Por Bruno García Tardón
Decir ‘libro mágico’ es una redundancia, todos los libros son mágicos…”
…esta preciosa afirmación que ayer escuché en boca de Juan Tamariz fue una de las muchas y bonitas cosas que ayer pude sentir. Sí, he dicho bien, sentir; escuchar, ver, tocar, oler, saborear….
Hoy me siento con la responsabilidad y necesidad de expresar sentimientos. Fue una noche especial, en la que pude encontrarme con amistades forjadas alrededor de una afición, el ilusionismo, la MAGIA. Es por ello, por lo que advierto al lector de que no trate de buscar en esta reseña una recomendación, no la encontrará. Simplemente porque lo que ayer sucedió en la emblemática sala Galileo Galilei fue único e irrepetible.
El preludio fue magnífico. Una entrevista gratuita y abierta a todos los públicos que se realizó al maestro Juan Tamariz, por parte de Woody Aragón, Asi Wind y Paul Wilson.
Esa entrevista comenzó el 29 de octubre de 2019 a las 19:00h, pero el plato fuerte estaba cociéndose desde mucho antes, desde hace muchos meses. Ana Tamariz llevaba organizando y coordinando esta fiesta mágica desde hace mucho, para servirla a las 21:00h a los comensales que abarrotaban (literalmente) la sala. ¿Qué mejor motivo puede existir para llenar una sala que homenajear a Tamariz? ¡Y qué homenaje! Este fue el menú (por orden de aparición): Jorge Blass, Manu Vera, Rubiales, Jandro, Asi Wind y, claro, Juan Tamariz. Todo ello organizado y deliciosamente presentado por Alan.
No puedo explicar con todas las palabras que se merecería lo que presencié. Solo puedo decir que fue ilusionante y emocionante a partes iguales.
Blass nos deleitó con juegos que, sospecho, forman parte de su nuevo espectáculo ‘Invención’, al que debería plantearse acudir cualquier aficionado a este bello arte. Actualmente está en gira por España, aprovechen a verle. Es una apuesta segura de entretenimiento, disfrute, así como de amor y pasión por y para la magia. Pocos magos, a su edad, podrán presumir de una trayectoria tan admirada como brillante. ¡Felicidades!
Manu Vera, no deja de sorprenderme. Probablemente no sea del todo objetivo valorando sus actuaciones, pues me une un cariño personal que impide hacerlo con el ojo crítico que cualquier actuación merece. Pero ayer me pareció sublime lo que hizo. Estuvo acompañado en el escenario de una arpista, intentando ambientar el siglo XVI en el número que compartió con los asistentes. Preguntó, cuando terminaba el juego, si queríamos saber el secreto. Y sí, la gran mayoría quería, claro… Somos curiosos por naturaleza, pero es la primera vez que escuché ante tal pregunta de un mago un “no” como respuesta. Y lo entiendo y comparto. Yo tampoco quiero saberlo, quiero seguir ilusionado. ¡Ah! Y su reivindicación a la magia, “la de verdad”, tampoco quiero olvidarla. ¡Gracias, Manu! Tampoco le pierdan de vista en sus actuaciones de ‘Magia en directo’, ‘Prestigio’ o ‘El Oeste Mágico’.
Rubiales, ¡cómo no! Esa seriedad y tensión en esos primeros momentos que rompe con una sonrisa, se ha convertido en un clásico cada vez que puedan disfrutar con él. ¿Qué decir? Nos sorprendimos todos con el juego que planteó, pero hay un espectador que quedó retratado, y bien retratado. Lo quiero (y debo) dejar ahí, pero sí les diré que fue un espectador elegido al azar y que bajó del escenario con una caricatura propia que, mágicamente, apareció. Bestial.
Jandro. Magia y sombras chinescas. O sombras chinescas y magia. O magia chinesca y sombras… ¡No sé ni lo que pude ver y escuchar! ¡Qué armonía! ¡Qué sincronización! ¡Qué pasada! Gracias por esos minutos de sueños y disfrute. También está de gira con ‘Descabellado’. Yo no me la pierdo.
Asi Wind. Entrañable. A pesar de las dificultades de comunicarse en castellano, lo intentó y lo consiguió. Nos unía un lenguaje universal: la ilusión, los gestos, las emociones… Y la magia que compartió y puso en escena fue tan sobria como efectiva. Fue la primera vez que disfruté en directo con él, pero trataré de que no sea la última.
Y llegó el final… Juan Tamariz; el protagonista de la noche. Y sí que lo fue. Toda la sala aplaudiendo el final, de pie, como se merecía la noche y el artista. Intencionadamente no diré mucho de lo que pudo realizar sobre las tablas. Cualquiera que haya tenido oportunidad de verle en directo sabrá de sus habilidades para presentar los juegos de magia, interactuar con los asistentes y hacernos reír, disfrutar, emocionarnos y, en definitiva, pasarlo genial. Recordó y evocó, generosamente, a otros maestros (Lavand, Ascanio, Antón, Frakson –espero no olvidarme de ninguno–) y otras disciplinas (la literatura –remito al lector al encabezado de esta reseña–, la pintura, el cine, etc.) que provocó el aplauso de los asistentes, por la humildad y porque todos somos conscientes de que nos encontrábamos ante un genio de 77 años.
En el saludo final hubo también un merecidísimo reconocimiento a la anfitriona, Ana Tamariz, a la que quiero agradecer el esfuerzo, junto a todo el equipo que colaboró para que la fiesta de ‘El Arco Iris Mágico’ (en honor al último libro publicado por el maestro) fuese un auténtico éxito. Mi enhorabuena y más sincero agradecimiento desde estas líneas.
¡Que viva la magia!
Por Bruno García Tardón
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