Por Eva Llergo

Si Jules Verne levantara la cabeza… seguro que adoraba esta forma de viajar que nos presenta Markeliñe. Como habrán sentido muchos de los que han leído La vuelta al mundo en 80 días es posible viajar sin salir de casa (aunque hoy parecía un teatro disfrazado de almacén de cajas); sin movernos del sillón (que esta mañana era más bien una butaca). Hoy, en apenas 60 minutos, hemos estado en África, La India, Arabia, Nebraska, China… Hemos viajado en globo, en barco, en camello, como el mismísimo Phileas Fogg. ¿Y quién es el responsable de que afirmemos tal despropósito?, preguntaría un prosaico.

markeliñe globo

Pues la compañía vasca Markeliñe que hoy nos ha regalado su magnífica versión del clásico de Verne; una versión donde el realismo del escritor francés se actualiza y se transforma en una invitación a soñar en el presente. En escena, tres transportistas que se afanan por llevar a su destino correcto las “80” cajas que embargan el espacio escénico. Poco a poco el prosaísmo de la escena se va dejando inundar por la imaginación de los protagonistas. Sin palabras, pero con ternura, poesía, mucha risa y un increíble trabajo corporal, nos enseñan cómo ven realmente las cosas los ojos que tienen ganas de soñar. Entonces, si uno quiere, puede viajar sin moverse del sitio a todas partes. Y, entonces, si uno tiene la suficiente imaginación, las cajas no son solo cajas, sino puertas, ventanas, máscaras, barcos, globos… Y las telas se vuelven vestidos, turbantes, banderas e, incluso, nos dejan meternos en el mar.

markeliñe barco

            Este elogio de la imaginación se teje, como decimos, gracias a una magnífica lectura en plano simbólico de la historia de Verne. Gracias también a una visión arrolladora y vitalista fundamentada en un elogio de la imaginación, que a los más pequeños no les resulta desconocido, pero que a los adultos (durante 60 minutos) nos devuelve nuestra capacidad de sorpresa sobre las mil vidas posibles de los objetos (y nos sirve como recordatorio de que algunos años atrás nosotros también participábamos  de manera natural de esa magia).

Markeline_La-vuelta-al-mundo-en-80-cajas_foto_1

            Pero, todo llega a su fin, y después de 55 minutos de viaje sin tregua por el mundo, los tres transportistas retornan a su gris almacén. ¿Se acabaron los sueños? ¿Toca volver a la realidad? Pero… ¡ojo! ¡Que todavía queda una caja en escena! Una de las más grandes. ¿Y dentro qué hay? ¡Dentro está China! Y en China vemos por última vez a nuestros tres protagonistas, demostrándonos que los sueños no tienen por qué interrumpirse nunca porque, como dijo el propio Verne “Todo lo que una persona puede imaginar, otros pueden hacerlo realidad”. Así que Markeliñe a lo mejor tienen razón: a lo mejor esta mañana hemos estado en África, La India, Arabia, Nebraska, China… Pero de verdad.

MArkeliñe gurú

            Nuestros pequeños espectadores se han reído a gusto durante gran parte del espectáculo y han permanecido boquiabiertos otro tanto. Al salir, se han llevado un poquito de la obra con ellos: jugando a viajar también por el mundo siendo marionetas, encantadores de serpientes, princesas Indias, camellos… Ellos ya lo sabían. Que la imaginación va más allá. Pero no han querido decírnoslo a los mayores: para que nos diéramos cuenta solitos.

Eva Llergo

DATOS TÉCNICOS

La vuelta al mundo en 80 cajas

Compañía Markeliñe

Titerescena

Teatro Valle-Inclán

19 de diciembre a las 13 y a las 17h

20 de diciembre a las 11h y 13h.

60 minutos