Por Bruno García Tardón
Resulta increíble ver cómo un solo artista en escena llena tanto (y tan bien) el espacio… Empecemos.
Podemos hablar de la puesta en escena; impecable. Desde el cuidadísimo vestuario hasta los elementos que fueron apareciendo poco a poco… Sí, peonzas desde luego, pero todo lo que les acompañaba (perdí la cuenta de todas las que pude ver girar) fue espectacular.
Desde el primer momento que el artista aparece en escena tuve la sensación de que estaba en una plaza de cualquier ciudad italiana o francesa del siglo XIX, de esas en las que se programaban actuaciones callejeras y todo el montaje iba arrastrado por carruajes con caballería. En esta ocasión el carro no lo arrastraba ningún caballo, pero el artista sí salió a escena en un triciclo. Ambos llenos de sorpresas que no desvelaremos por respeto a la escaleta. Eso sí, nuestra recomendación es clara: no pierdan de vista estos detalles si tienen oportunidad de ver El Señor de las Peonzas.
En cuanto al montaje, aun habiendo adelantado algo anteriormente con tanta rotación de peonza, debo señalar que fue brutal ver cómo se pueden lanzar todas ellas, con tanto tino, acierto y precisión. Mejor dicho, ¡con tanta belleza! El ritmo in crescendo (siendo un festival de circo, Cir&Co, donde pudimos ver la obra, el `más difícil todavía’ estuvo más que presente) ayudó a que la atención de mayores y pequeños espectadores fuese en aumento, algo que enfatizaban los aplausos que acompañaban a cada lanzamiento.
El público, colaborador y voluntarioso durante la actuación, acompañaba la música que fue elegida para cada uno de los actores y actrices. Sí, es verdad, dije que solo hubo un artista en el escenario, y no les mentí. Pero cada una de las peonzas fue presentada como si de artistas reales se trataran y, a decir verdad, yo llegué a creerme que estas tenían vida propia. ¿Cómo no hacerlo al ver una peonza recorrer un hilo como si de una funambulista se tratara? ¿O verlas saltar en un aro con fuego que estaba sostenido por un mecanismo con un movimiento pendular? Francamente, disfruté muchísimo del espectáculo, considerando la propuesta muy acertada, divertida y entretenida. Los pequeños espectadores de la primera fila (reservada con mimo en todos los espectáculos del festival para ellos y ellas, por cierto) también parecieron disfrutar, a tenor del silencio y miradas atentas que mostraron.
Bravo, bravo y bravo.
Por Bruno García Tardón
DATOS TÉCNICOS
Creación e interpretación: Pablo Potocnjak
Dirección: Yevgeni Mayorga
Composición musical: Zurita Parra
Escenografía: Pablo Potocnja
Diseño de vestuario: Carolina Sandoval
Producción: Cía Penélope y Aquiles
Fotografía: Nicolás Cisterna
Duración: 90 minutos
Para todos los públicos
Vista el 31 de agosto en el Festival Cir&Co de Ávila.
Fotografías de Bruno García Tardón
Comentarios recientes