Por Lorena Cámara
Sala cuarta pared. Butaca sí, butaca no. Nos sentamos.
En el medio de la oscuridad, el filo de una cubeta transparente y rectangular que se apoya sobre una mesa negra. ¿Qué hay en su interior? ¿Es agua? El recipiente está bañado por una tenue luz azul y una libreta abierta permanece sobre una de sus esquinas. El propio sonido de la sala nos transporta a un estrato diferente, quizá a un medio acuático y ecos de lo que parece ser un submarino.
El primer personaje irrumpe en escena: el profesor Aronax. Se encuentra algo desubicado pues, desconoce cuál será su misión a bordo. Observa el objeto con extrañeza ¿qué es lo que ve? ¿Solo una simple cubeta? ¿Y quién es ese extraño que le ha reclutado?
Es el capitán Nemo que ama el oceáno sobre todas las cosas. Y para darse a conocer nos deleita con una partitura al piano de agua, las gotas salpican a modo de melodía cuando toda la luz se concentra entre sus dedos y el líquido. Un espectáculo. Un medio distinto por el que los dedos corren rápido como nunca antes habría imaginado. ¿Acaso puede el agua modelarse como un juego? El agua se llena de libros, de pinturas, de escultura. Puede ser cualquier cosa., una maqueta transparente, un holograma. El agua como espacio teatral. “Bienvenidos al Nautilus».
Los diálogos entre ambos personajes son divertidos y enérgicos. Todo tipo de situaciones se suceden: una guerra de agua, una comida con babero compuesta de caballitos de mar y ensalada de algas del pacífico. Agua a diversión, y de pronto, un portazo deja al profesor solo.
Se produce entonces un baile de manos y marionetas de dedos: la belleza en primer plano. La composición respira armonía por todos sus poros y se introduce en tu cuerpo a través de los sentidos. Fascinante. Animales de manos, juegos de manos, se entrelazan las manos, se cruzan las manos. Manos. Manos debajo del agua que forman figuras. Cangrejos, pulpos, peces, una medusa que crece lentamente y ocupa todo el volumen. La expresión corporal nos deslumbrada hasta la butaca.
Pero aquí no es todo poesía de sombras y luces sino que se condimentan con un punto cómico. Un nuevo lenguaje entre ambos a través de “tubos comunicantes”. Los pequeños espectadores se desternillan. ¡Profesor! ¡Capitán Nemo! ¡Una ballena!
Un caracol se introduce en el agua, tiene un faro. El cambio de escalas del argumento nos mantiene alerta entre tanto dinamismo y símbolo, no desees correr. Aquí nada es lo que parece y tiene constantes reinterpretaciones. El ritmo se ralentiza con páginas escritas que caen al agua, son cartas que continúan con la historia de lo que aquí ocurre. ¿Puede que el profesor haya empezado un viaje iniciático? “Para entender al fondo has de llegar”.
La cubeta tiene tanta vida como sus dedos puedan darle. La luz alumbra las profundidades del océano que comienza a agitarse de forma efervescente. El violín invoca un tono misterioso, y del terreno lúdico pasamos a un lugar incómodo que empieza a chirriar. Atrás queda al jolgorio anterior para mostrarnos con preocupación plásticos, tapones, zapatillas y basura flotando por todo el receptáculo. ¡Hasta un monstruo compuesto de chatarra plástica se mueve a sus anchas por el fondo del mar! De pronto, el mar se tinta, la cosa empeora y el sonido se vuelve estridente. Nos revolvemos en las sillas al ver como el rojo tiñe toda la superficie marina. Es una catástrofe.
¡S.O.S! ¡S.O.S! Mensaje urgente para toda la población, el destino de los océanos depende de nosotros.
Un borde de cristal que expresa límite. El límite de dentro y fuera, de arriba y abajo, de lleno de agua o fuera del agua, de tierra y mar. Un doble juego constante que mantiene activos a nuestros cerebros disfrutando de cada detalle.
Dos actores sin miedo a mojarse, incluso de forma literal. Una transferencia elegante y revisión eco actualizada de 20.000 leguas de viaje submarino. Lo que podría resultar punzante activismo de protesta medioambiental, transcurre como una bella melodía que se cuela por los rincones del agua de la sala y de los espectadores; y acabará, si el universo quiere, sedimentada entre nuestras futuras conciencias como una pequeña semilla que florecer.
Por Lorena Cámara
DATOS TÉCNICOS:
Vista el 31 de enero de 2021 en sala Cuarta Pared
Premios: Premio FETEN 2020, por su propuesta original para la sensibilización medioambiental; Mejor espectáculo Asociación Amigos Titeremurcia 2020
Género: Teatro de títeres y objetos
Edad: Público infantil (a partir de 4 años)
Compañía: La Negra
Autoría: Diego Guill y Xavo Giménez
Dirección: Toni Agustí y Xavo Giménez
Intérpretes: Juli Cantó Como Capitán Nemo -Carlos Amador Como Profesor Aronax
Dramaturgia: Diego Guill-Xavo Giménez
“Coaching” Manipulación De Objetos: Merce Tienda-David Durán
Iluminación: Marc Gonzalo
Sonido: Damián Sánchez
Vestuario: Carmen Arce
Realización Escenografía: Los Reyes Del Mambo
Atrezzo: Enric Juezas-Laura Couto
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