Por Eva Llergo

Resulta refrescante que, además de los Títeres del Retiro, Madrid guarde en su cartelera teatral veraniega algún tesoro escondido para asistir en familia. Seguro que en la enorme oferta de la capital hay más de uno, pero a nosotros la vida nos ha hecho toparnos con The Primitals.

Decimos “toparnos” porque, en realidad, nuestro primer encuentro con esta “comedia musical a capela”, como la definen sus creadores, fue en un pequeño pueblo madrileño donde hace unos meses tuvimos el feliz hallazgo de descubrirles. Lo bueno de los pueblos es que puedes abarcar toda su oferta cultural: siempre la conoces y rara vez no estás disponible para disfrutarla porque no hay competencia. Como además investigando en la web pudimos comprobar que se vendía como “para todos los públicos”  allá que fuimos con nuestros tres pequeños espectadores.

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Llevábamos poca idea preconcebida de lo que íbamos a presenciar. Además del cártel, que prometía cierto gamberrismo pero descafeinado, ni siquiera sabíamos que el espectáculo era íntegramente musical, completamente a capella, y que el castellano, si es que aparece, parece sacado de la boca de nuestro querido Antonio Ozores. Pero nada de esto fue un obstáculo para el completo disfrute de nuestros tres pequeños espectadores. La puesta en escena es absolutamente cautivadora desde el minuto 0 y, al momento, la sincronía de las voces de los cuatro Primital Brothers ejerce un poder hipnótico tanto para aquellos iniciados en la música como para los neófitos. Durante 90 minutos asistimos a una lucha de poder tribal, donde pasiones shakesperianas a la altura de la envidia o la soberbia son presentadas con mucho humor, pero sin renunciar tampoco a dejar cierto poso. Y todo, increíblemente, sin texto teatral. Gracias a un trabajo gestual espléndido y, sobre todo, a través de un selecto repaso a la historia de la música. Suenan desde los Carmina Burana de Carl Orff al Sweet Dreams de Eurythmics, pasando Nessun Dorma de Puccini, el Bad de Michael Jackson o las bandas sonoras de Juego de Tronos, Star Wars, Indiana Jones, Superman o ET. Una ensalada de cultura musical popular regada con cultural musical culta que armoniza a la perfección con cada una de las situaciones creadas en la obra.

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Sorprende sobre manera que a las cuatro privilegiadas voces de los Primital Brothers los acompañen cuatro cuerpos sobradamente dotados para la actuación. La sorpresa viene de que uno nunca espera que alguien tan sobresaliente en una disciplina sea capaz de combinar ese talento con otro de manera semejante. Pero aquí se obra ese pequeño milagro que es la complejidad añadida y que le otorga a la obra el valor del “más difícil todavía”.

Podrán decirme que todos estos valores rara vez podrán ser tenidos en cuenta o valorados por los pequeños espectadores, pero es que tal vez lo hemos formulado de una manera demasiado adulta. La obra es perfecta para iniciar a cualquier espectador tanto en las artes escénicas como en la música. El secreto es precisamente la manera en que una y otras se acompañan y apoyan en esta obra. Las pretensiones escénicas la historia que se cuenta, es muy básica, muy humana y por lo tanto muy comprensible. Podría quedarse en una simple caricatura, en una tira cómica, con la explotación de un solo elemento chispeante, de una anécdota muy pura y diáfana. Sin embargo, como hemos comentado, a los espectadores adultos nos deja cierto poso precisamente por las situaciones que se provocan con el público: besamos siempre el anillo del jefe de la tribu, independientemente de quién lo lleve (mis pequeños espectadores, sin embargo, solo besaron el anillo de su “favorito”). Como espectáculo musical es también perfecto para iniciarse, por el desahogo que supone el ensartado de las piezas musicales en un argumento, aunque sea solo un pretexto, y por esa sabia combinación que señalábamos entre clásicos cultos y populares.

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¿Es este solo el secreto de su éxito con los pequeños espectadores? Puede que sí, pero en nuestro caso también triunfaron otros pequeños detalles como las ofrendas de plátanos y cacahuetes, el contacto directo con el público o las ligeras improvisaciones. Además de captar el virtuosismo de la propuesta aunque sea de una manera más visceral que intelectual.

Tanto les entusiasmó que, por petición popular, hemos vuelto a asistir a The Primitals este julio en el Teatro Alfil de la capital. Fue magnífico para ellos revivir todos los momentos que les entusiasmaron en el primer encuentro y ver, además, que se habían introducido pasajes nuevos. Algo único para comprender cómo una obra es un organismo vivo, literalmente nuevo en cada representación.  Corroboramos que sí, el espectáculo seguía siendo para toda la familia; aunque su horario esta vez, las 22:30, no lo era. Pero, ¡qué carajo!, el verano está precisamente para estos pequeños excesos.

Por Eva Llergo

 

DATOS TÉCNICOS

The Primitals

Teatro Alfil, Calle Pez, 10.

22:30

Miércoles 8 de agosto

Miércoles 12, 19, 26 de septiembre

Taquilla 24€ / Web 17€

Duración: 90 minutos.

Idea original: Yllana y Primital Brothers

Dirección: Joe O´Curneen

Intérpretes: Íñigo García Sánchez, Pedro Herrero, Adri Soto y Manu Pilas

Dirección musical y arreglos: Santi Ibarretxe

Ayudante de creación musical: Manu Pilas

Vestuario: Tatiana de Sarabia

Diseño de iluminación: Roberta Guarino

Diseño de sonido: Alberto Fernández

Comunicación y Prensa: Rosa Arroyo y Esther Pascual

Producción: Mabel Caínzos e Isabel Sánchez