Por Araceli Hernández
“Nuestro tiempo es tan excitante que a las personas sólo puede chocarnos el aburrimiento.” (Samuel Beckett)
Una vez más, Ultramarinos de Lucas nos sorprende sobremanera con su última creación, ¿Cuándo viene Samuel?, inspirada en la compleja y desconcertante obra teatral de Samuel Beckett Esperando a Godot. Recuerdo que, cuando estudiamos el teatro del irlandés (ahora que ya no me examinan puedo reconocerlo abiertamente), la sensación que me dejó fue que deliberadamente se nos había hurtado parte de la información, que el objetivo de Beckett no podía ser otro que el de jugar malintencionadamente con el espectador y su “amable” disposición para interesarse por lo que ocurría en escena.
¿Cómo puede funcionar esta composición, con un trasfondo tan obtuso y pesimista, con el público infantil (recomendada a partir de 5 años)? El demostrado talento de una compañía como Ultramarinos de Lucas, sobresaliente en todo lo que acomete, nos daba ciertas garantías pero, aun así, la aparente dificultad de la tarea no dejaba de resultarnos insólita. Así que acudimos con febril curiosidad a la Nave 10 de las Naves del Español en Matadero Madrid dispuestos a cualquier cosa. Efectivamente, la sombra de Beckett planeó holgadamente sobre el auditorio de la Sala Max Aub ante un público infantil completamente rendido. Porque si algo resonó con más fuerza que los aplausos al final de la función fueron las interminables y descontroladas carcajadas del pequeño espectador.
Al entrar en la sala nos encontramos con una escenografía sencilla, aparentemente inocente, en la que el árbol de Beckett se sustituye por un destartalado columpio, torcido y sin asiento en los primeros minutos, que en más de una ocasión mantuvo en vilo a los pequeños espectadores esperando que en cualquier momento pudiera terminar de derrumbarse y los actores salieran disparados hacia las butacas. Un orondo foco circular que hace las veces de sol y de luna y que va marcando, a través del cambio de iluminación, el paso de las horas. Y, como último elemento, el tablado cubierto de tierra. Una tierra que alude al universo entero, que funciona como lienzo, como cementerio de prueba para practicar («Cuando te mueras no te va a costar nada, porque ya sabes lo que tienes que hacer»), como escondite y como elemento sorpresivo del que surgirán objetos inesperados. Elementos que conectan rápidamente con el imaginario infantil y nos transportan a una atmósfera inocente y recreativa.
Sobre esta ambientación elemental, Ultramarinos de Lucas construye en ¿Cuándo viene Samuel? una historia que funciona a dos niveles, no diremos ni siquiera distintos sino directamente opuestos, para el público adulto y los pequeños espectadores. Mientras que los adultos abandonamos la sala con cierto desaliento (sin negar que vivimos momentos completamente descacharrantes), los pequeños espectadores casi ocultaban las voces de los actores con sus continuas risas, por momentos incapaces de resistirse a responder a las interpelaciones del Señor Profesor o animar efusivamente a Uno u Otro en sus efímeras riñas: una de ellas en relación al cambio o no de calzoncillos; otra por conseguir columpiarse el primero; una más para huir de los efusivos besos y abrazos («¡Tenemos que aprovechar!», después de tanto tiempo encerrados)…
Y estos dos niveles tan dispares (el desaliento ante la emocionada expectativa de algo que nunca ocurre y la sucesión de estallidos cargados de comicidad) se consiguen, fundamentalmente, gracias a los tres monstruos escénicos que son Juam Monedero, Jorge Padín y Juan Berzal. Actores que se desenvuelven por el escenario haciendo gala de una maestría insuperable. ¿Qué no puede hacer Ultramarinos de Lucas?, nos preguntamos. Juam Monedero está inmenso en su papel de “salvaje”, tirando los zapatos al aire, devorando media salchicha, trepando por el columpio/portería, rebuscando ávidamente entre la arena con verdadero estupor, y, sobre todo, demostrando un dominio gestual capaz de transitar, en segundos, por todo el espectro emocional. Cuánta emoción se contiene en su rostro, desde una congoja sincera e insondable hasta la hilaridad más desatada.
Si Juam Monedero es expresión viva, Juan Berzal le anda a la par. En su burlesco papel del Señor Profesor despliega una capacidad discursiva que nos deja sin aliento en su atropellado sermón que bien puede dejarnos entrever una velada y jocosa crítica a nuestro sistema educativo; con un sinfín de palabras que casi salen a borbotones, saltando de la Geografía, a la Matemática, a las reglas de urbanidad, a las instrucciones de la Educación Física («hop, hop, hop») e intercalando, «of course», el Inglés. Una perorata alocada y velocísima que desemboca en una atronadora y desafinada interpretación del cumpleaños feliz.
Y, por último, Jorge Padín, el amigo fiel que perdona y comprende incluso los mordiscos y que erige un personaje en el que todo, desde el vestuario (del que surgen plátanos, salchichas y otras sorpresas) hasta la lacónica e inocente mirada, atisbando esperanzado la llegada de Samuel, inspira ternura y complicidad.
Los tres consiguen atraparnos en la locura del teatro del absurdo en el que nada tiene sentido y nada tiene lugar pero que consigue engancharnos de principio a fin, incluso en los momentos en los que se repite una y otra vez lo mismo. Después de tantos años consigo entender el “juego” de Beckett (esta vez, con una malicia que se agradece por su capacidad para prendernos, aunque no terminemos de entender muy bien qué está ocurriendo en escena, para retarnos a intentar desentrañar el aburrimiento y los caminos que nos abre). El juego que despierta ese absurdo como forma de liberación, de pasar el rato, de inventar y combatir el tedio de la espera y el abatimiento de las expectativas incumplidas. ¿Qué importa cuándo llegará Samuel si estamos columpiándonos hasta llegar a la luna?
Por Araceli Hernández
DATOS TÉCNICOS:
Vista el 6 de noviembre de 2021 en Las Naves del Español en Matadero (Plaza de Legazpi, 8)
DRAMATURGIA
Ultramarinos de Lucas
DIRECCIÓN
Juan Berzal
INTÉRPRETES
Juam Monedero, Juan Berzal, Jorge Padín
DISEÑO DEL ESPACIO ESCÉNICO
Juam Monedero
MÚSICA ORIGINAL
Nacho Ugarte
DISEÑO DE ILUMINACIÓN
Juan Berzal
DISEÑO DE VESTUARIO
Martín Nalda
Edad recomendada
A partir de 5 años
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