Por Bruno García Tardón

¡Y qué maravilla!

Llegamos a este precioso y entrañable espacio, Teatro Tyl Tyl en Navalcarnero, donde siempre están presentes las sonrisas y los recibimientos cariñosos, resultando indiferentes la obra o la edad para la que esta haya sido concebida. Nos acomodan con distancia de seguridad, mimo e interés a todas las familias, tratando de que esos momentos de un domingo cualquiera, no parezcan unos momentos cualesquiera.

Una vez que todos estamos sentados, y con un escenario diáfano esperando que sea transitado, decorado, cantado y disfrutado, llega el momento de la introducción previa a la representación, emblema de Tyl Tyl­. Comenzamos.

Nada más apagarse las luces de sala, se encienden otras, proyectadas sobre una pantalla blanca y sincronizadas con melodías que, aún manteniendo un halo de misterio, se sospechan en riguroso directo, como también acostumbran todas las propuestas de Tyl Tyl.

Las escenas transcurren con mucho ritmo, intensidad y estímulos diferentes, esenciales para que los más pequeños espectadores y las más pequeñas espectadoras puedan balbucear (¡cómo no!) de alegría y de emoción, disfrutando en su asiento o sobre las piernas de los mayores que, por momentos, nos sentimos rejuvenecidos.

El más pequeño de mis espectadores (16 meses) disfrutó de esta propuesta como nunca hasta ahora, moviéndose, aplaudiendo, riendo… Era una alegría multiplicada por dos, pues no quería perderme nada de lo que sucedía sobre el escenario, pero tampoco la ilusión de contemplar el disfrute de mi pequeño. Todo acompasado con la música (sí, en riguroso directo y con diferentes instrumentos) de los protagonistas: Pury Estalayo, Daniel Lovecchio y Ave María Tejón.

Mientras, y durante la representación, pasaron por delante la vida y la alegría en forma de trayectorias, colores, ritmos, objetos y diferentes movimientos que nos hacían gozar, dejándonos pasmados con la bella y poética propuesta.

Y se acercaba el final, con sorpresa incluida que permitió (desde la prudente, necesaria e incómoda distancia social) fusionar al elenco con el público durante unos vibrantes minutos. La estrategia no será explicada, pues las sorpresas, como bien sabemos, dejarían de serlo si se revelan. Mucho mejor vivirlas si tienen oportunidad. El momento de la salida también deparaba una penúltima oportunidad de intercambio (la última sería el trayecto hasta la puerta y la posibilidad de dejar nuestras impresiones en un libro de firmas), pues los artistas –en otra de las enseñas de Tyl Tyl– despedían personalmente familia por familia, con detalle incluido para los más pequeños: una flor como todas las que inundaban de colores el escenario, en un claro contraste con la situación inicial. Es de agradecer sentir el arte tan cerca.

Lo dijimos al inicio, ¡una maravilla! Debo confesar, además, que esta reseña es especial para mí, pues la autora que da nombre al libro infantil en el que se basa esta historia me evocó recuerdos de mis tiempos de estudiante en el Instituto Nacional de Educación Física: Ana Pelegrín, mi profesora de Expresión Corporal en el año 1999. Con emoción recuerdo también el momento en el que pude leer la triste noticia de su fallecimiento, en 2008, en una semblanza publicada en el diario El País.

Acaba un ciclo, Balbuceos, del que hemos podido disfrutar en familia de dos propuestas, de un total de cuatro diferentes repartidas en ocho representaciones, en dobles sesiones de sábados y domingos de fines de semana consecutivos. Un auténtico lujo y con un broche preciosísimo, del que nos queda un recuerdo excelente.

“Creo que la poesía para niños consiste en revelarles o hacerles comprender y compartir emociones. La emoción que esconden las palabras, el ritmo, la melodía”.

(Ana Pelegrín, 2004, revista Ecos, nº 2)

Por Bruno García Tardón

 

DATOS TÉCNICOS:

Vista en Teatro Tyl Tyl de Navalcarnero el 28 de marzo de 2021 a las 12:30h.

Intérpretes: Pury Estalayo, Daniel Lovecchio y Ave María Tejón.

Autor y director: Daniel Lovecchio

Diseño de escenografía: Gerardo Trotti.

Diseño de vestuario: Natalia Massian.

Diseño de iluminación: Teatro Tyl Tyl.

 

Para todos los públicos.

 

Duración aproximada: 40 minutos.

 

 

 

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