Por Juan Sánchez Gómez

Más de tres años han pasado desde el estreno de Barro, la primera parte de la tetralogía Mapa de las ruinas de Europa en la que LaJoven reflexiona sobre los principales acontecimientos bélicos del siglo XX que marcaron y moldearon los ideales y temores sobre los que se sostiene nuestro continente. Si Barro se sumergía de lleno en el fragor y suciedad de la I Guerra Mundial, su segunda parte, Fuego, toma como punto de partida la Alemania de entreguerras, cuando la mecha del segundo gran conflicto armado de nuestra historia reciente estaba a punto de prenderse.  

Para este segundo proyecto LaJoven ha contado con un texto de los hermanos Quique y Yeray Bazo que, con una ingeniosa estrategia dramatúrgica, incluyen dos piezas en una. Fuego es un disco de vinilo con dos caras. La primera nos traslada al Congreso de Nuremberg de 1934 donde cuatro chicas de la BDM (Liga de Muchachas Alemanas) se reúnen en su tienda tras el discurso que el Führer dio aquel día en un estadio a más de 70.000 jóvenes. La segunda nos lleva a 1938, un día antes de la Noche de los Cristales Rotos, y nos presenta a cuatro chicos de las Juventudes Hitlerianas obligados a hacer noche en el bosque. Aunque polarizadas, en las dos partes resuenan ecos y elementos comunes: dos historias que se cuentan alrededor del fuego de una hoguera en la que chisporrotean los miedos de una juventud a la que no les dejaron ser niños.

Los hermanos Bazo hilvanan y recrean de manera magistral el clima de agitación social y crisis individual que debió de vivirse en aquel periodo de entreguerras. Para ello sitúan la acción en dos momentos diferentes pero cercanos. Solo cuatro años separan la cara A de la cara B. En solo cuatro años vemos como los elementos de la primera parte encuentran su reverso nacionalista, patriótico y fanático en la segunda. De este modo, el discurso pacifista de Hitler que mencionan las chicas de la BDM nos lleva a los cercanos ecos de guerra que ya comentan los chicos de las Juventudes Hitlerianas, o el resquemor hacia la chica mestiza se materializa en la explícita xenofobia que lleva a los chicos a querer participar en la Noche de los Cristales Rotos. Los hermanos Bazo nos muestran cómo en un periodo muy corto de tiempo una misma melodía puede cambiar, cómo los mensajes y proclamas de liderazgo y pureza de raza terminaron por incrustarse en la moral de la población alemana, cómo se vivió una polarización extrema de la sociedad en el que el “con nosotros o contra nosotros” fue el principal estribillo. Y tan solo en cuatro años…

Como se puede comprobar, el texto nos inunda de crudeza y rabia, pero también hay tiempo para lo poético y lo simbólico, que encuentran su espacio en el mundo interior y el universo de sus personajes. Porque son ellos y su tratamiento, como viene siendo ya sello de la compañía, los que están privilegiados en escena. Fuego hace un retrato de la mayoría de arquetipos que conformaron la sociedad alemana de aquel momento, lo que es de sumo interés al tratarse de un espectáculo dedicado a la juventud. Los personajes de Fuego, encarnados de manera intensa y vivaz por muchas de las caras conocidas de la compañía, son en esencia adolescentes soltados a la buena ventura en un contexto despiadado y que tratan de encajar a la fuerza en un mundo que se reconstruye a toda prisa. ¿No es eso crecer? Personajes en busca de identidad que intentan convertirse en un ideal o huir de él, escapar de la herencia de sus padres o rencontrarse con ella. LaJoven, como viene demostrando desde hace diez años, nos presenta en Fuego una lúcida reflexión sobre el sentimiento de pertenencia adolescente (y no tan adolescente).

Todo este artefacto dramatúrgico se sostiene sobre una propuesta artística, dirigida por José Luis Arellano, que homenajea el expresionismo alemán, amplificando la fuerza y pasión que despiertan todos los montajes de la compañía. Durante el montaje encontramos guiños al cabaret alemán, como el momento en el que una de las chicas de la BDM cuenta el relato que ha escrito a sus compañeras o aquel en el que una de ellas saca una pequeña marioneta de madera. Estas referencias vienen reforzadas por el diseño de iluminación, a cargo de Jesús Díaz Cortés, inspirado en los colores de la bandera nazi, con predominio del claroscuro y los ángulos picados. Unas decisiones estéticas que no hacen más que apoyar la dureza de Fuego.

La segunda parte del Mapa de las ruinas de Europa es un espectáculo redondo y potente, que nos permite reflexionar sobre los errores del pasado para impedir que se repitan en la actualidad. Y eso que, mientras escribo esta crítica, me salen desplegables de medios de comunicación alertando sobre el advenimiento de la extrema derecha en nuestro país o los rumores de una guerra nuclear con Rusia. Esperemos que LaJoven no tenga que ampliar su tetralogía con una quinta parte y consigamos extinguir el fuego.

 Por Juan Sánchez Gómez

 

DATOS TÉCNICOS:

Vista el 19 de febrero de 2022 en la Sala Fernando de Rojas del Círculo de Bellas Artes (C/ del Marqués de Casa Riera, 2)

IDEA Y DIRECCIÓN
José Luis Arellano García

TEXTO
QY Bazo

ESCENOGRAFÍA
Silvia de Marta

MÚSICA
Alberto Granados Reguilón

ILUMINACIÓN
Jesús Díaz Cortés

ELENCO
Alejandro Chaparro, José Cobertera, Víctor de la Fuente, Jota Haya, María Valero, Cristina Varona, Marta Velilla y Luna Zuazu

 

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