Por Alejandra Gil

El domingo por la mañana visité con mi bebé de cuatro meses el Museo de Arte Contemporáneo de Alicante, donde ofrecían un taller didáctico-musical organizado por UTEM Escola de Música. Se trata de un proyecto desarrollado junto al Consorcio de Museos de la Comunidad Valenciana que pretende fomentar la presencia de los bebés en los museos a través de experiencias sensoriales.

Los artistas de Mus’n’ Babies han desarrollado en los últimos años talleres musicales sincronizados con exposiciones temporales, en los que tratan de acercar el arte a los más pequeños a través de los sonidos, de las melodías, la voz, los gestos, las miradas. En esta ocasión, nos invitaron a conocer la obra gráfica del artista alicantino Eusebio Sempere, con motivo del 30 aniversario de su muerte, poniendo banda sonora a sus distintas serigrafías llenas de movimiento y geometría.

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“Padres y madres, niños y niñas, bebés: bienvenidos a Mus’n’ Babies. Tomen asiento”. Así comenzaba un viaje a través de los sentidos. La pequeña espectadora tenía los ojos muy abiertos, pues los colores de las obras que ahí se representaban y los gestos y movimientos de los artistas captaron su atención desde el primer momento. En esta primera parada del taller, nos adentramos en la obra “Las cuatro estaciones, 1965”. De repente, sin apenas darnos cuenta, era primavera y asistíamos a la fiesta del color verde de la obra: escuchamos trinos de pájaros y de hojas que los artistas emulaban utilizando distintos instrumentos y objetos. Ahora estábamos en verano y qué calor teníamos todos admirando los tonos cálidos de la siguiente obra de Sempere; a continuación nos sorprendía una tormenta veraniega que los espectadores simulamos golpeando el dedo índice contra la palma de la mano. Y llegó el otoño y los tonos cobrizos, y las hojas caían de los árboles al suelo mientras el sonido de una dulce flauta travesera y un xilófono evocaba con delicadeza el invierno, con sus tormentas de nieve que imitamos arrugando hojas de papel mientras nos frotábamos las manos para protegernos del frío.

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Y, cuando ya creíamos habernos refugiado, protegidos de ese frío invernal, escuchamos al otro lado de la sala una suave melodía acompañada del sonido de un piano. Todos los papás, con nuestros bebés en brazos, nos levantamos y nos dirigimos hacia allí. La pequeña espectadora giraba la cabeza en busca de ese sonido que tanto parecía gustarle: no quería perderse ni un solo detalle. Así, llegamos a la siguiente parada de nuestro viaje sensorial: la serigrafía del artista alicantino conocida como “La Alhambra, 1977”. Se trata de una obra en la que el color y los motivos geométricos, junto a los textos poéticos que la acompañan, son sus grandes protagonistas. En esta ocasión, los artistas nos transportaron al pasado a través de los acordes del teclado, de la flauta travesera y de una caja de percusión. Al mismo tiempo, nos animaron a entonar una dulce melodía, casi susurrada, a nuestros bebés, que nos miraban atónitos y muchos de ellos esbozaban sonrisas y emitían sonidos, como si quisieran imitarnos.

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Pero el recorrido musical de la exposición todavía no había finalizado: aún nos quedaba la última parada en los grabados de Sempere de 1978, como homenaje al escritor Gabriel Miró. Más color y dinamismo, que los artistas acompañaron con tubos de percusión conocidos como Boomwhackers, de distintos colores y medidas, que golpeaban para crear un completo espectro de tonos. La pequeña espectadora estaba fascinada: el color y el ruido de esos tubos, junto a los gestos y movimientos de los artistas mientras recorrían cada uno de los grabados, fueron todo un descubrimiento para ella. Y muy concentrada, sonreía.

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Y así nos despide Mus’n’ Babies, esperando que nuestros bebés hayan disfrutado del museo, porque como exclaman con un entusiasta énfasis los artistas al final de la exposición… “¿Quién dijo que los museos no eran un lugar para los bebés?” Es cierto que a los papás se nos hace corto: hemos disfrutado de esta experiencia sensorial casi tanto como nuestros hijos, olvidándonos por un momento de que ya nos hemos hecho mayores, contagiados por el asombro recién estrenado en la mirada y el oído de nuestros pequeños. Sin embargo, nos acordamos de que se trata de un espectáculo para bebés, y que ahora necesitan descansar y procesar esta experiencia llena de color, música y poesía. Tanto es así, que la pequeña espectadora cae rendida en un placentero sueño nada más terminar el taller. Ya podemos regresar a casa con los sentidos colmados de tantos estímulos como nos ha regalado este mágico viaje.

Por Alejandra Gil

DATOS TÉCNICOSCompañía UTEM Escola de Música

10 de enero a las 11.30 y 12.30

Niños de 0 a 3 años

30 minutos