
Por Juan Sánchez Gómez
El pasado domingo, en medio del puente de la Hispanidad, hizo calor, mucho calor. La gente salió a la calle a disfrutar de un día que parecía más primaveral que otoñal. En el barrio de La Latina no cabía ni una chinche. ¡Hasta colas por sentarse en una terraza bajo la chicharrera de las cinco de la tarde! Sin embargo, unos pocos privilegiados nos acercamos al Off de La Latina para dejarnos arrullar por las palabras de Héctor Urién.
Porque la palabra es el pilar sobre el que se sustenta el espectáculo Mitos griegos. Una palabra refrescante, ingeniosa y, ante todo, vivencial. Durante la hora que dura el espectáculo, Héctor, como si fuera un rapsoda griego que se ha subido al Delorian, nos invita a sumergirnos en los mares y las costas de lo que fue la Grecia clásica, donde el cuento era palabra, donde la ficción era poesía. Pero quede el viajero por advertido: esta no va a ser una travesía por aguas mansas.
Acogidos por la propia arquitectura de la sala, unas veces cueva, otras laberinto, nos sentamos para que el fuego de los focos ilumine a Héctor. Nuestro particular maestro de ceremonias solo tiene una silla para contar heroicas y extraordinarias hazañas que ocurrieron a personajes de nombres pintorescos miles de años atrás. Pero es que Héctor no necesita nada más para meterse a los pequeños espectadores en el bolsillo.
Por medio de juegos de palabras, locas asociaciones lingüísticas y una desgarbada gestualidad, nuestro rapsoda termina convirtiéndose en chamán y cautivándonos a todos. Porque como señala Héctor al principio de su espectáculo: “El mito es vivencial”. Esas historias se hacen carne por medio de nuestros pequeños espectadores, que inspirados por el ingenio de Héctor, tan pronto interpretan a la tripulación de Ulises como se meten en los zapatos del temible Polifemo. Ojalá volvieran los ojeadores a las salas de teatro, porque esa tarde hubo mucho talento ahí concentrado.
Ese es el gran acierto de este espectáculo: acercar de una manera divertida la mitología griega. Para muchos pequeños espectadores ese día era el primero que oían hablar de esos hechos tan extraordinarios, pero que a la vez se enganchan tanto a las tripas. Unos mitos que no solo deberíamos conocer para acertar preguntas en el Trivial, sino porque nos vertebran como sociedad y han sido transmitidos, a través de la palabra, de generación en generación.
Héctor contagia con su entusiasmo su pasión por la mitología y, aunque ya conozcas las historias que relata, es imposible que no sueltes una carcajada ante aquello que cuenta. Porque eso es lo hermoso del mito: da igual la de veces que te lo hayas escuchado, pues la universalidad de lo que habla aún resuena.
Y ahí entra en juego la dramaturgia de Héctor. El narrador oral selecciona historias (la del laberinto de Minos, la de Ulises y Polifemo, y la de Dédalo e Ícaro) no por casualidad, sino por su acción. ¿Están estas tres historias tan lejos de las películas de superhéroes que adornan mochilas, cuadernos, estuches y triunfarán como disfraces de Halloween? Yo pienso que no y, del mismo modo, considero que por eso la mitología grecolatina despertó tanto entusiasmo entre los pequeños espectadores ese día.
Al salir el mismo calor, la misma aglomeración de gente, pero nosotros con una sonrisa de oreja a oreja, más sabios, sabiéndonos herederos del milenario secreto de Creta. Ah, ¿que vosotros también saber cuál es? Pues no vas a tener más remedio que acercaros el próximo domingo a las 17:00 al Off de La Latina para que os lo cuente Héctor. Porque nosotros estamos muy bien enseñados y jamás se nos ocurriría revelar un secreto.
Lo que sí podemos contar es que Héctor Urién continuará trayendo los clásicos al presente y habrá que seguirle la pista, porque muy pronto llenará su maleta con un espectáculo a partir de El Quijote. Y, si es como Mitos griegos, ya os digo que allí estaré el primero para reseñarlo. Mientras tanto, el barco capitaneado por Héctor busca nuevos pasajeros para su próxima travesía…
Por Juan Sánchez Gómez.

DATOS TÉCNICOS:
Vista el 10 de octubre de 2021 en OFF Latina.
Dramaturgia e interpretación: Héctor Urién
Duración aproximada: 60 minutos.
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