Por Juan Sánchez Gómez

El pasado domingo pude disfrutar de Celeste, un espectáculo de sombras de la compañía asturiana Luz, micro y punto. Ese día parecía que en Madrid se habían dejado abierta la puerta del congelador, así que decidí refugiarme en el taller de marionetas de Lapicera y Tijereta, que habían llevado su teatrillo de sombras a la sala Cuarta Pared. Rápidamente empecé a entrar en calor, no solo por la luz que proyectaba las sombras, sino por la manera artesanal de contar su historia, en la que se respiraba hogar, cariño y amor por el arte de las marionetas.

El espectáculo toma como punto de partida la mitología clásica y selecciona algunas de sus historias más conocidas para pasarlas por los claroscuros del teatro de sombras. Celeste nos deja claro que, aunque el mito se ha apoyado tradicionalmente en la palabra, esta no es necesaria para transmitir la potencia y belleza de una historia. De este modo nos adentramos en el microcosmos de Lapicera y Tijereta (Patricia Toral y Chantal Franco), que en su taller confeccionan marionetas. Es interesante destacar aquí el trabajo que la compañía realiza con la danza contemporánea, con la que nos introducen en un mundo depurado y elegante, pero del que podemos extraer el bullicio de su faena y la minuciosidad con la que elaboran las figuras. Un espacio de imaginación y creación, donde nos presentan algunas de sus marionetas, que quizá recuerden a las usadas en el teatro de Asia Meridional. Y así, corta que te corta, y dibuja que te dibuja, Lapicera y Tijereta son sorprendidas por Eurínome, la diosa de la creación.

Con su llegada, las luces se atenúan y el teatrillo se enciende, creando una atmósfera de vigilia y ensueño con la que Lapicera y Tijereta pueden contar su primera historia: nada más y nada menos que la creación del Universo.  Un mito pelasgo poco conocido que sitúa a una mujer, Eurínome, como autora de todo lo que nos rodea. De un enorme huevo, acompañada de música y danza, la diosa va sacando realidades tangibles, como las plantas o los animales, pero también conceptos, como el amor o la guerra.  Me gustaría poner énfasis en lo poco conocido que es este mito clásico de la creación, que siempre asociamos al Caos -vinculado por otra parte con lo masculino-, pues creo que uno de los principales hallazgos de Celeste es su capacidad de cuestionar los mitos que los pequeños espectadores traían ya aprendidos de casa.

De esta forma, una vez creado el Universo, Lapicera y Tijereta nos van a contar otras historias que nos sorprenderán con un giro final, saliendo de lo prestablecido y proponiendo otras realidades. Esa es la riqueza de los mitos, estructuras que no deben ser tomadas como fijas, sino que se adecúan conforme van pasando los años a diferentes sensibilidades para ayudarnos a comprender el mundo. Lapicera y Tijereta nos mostrarán que Penélope se cansó de esperar a Ulises, que Pegaso es indomable, que el problema del Minotauro era que necesitaba cariño, y que el dios del amor también puede enamorarse.

Los mitos de Celeste se eslabonan mediante un preciso trabajo coreográfico, en el que la danza contemporánea continúa realizando un papel fundamental, apoyada por elegantes toques de humor. Destaco la presentación de la historia del Minotauro, para el que Lapicera y Tijereta sacan la marioneta de un hombre y juegan a ver qué cabeza le queda mejor. Una considera que tiene que tener una cabeza humana, a la otra no le disgusta la de toro. Una hermosa manera de contar y adelantar la que será la tesis de la historia que van a contar.

Pero no solo la danza contemporánea es un potente elemento expresivo en Celeste, pues la iluminación también cobra un importante papel en el espectáculo. No solo por las proyecciones de sombras en el teatrillo, sino por el cuidado y la atención que prestan al uso de la luz dentro del espacio escénico. Con pequeños elementos, como linternas o una esfera, Lapicera y Tijereta van creando distintas atmósferas: desde la playa donde Penélope espera iluminada por la luz de la luna a las profundidades del laberinto de Creta. Y, con una hermosa imagen basada en la iluminación, el espectáculo llega a su fin, y los nuevos mitos redefinidos por Luz, micro y punto, pasan a adornar la bóveda celeste, al lado de las constelaciones de aquellos que los precedieron.

Una vez finalizada la obra, Lapicera y Tijereta, ahora ya como Patricia y Chantal, abrieron un diálogo con los pequeños espectadores. En algunos momentos yo había llegado a pensar que, si bien las historias eran hermosas, los referentes originales podían haberse perdido, pienso en concreto en el viaje de Ulises, muy resumido y estilizado. Sin embargo, los pequeños espectadores sorprendieron demostrando que habían captado todo, incluso algunas referencias no captadas por el ojo adulto, como un momento en el que se hace una ilusión al tiempo y Cronos haciendo un trasvase de arena de mano a mano. Esto no hace más que demostrar que los mitos son historias universales, que enganchan a los pequeños espectadores como lo pueden hacer los libros y películas de fantasía, y que son muy necesarios los espectáculos como Celeste, que aprovechan su estética para que los podamos volver a soñar.

Por Juan Sánchez Gómez

DATOS TÉCNICOS:

Vista el 5 de noviembre de 2021 en Cuarta Pared (C/de Ercilla, 17)

DRAMATURGIA Y DIRECCIÓN
Patricia Toral y Chantal Franco

DIRECCIÓN EXPRESIÓN CORPORAL
Ana Pérez de Amézaga

CONSTRUCCIÓN Y MANIPULACIÓN DE MARIONETAS
Patricia Toral y Chantal Franco

COMPOSICIÓN MUSICAL
Verónica R. Galán

INTÉRPRETES
Chantal Franco y Patricia Toral

ESCENOGRAFÍA
Chantal Franco y Patricia Toral

ILUMINACIÓN
Rubén Rayán, Patricia Toral y Chantal Franco

VESTUARIO
Laïque

PRODUCCIÓN Y DISTRIBUCIÓN
Luz, micro y punto

Duración aproximada: 50 minutos

 

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