
Por Amaranta García Morillas
Son las 19:00 de la tarde y, sentados en el patio de butacas del Centro Cultural Eduardo Úrculo, el público espera impaciente para ver El Gigante y la Navidad, basado en el cuento de El gigante egoísta de Oscar Wilde que, la compañía Sol y Tierra ha preparado como dulce navideño en vísperas de estas fechas.
Mientras observo la postura expectante de los pequeños espectadores, la voz en off de un niño advierte que la función va a comenzar. El telón se abre y las luces reducen su intensidad hasta crear un cálido halo de misterio.
En el escenario y, en contraste con el fondo negro del teatro, un gran árbol de colores vibrantes y formas enroscadas preside majestuoso en su centro. En torno a él y, gracias al juego de dos versátiles actores que han entrado en escena, conocemos primero la historia de tres duendes; Dandan, Dindin y Dundun, quienes viven escondidos ante la presencia de un gigante, el cuarto en discordia, que ha tomado como suyo el árbol y se muestra reacio a que otros puedan tocarlo. Pero se acerca la Navidad y, estos tres divertidos personajes, esperan su oportunidad para poder decorarlo y festejar tan ansiado evento.
Pero ¿cuándo será su momento? ¡Eureka! Dandan ha descubierto que el gigante ha ido a visitar a su amigo el ogro, lo que les brinda la celebrada oportunidad de llevar a cabo su misión navideña. Con lo que no cuentan es que, el gigante, debido a su egoísmo, vuelve a casa, no por -como anunciaría el icónico slogan de los anuncios del turrón “El Almendro”- sino, en Navidad.
¿Qué les deparará a todos esta vuelta inesperada? ¿Cómo vivirá y experimentará el gigante las consecuencias de su egoísmo con su amigo el ogro? Este contratiempo será la oportunidad para ofrecernos la idea de que debemos participar de forma afectiva en realidades ajenas a nosotros y que, a veces, la “magia” sucede para hacernos cambiar la percepción. Esta “magia” puede sacudirnos en infinidad de formas pero, aquí, será una luz. Una luz muy especial.
El juego en escena pasa a ser compartido con el patio de butacas y, para ello, romper la cuarta pared es indispensable para que, los espectadores, participemos en la historia. La invitación está prevista de juegos claros en los que podemos ser cómplices. Ver al público jugar de forma entusiasta y generosa, es muestra indiscutible de que estamos dentro, con ellos; los personajes. De pronto, los espectadores -pequeños y adultos- nos sorprendemos jugando.
Las diferentes personalidades y el gran contraste entre sus protagonistas, consigue que la historia viaje, te transporte y experimentes todo un mundo de emociones. El pequeño espectador lo hace, solo necesitas ver sus ojos aferrados a la escena y el contraste de sus carcajadas que rompen sus silencios cómplices con las escenas más emotivas.
El Gigante y la Navidad es una excusa para que esta compañía transmita lo que cabría fuera del contexto navideño. Quizá este cuento debería trascender a estas fechas. La Navidad no debería ser el único momento para valorar la empatía o la amistad, porque esta festividad pasa, se celebra y acaba. Los valores que necesita una sociedad, deben permanecer más allá en el tiempo. Aún así, la Navidad lleva intrínseco ese carácter y la compañía Sol y Tierra, nos ofrece un espectáculo que, como esos platos de invierno calientes de la abuela, sin querer ser pretenciosos, consiguen dejar ese afectivo sabor hogareño.
Por Amaranta García Morillas

DATOS TÉCNICOS:
Vista el 7 de diciembre de 2021 en el Centro Cultural Eduardo Úrculo (Plaza Donoso, 5)
Inspirada en El Gigante Egoísta de Óscar Wilde
DIRECCIÓN Y DRAMATURGIA
Álvaro Torre
ASESORAMIENTO DE DIRECCIÓN
Mar de la Rosa
INTÉRPRETES
Irene Mariné y Carlos Gracia
ESCENOGRAFÍA
Esthela Escénica y Álvaro Torre
TÍTERES
Mar de la Rosa
ATREZZO
Dorotea Grab y Álvaro Torre
MÚSICA
Óscar Fernández
SONIDO E ILUMINACIÓN
Enrique Torre
VÍDEO COMPLETO Y TRAILER
I-tek
FOTOGRAFÍA
Juan Iglesias
WEB, CARTEL Y DOSSIER
Víctor Torre
ADMINISTRACIÓN
Concepción Herradas
COORDINACIÓN DE LA PRODUCCIÓN
Enrique Torre y Álvaro Torre
PRODUCCIÓN
Títeres Sol y Tierra
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