha gustado mucho que se centre alrededor del sillón de Damián. Al principio podía parecer monótono ese aspecto, pero cuando el actor que representaba a Damián ha comenzado a mover el sofá de sitio, la obra cobraba dinamismo y ese efecto lo recibía y entendía el público. [Claudia Huelves. 4º ESO].

El butacón que preside la escena, es un refugio, un escenario dentro del escenario, a veces una nave para viajar,  el diván del psicólogo o el trono de un país devastado. La directora del colegio no puede resistirse a probarlo, a sentarse donde el otro se sienta, a ponerse en su lugar. Un objeto mágico cargado de significación, un estado de ánimo, un protagonista más.

En el escenario la paredes son de cristal, pero las entendemos, porque desde el principio el muro está en la cabeza, en la mirada, porque la obra va de eso, de paredes mentales y esta es la que nos toca sostener como espectadores.

Y es solo cuando conseguimos romper esos muros invisibles (barreras irreales que nos ponemos para defendernos ante aquello que a priori somos incapaces de comprender) cuando realmente atisbamos que el problema seguramente estaba también en nosotros mismos. Cuando nos atrevemos a “penetrar” en las barreras ajenas (compartiendo el momento de absoluto subidón musical entre Cece y Damián o Rosa venciendo sus reservas  y aceptando dialogar de tú a tú entre directora y alumno) somos capaces de descubrir la determinación necesaria para afrontar, realmente, la complejidad de la situación. 

El sistema educativo no sabe gestionar a los chicos diferentes, que no encajan, que no siguen las normas establecidas, debido a que pueden sufrir enfermedades mentales o ser alumnos de muy altas capacidades que no se sienten comprendidos y que quieren llamar la atención de los profesores y de sus compañeros realizando actos inapropiados, como encerrarse en un cuarto del instituto y no querer salir. Se notaba que cada actor se había preparado muy bien su papel ya que expresaron muy bien las emociones de cada personaje. [Carmen Gómez Vilumbrales, 4 ESO].

Queremos un mundo sin conflictos a nuestros pies, poniéndolos encima del que se mueve, del que duda o señala la contradicción, sin ser capaces de ofrecerle nada distinto a un apto/no apto, con todas sus implicaciones. 

Especialmente visible a través del personaje de Rosa, incapaz de atisbar soluciones para el alumno al que no comprende, atrapada también en ese sistema de estándares regulados para una masa uniforme que no existe ni existirá nunca, sin medios suficientes para atender la (por otro lado, maravillosa) singularidad que caracteriza a cada ser humano. Pero la normalidad no es más que una prisión que nos mantiene maniatados en convicciones nacidas de una realidad circunspecta, insignificante e incolora. La obra nos desafía a romper esas convicciones efímeras y prosaicas, a abandonar la (discutible) solidez de unos argumentos a los que nos hemos aferrado por inercia, para darnos cuenta de que lo que falla es ese sistema basado en la homogeneidad de lo mediocre, que nos oprime y coarta arrastrándonos a un fracaso que va mucho más allá de lo meramente académico. 

Tan revolucionario e incómodo es hablar del tabú del aro educativo, como terapéutico para una sociedad mirarse las tripas.

La obra me ha hecho sentir muchas cosas y como adolescente me ha reafirmado la situación que muchos de nosotros tienen que vivir todavía tanto en institutos como en colegios. Compresión, rabia, empatía, son algunas de las emociones que más he experimentado durante la obra y que me han hecho reflexionar sobre estos adolescentes con algún tipo de problema certificado por un médico o no, que no lo tienen tan fácil como el resto de sus compañeros en cuanto al entorno escolar.  Se ven solos, abandonados y atrapados en un mundo de adultos que no saben cómo gestionar. Desde mi punto de vista, esta obra debería de continuar promoviéndose para conseguir que pueda ser visible por un gran número de espectadores tanto jóvenes o infantiles como adultos. Este montaje merece la pena ser visto por la profesionalidad de los actores y obviamente, por el gran guion planteado por la autora original del texto “Tonto,loco,salvaje”, Eva Llergo. [Claudia Huelves 4º ESO].

La sociedad, va tan rápido, que las tuercas saltan ante cualquier dificultad, se tropieza a la carrera para llegar lo antes posible a no se sabe bien dónde. ¿Para qué ayudamos a los niños y niñas con capacidades diferentes si luego les olvidamos y apartamos cuando se convierten en lo que llamamos un problema de adolescentes y adultos? . “Todavía veo horizontes donde tú dibujas fronteras“ decía Frida Kahlo.

El sistema nos aparta cuando somos diferentes. La estructura empresarial, la productividad, la rigidez de la norma nos bloquea y si no funcionamos así, no vales. O te adaptas o mueres. Pero, ¿qué significa adaptarse? ¿Significa acaso dejar de ser quien eres, de escucharte, y vestirte con las ropas de otro y con una rígida careta que va haciendo que mueras poco a poco por dentro porque asfixia? ¿Quién está dispuesto a apostar por lo diferente desde la coherencia y bajar hasta el fango para seguir mirando a las estrellas?

Soy de los que opinan que lo fundamental para que una obra de teatro sea buena es que deje poso en el espectador, que este se quede pensando en lo que ha visto sobre las tablas y ¡vaya si esta obra lo consigue! Desde que la vi, hace ya dos semanas, aún aparecen en mi cabeza algunas de sus escenas recordándome cómo quiero que sea mi labor docente y cómo no quiero tratar a mis alumnos.

Eso sí, aunque la trama se desarrolla en un centro educativo y trata sobre los conflictos internos y externos de un chaval en un ambiente en el que no encaja, en realidad es una obra que no deja indiferente a nadie, es decir, no necesariamente tienes que ser profesor o estudiante para entender que las cuestiones que se exploran aquí las encontramos en cualquier ámbito de la sociedad en el que no se deje un espacio para la flexibilidad o la individualidad.

Es una obra en la que desde el primer segundo te deja pegado a la butaca para darte todo un vuelco emocional. Recuerdo sobrecogerme nada más empezar la función, sentir miedo, frustración, cabrearme con los personajes, pero también sentir momentos de esperanza, de libertad y alegría. 

Todo ello gracias a un guion con un ritmo muy bien definido, con un realismo y un argumento propios de una obra escrita por alguien que sabe de lo que está hablando y, sin duda, a la interpretación de unos actorazos. Prueba de todo lo que digo son los buenos minutos de caluroso aplauso que recibió al finalizar.

Asistir a este tontolocosalvaje es emocionarse, porque Damián somos todos en algún momento de nuestro recorrido educativo, porque los actores son un prodigio de fuerza, de frescura, de credibilidad y honestidad y defienden la obra con uñas y dientes, una obra de tésis que no renuncia a la acción, ni mucho menos a la emoción, que te levanta de la butaca como la marea, una fuerza que estamos seguros va a ir creciendo y conmocionando a muchas, muchas personas, porque es absolutamente preciso que lo haga. Un final que construye esperanza y energía. Tonto, loco, salvaje es fuerza para seguir adelante. 

Esta obra de verdad ha sido muy importante para mí ya que representa aspectos de mi día a día que nadie tiene en cuenta, ha sido muy emotivo verla, muchas gracias por esta oportunidad. [Alicia Alcaide. 4 ESO].

Por Equipo Pequeño Espectador y alumnos IES Itaca, 4º ESO.

DATOS TÉCNICOS:

Vista el 3 de marzo de 2022 en el C.C. Paco Rabal, Calle de Felipe de Diego, 13

PRODUCCIÓN

De boca en boca

 

 

DRAMATURGIA

Eva Llergo

 

DIRECCIÓN
Joaquín Pérez Suárez

 

INTÉRPRETES

Alberto Campón

Mario Jiménez

Guillermo Gil

Jesús Nunés

Alba Pérez Serantes

Sara Ramírez

María Toledo

 

 

ESCENOGRAFÍA/ VESTUARIO

Rebeca Padial

ESPACIO SONORO

Ignacio Ceballos

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