Por Elena Capote

                Viernes por la tarde de un día muy lluvioso. Un día perfecto para quedarse en casa jugando pero…, es la Semana de la Infancia. Y eso significa que el panorama cultural y de ocio está repleto de iniciativas para los mas pequeños de la casa. Y, entre esas iniciativas, ¿cómo perdernos una obra de teatro sobre Rapunzel?

              Solo el título ya engancha a los pequeños que me acompañan, un niño y tres niñas de 3 a 6 años. Pero también da un poco de vértigo a los padres, ¿sabrán los niños apreciar una versión sin tantos efectos especiales como la película que se concen de memoria?, ¿será capaz la compañía de evitar las compraciones con la misma? Y es que, cuando los cuentos tradicionales pasan a la gran pantalla, en muchas ocasiones parece que es allí donde han nacido, y otras versiones de los mismos pueden tener la dificultad de enganchar a ese público tan acostumbrado al cine y al marketing que lo acompaña. Pero no fue el caso.

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                 La compañía supo darle un toque personal que no decepcionó ni a grandes ni a pequeños. Y es que hay algo que tiene el teatro que ni el mejor de los marketings puede conseguir: la interactividad con el espectador. Y es esto lo que mas gustó a los pequeños espectadores, ansiosos por contestar a todo lo que le preguntaban y por ayudar a los personajes a vencer a la bruja. Tanto el narrador, que actuaba en ocasiones como un personaje más, como los protagonistas, realizaron continuos guiños a los espectadores, en un formato que recuerda mucho al teatro de títeres, género que entusiasma a los pequeños.

                Y la interactividad no se quedó allí, sino que algunos niños se convirtieron en actores por un día, participando directamente en la interpretación de algún personaje. Dos de nuestros pequeños espectadores, ansiosos por salir, querían bajar todas las escaleras para colocarse al principio, donde pudieran verlos. Pero los que no consiguieron salir, sí pudieron cumplir su deseo al final de la obra de subir al escenario y de hablar directamente con los actores, hacerse fotos… una experiencia fantástica para ellos y que les acerca aun más al mundo del teatro.

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                Pero no sólo destaca esta obra por la interactividad, algo impescindible en el teatro infantil. También hubo música y baile, una auténtica opera rock que se valía de piezas musicales clásicas conocidas como melodía para las originales canciones que narraban parte de la historia. Letras de las canciones algo complejas de seguir para los espectadores más pequeños, pero con guiños de humor también para los adultos de la sala.

                Respecto al argumento, basado en un cuento tradicional alemán, sobran las palabras, pero sí hemos de destacar la originalidad de la versión que, respetando la historia que todos conocemos, ha sabido dotarla de frescura, modernidad y sobre todo, adaptarla a los más pequeños, algo no siempre fácil.

              Por último, destacaremos la magnífica interpretación de todos los personajes y de forma especial, la de la bruja que, acompañada de distintos efectos sonoros, encandiló a pequeños y mayores espectadores.

Por Elena Capote

 

DATOS TÉCNICOS:

Interpretada en Centro Joven San Sebastián de los  Reyes (Madrid) el día 25 de Noviembre con motivo de la Semana de la Infancia.

60 minutos

Para todos los públicos