Por Marta Larragueta
Ya lo incluimos entre las recomendaciones navideñas que hicimos en El Camerino de Onda Madrid y estas fiestas hemos decidido acercarnos a ver qué se cocía en Ávila durante el festival de narración oral organizado por Maísa Marbán y Héctor Urién. Esta ha sido su VIII edición, no son precisamente novatos, y en el programa se intercalaban los nombres de Nono Granero, Carioca, Sherezade Bardají, Pep Bruno, Tania Muñoz, junto con los propios Maísa y Héctor, que parecían no tener suficiente con las labores logísticas.
El festival internacional Ávila de cuento se celebraba entre el 26 y el 30 de diciembre, con aproximadamente 4 o 5 sesiones diarias que cubrían todo el repertorio posible de edades: para bebés por las mañanas, a partir de 4 años por la tarde y para público adulto por las noches. El precio resultaba casi anecdótico, teniendo en cuenta lo que se ofrecía a cambio, y las localizaciones eran maravillosas: particularmente el Auditorio de San Francisco, un convento fundado en el siglo XIII y reconstruido entre el siglo XIV y el XVI (se nos pusieron los pelos como escarpias nada más entrar, ¡menuda atmósfera!).
Nosotros asistimos el jueves 27 y el sábado 29, a dos sesiones para mayores de 4 años (de Maísa Marbán y Tania Muñoz) y dos sesiones para adultos (de Nono Granero y Sherezade Bardají). El ambiente de la tarde era distinto al de la noche, evidentemente; los pequeños espectadores llenaban de energía la sala con sus comentarios, sus risas, sus ganas de participar, mientras que los adultos probablemente compartíamos esa misma magia pero sin tanta exteriorización (aunque Maísa se esforzó concienzudamente por liberar del bendito “qué dirán” a los mayores y hacerles partícipes de la algarabía).
Cada narrador tenía su estilo, algunos disfrutaban de tener al público bien cerca, a veces incluso casi gateando por el escenario, mientras que otros se manejaban mejor con los espectadores sentados en sus butacas e invitándoles a participar entre historia e historia. El humor estaba presente en todos los cuentos, aunque también había espacio para el suspense, el miedo e incluso la tristeza (ole por la valentía de navegar por el amplio plantel de emociones posibles).
Nosotros todavía no hemos agotado la inyección de energía con la que salimos de Ávila. Nos quedamos con ganas de más historias, de más magia. El cartel del festival, ilustrado por Nono Granero, preguntaba en una esquina “¿Quieres que te lo cuente otra vez?”. Sí, sí y sí. Que nos lo cuenten cien veces más, si es posible.
Sin duda, repetiremos el año que viene con la certeza de encontrar narración oral de calidad y con una organización magnífica, entregada y enamorada de su proyecto. Mientras tanto, nos dedicaremos a salir en busca de cuentos por los rincones de Madrid. Les recomendamos encarecidamente que hagan lo mismo.
Por Marta Larragueta
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