Por Juan Sánchez Gómez
En La Suerte, Juli Disla y Jaume Pérez comparten su historia como familia homoparental interracial. El texto, becado por el VIII Laboratorio de Escritura Teatral de la Fundación SGAE, emplea elementos de la autoficción y el teatro documento para contarnos el viaje de una pareja homosexual que inicia un proceso de adopción.
Los propios creadores se lanzan al escenario para abrirnos las puertas de su intimidad. Con generosidad nos van relatando su historia: cómo se conocen, cómo empiezan a plantearse el formar una familia, el inicio de los trámites de adopción, las entrevistas con trabajadoras sociales, sus dudas y miedos… Una historia de apariencia sencilla en su construcción, un viaje del héroe con su llamada a la aventura, sus enemigos, aliados y pruebas. Sin embargo, un viaje del héroe que aún no se ha convertido en arquetipo. Como ellos mismos señalan en el espectáculo: no tenemos en la ficción demasiados referentes sobre la diversidad de familia, más en concreto homoparentales. Además, muchas de las historias existentes muestran asuntos como la adopción y la acogida desde un punto de vista negativo, estigmatizando a los niños y niñas que entran a formar parte de la familia. Estas ficciones ponen en el foco en lo que nos diferencia, dejando a un lado y oscureciendo lo positivo de la adopción.
La Suerte, sin romantizar la adopción, desmonta muchos de los mitos que se han construido sobre el tema y lo hace usando el humor como una gasolina que da fuelle durante todo el espectáculo. Juli y Jaume se valen de giros cómicos cuando la emoción está a punto de desbordar al patio de butacas. De este modo, te sorprendes riendo y llorando a la vez, en una catarsis que te pone la mano en el hombro y te susurra que todo irá bien. Pues la historia de Jaume y Juli, a pesar de que durante siglos se haya dicho lo contrario, apela a valores universales. En ella encontramos la vulnerabilidad del que nace y está solo en el mundo, el calor de la familia, las dudas sobre el cuidado de los hijos que han perseguido a la humanidad desde que el mundo es mundo. Por todo ello, fácilmente nos identificamos con su deseo y los acompaños con ahínco hasta el final del espectáculo.
Jaume y Juli cuentan su historia a pelo, sin más apoyo que una pantalla digital en las que se proyectan algunos documentos clave, como el impreso de solicitud de adopción o fotografías familiares, y el paso de los años. Y es que el tiempo, ese correr lento de los años, juega un papel crucial en La suerte pues la historia personal de Jaume y Juli levanta el vuelo y termina por hacer un retrato sociohistórico de los principales hitos del movimiento LGBT español desde principios de los 2000: de la aprobación de la ley de 2005 que permite el matrimonio entre personas del mismo sexo, pasando por la resignación y la rabia que produjo en 2011 la llegada a la presidencia del PP y el miedo de que derogara la ley, a los recientes caminos y acciones que se están tomando actualmente para repensar estructuras familiares, identidades de género y cuestiones raciales. Todos estos momentos no se nos relatan como si fuera una lección de Historia de España, sino que se imbrican en la construcción de las escenas y es el espectador el que puede extraerlos en una lectura posterior.
Como intérpretes de su espectáculo, Jaume y Juli actúan desde la generosidad, inmersos en una emoción que no desborda. Este es uno de los principales aciertos de La Suerte, pues se erige como una autoficción pudorosa, en la que se demuestra el amor y el respeto que sienten hacia su hijo al no darnos apenas datos sobre él. Vamos, lo que es una familia de verdad.
Para terminar, me gustaría compartir que, cuando estudiaba en la RESAD, muchos profesores referenciaban espectáculos emblemáticos que habían confirmado su fe en el teatro. Maestros como Peter Brook o Tadeusz Kantor, por citar algunos ejemplos, les servían de epifanía y despertaban una vocación que ha alimentado sus carreras hasta hoy. La suerte ha sido mi caída del caballo. La confirmación ya olvidada de que el teatro sana, de que puedes reír y llorar a la vez, de que lo personal es político.
[Nota: aunque no sea una obra creada en exclusiva para pequeños o jóvenes espectadores, sí que podría ser recomendable su visionado con adolescentes a partir de doce años.]
Por Juan Sánchez Gómez
DATOS TÉCNICOS:
Vista el 7 de mayo de 2022 en el Teatro de la Abadía (C/de Fernández de los Ríos, 42)
DRAMATURGIA
Pérez&Disla
TEXTO
Juli Disla
INTÉRPRETES
Juli Disla y Jaume Pérez
DISEÑO VISUALES Y GRAFISMO
Juan Pajares flexatowa
DISEÑO ILUMINACIÓN
Marc Gonzalo
DISEÑO ESPACIO SONORO
Carlos Gorbe
PRODUCCIÓN EJECUTIVA
Pilar Garrigues
FOTOGRAFÍA
María Cárdenas
GRABACIÓN DE VÍDEO
Microflim SL
TÉCNICO
David Sánchez
DISTRIBUCIÓN
a+ Soluciones Culturales
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