Por María Zúñiga

Estamos ante un espectáculo diferente. Aquí la oscuridad y la luz ceden el protagonismo a las sombras… para poder crear ambientes de sueño y comprender un poquito mejor el mundo. Se juega con la magia a través de un mundo onírico que se mueve entre ilusiones que se pueden contemplar y escuchar. Con esta obra se redescubre la leyenda popular medieval alemana del Flautista de Hamelin que, gracias a su música pudo liberar a una ciudad de una enorme e incómoda plaga de ratas.

Antes de empezar el espectáculo, se nos informa de que, después de verlo, se podrá ir detrás de la pantalla que lo proyecta, para conocer todos los detalles técnicos del montaje.

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Se apagan las luces y la pantalla aparece iluminada con una música de fondo más que sugerente en cada escena. Se intuye que cada situación ha sido estudiada para apelar a la contemplación del espectador de manera seductora.   Aquí cada uno, tiene una visión propia que se relaciona con el espectáculo, de esta manera se potencia la imaginación y la creatividad a través de la interpretación personal, sensibilizando aspectos comunicativos no tan evidentes. Es una obra de argumento y estructura aparentemente sencillos que invita a descubrir detalles, a observar lo que parece y lo que es, desde los distintos y complejos enfoques visuales, con toques de humor para todos y también con guiños dirigidos a los adultos sobre las sociedades con falta de valores.

Quizás se echa de menos una narración más presente, más ajustada a la edad y más dinámica para ayudar a mantener la atención infantil y enriquecer si cabe aún más, la belleza del espectáculo. Pero también,  se percibe que las palabras ceden protagonismo a la historia para transformarla en toda una experiencia estética, que por sí misma configura escenas llenas de posibilidades para interrogarse uno mismo y para potenciar y hacer más capaz la mirada creativa sobre el mundo. Educar la mirada ayuda a crecer e ir más allá de los mensajes que se reciben, y aquí el espectador crece a través de sus emociones y las sensibilidades  que transmiten las sombras de unos pequeños personajes, visualmente muy estimulantes.

Sobre los aspectos técnicos explicados una vez terminada la obra, aprendemos que los elementos que intervienen en el teatro de sombras son básicamente un foco de luz, una pantalla que es el escenario y los diferentes personajes con sus objetos. Todo esto colocado de manera estratégica, entre el foco de luz y la pantalla, hace que se interrumpa la luz y se proyecten las sombras sobre la tela blanca. De esta forma Olveira y Salcedo, de manera magistral manipulan las marionetas y dan vida a los personajes.

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Para hacerlo, utilizan unas maquetas de cartón duro de una cuidada elaboración propia y que se han realizado con instrumentos reutilizados por ellos mismos. Algunos de los mecanismos de transición de algunos elementos lo consiguen hacer con  rieles que se esconden, utilizando materiales opacos. También manipulan diferentes tipos de luces, las fijas para hacer la escenografía y ocultar en las partes oscuras los personajes o provocar ciertos efectos visuales, como profundidades. Y las móviles, para jugar con el efecto de aumentar o disminuir los diferentes planos de los personajes. Incluso recurren a una linterna con un leed para duplicar las imágenes y añadir colores difusos.

Parece ser que muchos de los espectadores que ya han visto el espectáculo opinan “lo que hacen Olveria i Salcedo es un teatro que parece cine en vivo y en directo”. ¡Es cierto! Y como sabemos el cine es heredero de aquel teatro de sombras y de las linternas mágicas que lo precedieron.

La música original de fondo pertenece al compositor mallorquín Jaume Tugores, con quien Olveira y Salcedo ya trabajaron en el espectáculo Nueve lugares para un nómada (2010).

Con todo este montaje, la esencia de la obra muestra un cuento popular que sigue presente en nuestros días.

Sobre las reacciones del público, los pequeños espectadores menores de 5 años, no han podido mantener la atención de manera natural, sino que han tenido que intervenir los adultos para mantenerlos atentos y por lo tanto no han sido capaces de disfrutar del espectáculo quizás 100%.

Por su parte los pequeños espectadores de entre 6 y 7 años en un primer momento han estado muy atentos aunque esa atención ha ido disminuyendo a medida que avanzaba el espectáculo. En general los niños de esta edad, no han sabido captar el significado de algunas partes de la obra, pero han disfrutado con los personajes y de sus efectos visuales.

Nuestra pequeña espectadora de 8 años ha disfrutado de toda la obra y de sus estímulos visuales, ha captado el sentido de los guiños humorísticos y no ha necesitado ayuda para conducir por sí misma el significado de la trama. Sin embargo, al finalizar el espectáculo ha dicho que estaba deseando que acabase la obra para conocer los detalles técnicos que para ella eran todo un misterio. Quizás hubiera sido mejor saber que iba a visitar los detalles técnicos, al concluir la obra. Al salir, también confesó que le hubiera gustado manipular alguna de las marionetas para simular, que también ella puede aprender a hacer sombras.

Hemos de añadir que a los pequeños espectadores en general les ha gustado ver como los niños protagonistas de la obra, se llamaban “Hansel y Gretel”, aquí los autores Olveira y Salcedo hacen un guiño a los Hermanos Grimm con una escenografía que viaja y recrea  mundos de cuentos que se mezclan de una manera sencillamente diferente.

Es una obra que recomiendo por su originalidad y por su gran impacto estético.

María Zúñiga

DATOS TÉCNICOS:

El Flautista d’Hamelín

Sala Fénix

C/ Riereta, 31, Barcelona

Del 3 al 25 de octubre de 2015.

Sábados y domingos 17.00h.

45 minutos

lengua catralanaEstem davant un espectacle diferent. Aquí la foscor i la llum cedeixen el protagonisme a les ombres… per poder crear ambients de somni i comprendre una miqueta millor el món. Es juga amb la màgia a través d’un món oníric que es mou entre il·lusions que es poden contemplar i escoltar. Amb aquesta obra es redescobreix la llegenda popular medieval

alemanya del Flautista d’Hamelín que, gràcies a la seva música va poder alliberar a una ciutat d’una enorme i incòmoda plaga de rates.

Abans de començar l’espectacle, se’ns informa que després de veure-ho es podrà anar darrere de la pantalla que ho projecta, per conèixer tots els detalls tècnics del muntatge.

S’apaguen les llums i la pantalla apareix il·luminada amb una música de fons més que suggeridora en cada escena. S’intueix que cada situació ha estat estudiada per apel·lar a la contemplació de l’espectador de manera seductora.

Aquí cadascú, té una visió pròpia que es relaciona amb l’espectacle, d’aquesta manera es potencia la imaginació i la creativitat a través de la interpretació personal, sensibilitzant aspectes comunicatius no tan evidents.

És una obra d’argument i estructura aparentment senzills que convida a descobrir detalls, a observar el que sembla i el que és, des dels diferents i complexos enfocaments visuals, amb tocs d’humor per a tots i també amb picades d’ullet dirigides als adults sobre les societats amb falta de valors.

Potser es troba a faltar una narració més present, més ajustada a l’edat i més dinàmica per ajudar a mantenir l’atenció infantil i enriquir si cap encara més, la bellesa de l’espectacle. Però també, es percep que les paraules cedeixen protagonisme a la història per transformar-la en tota una experiència estètica, que per si mateixa configura escenes plenes de possibilitats per interrogar-se a un mateix i per potenciar i fer més capaç la mirada creativa sobre el món.

Educar la mirada ajuda a créixer i anar més enllà dels missatges que es reben, i aquí l’espectador creix a través de les seves emocions i les sensibilitats que transmeten les ombres d’uns petits personatges, visualment molt estimulants.
Sobre els aspectes tècnics explicats una vegada acabada l’obra. Podem dir que els elements que intervenen en el teatre d’ombres són bàsicament un focus de llum, una pantalla que és l’escenari i els diferents personatges amb els seus objectes.

Tot això col·locat de manera estratègica, entre el focus de llum i la pantalla, fa que s’interrompi la llum i es projectin les ombres sobre la tela blanca. D’aquesta forma Olveira i Salcedo, de manera magistral manipulen les marionetes i donen vida als personatges.

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Per fer-ho, utilitzen unes maquetes de cartró dur d’una cuidada elaboració pròpia i que s’han realitzat amb instruments reutilitzats per ells mateixos. Alguns dels mecanismes de transició d’alguns elements ho aconsegueixen fer amb rails que s’amaguen, utilitzant materials opacs. També manipulen diferents tipus de llums, les fixes per fer l’escenografia i ocultar en les parts fosques els personatges o provocar certs efectes visuals, com a profunditats. I les mòbils, per jugar amb l’efecte d’augmentar o disminuir els diferents plànols dels personatges. Fins i tot recorren a una llanterna amb un “leed” per a duplicar les imatges i afegir colors difusos.

Sembla que molts dels espectadors que ja han vist l’espectacle opinen “el que fan Olveria i Salcedo és un teatre que sembla cinema en viu i en directe”. És cert! I com sabem el cinema és hereu d’aquell teatre d’ombres i de les llanternes màgiques que ho van precedir.

La música original de fons pertany al compositor mallorquí Jaume Tugores, amb qui Olveira i Salcedo ja van treballar en l’espectacle Nou llocs per a un nòmada (2010).

Amb tot aquest muntatge, l’essència de l’obra mostra un conte popular que segueix present en els nostres dies.

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Sobre les reaccions del públic, els petits espectadors menors de 5 anys, no han pogut mantenir l’atenció de manera natural, sinó que han hagut d’intervenir els adults per mantenir-los atents i per tant no han estat capaços de gaudir de l’espectacle.

Per la seva banda els petits espectadors d’entre 6 i 7 anys en un primer moment han estat molt atents encara que aquesta atenció ha anat disminuint a mesura que avançava l’espectacle. En general els nens d’aquesta edat, no han sabut captar el significat d’algunes parts de l’obra, però han gaudit amb els personatges i dels seus efectes visuals.

La nostra petita espectadora de 8 anys ha gaudit de tota l’obra i dels seus estímuls visuals, ha captat el sentit de les picades d’ullet humorístiques i no ha necessitat ajuda per conduir per si mateixa el significat de la trama. No obstant això, en finalitzar l’espectacle ha dit que estava desitjant que acabés l’obra per conèixer els detalls tècnics que per a ella eren tot un misteri. Potser hagués estat millor saber que anava a visitar els detalls tècnics, en concloure l’obra. En sortir, també va confessar que li hagués agradat manipular alguna de les marionetes per simular, que també ella pot aprendre a fer ombres.

Afegir que als petits espectadors en general els ha agradat veure com els nens protagonistes de l’obra, es deien “Hansel i Gretel”, aquí els autors Olveira i Salcedo fan l’ullet als Germans Grimm amb una escenografia que viatja i recrea mons de contes que es barregen d’una manera senzillament diferent.

És una obra que recomano per la seva originalitat i pel seu gran impacte estètic.

María Zúñiga