Afuera es un lugar de Arena en los bolsillos

Por Eva Llergo

Dentro de la magnífica programación del Espacio abierto de la Quinta de los Molinos pudimos ver este fin de semana a la compañía andaluza  Arena en los bolsillos con su espectáculo Afuera es un lugar. Metáfora de la vida en general, pero también más concretamente del propio nacimiento en la que un niño sale por primera vez al mundo a descubrir toda su hermosura pero también aquello que resulta amenazante cuando apenas se tiene experiencia.

Al pequeño protagonista le acompaña en su aventura al traspasar el umbral de lo conocido la naturaleza, las flores, el río, las nubes, la arena (¡cómo no!), las rocas… Todo un mundo por descubrir lleno de posibilidades imaginativas.   Un camino que se despliega a sus pasos y se siembra de flores hermosas, unas rocas que igual sirven para trepar o montar a caballo que para construir un bonachón gigante de piedra que le protege de la lluvia; unas nubes con las que no hay que jugar a adivinar porque, literalmente, ante nuestros ojos van cobrando formas.

El pequeño protagonista va descubriendo su entorno y alimentando su curiosidad y su valentía, al mismo tiempo que los pequeños espectadores disfrutan con la atención totalmente atrapada por cómo el entorno escénico se va transformando para acompañar las aventuras del niño/títere protagonista.

Y este es uno de los grandes aciertos del montaje de Arena en los bolsillos: la transformación mágica del entorno escénico como metáfora de las posibilidades imaginativas con las que un niño contempla el mundo. Cómo de unos objetos, aparentemente inertes, van surgiendo mil y una posibilidades de exploración, creación y juego. Un juego lleno de delicadeza, de audacia y de poesía; como solo es posible en los niños que están descubriendo el mundo. Pero el pequeño protagonista no está completamente solo en su aventura. Le acompañan también los titiriteros, Iker Pérez y Francisco Javier Martín, que derrochan ese talento tan sutil de saber quedar en segundo plano para potenciar el milagro de que la marioneta parezca realmente viva ante público.  Y con la misma sabiduría saben cuándo acompañarla, reaccionando ante los hallazgos del pequeño protagonista ampliando el significado de la obra y ofreciéndoles un apoyo con sus reacciones a los pequeños espectadores. A todo esto se suma mi personal convencimiento de que los actores aman su trabajo y disfrutaron de cada segundo de su paso por la escena. Y eso amplía sin lugar a dudas las posibilidades de disfrute del público de todas las edades. 

En resumen, Afuera es un lugar es una obra deliciosa, cuidada, llena de poesía y acierto que derrocha el buen hacer de sus creadores y su alta consideración de la infancia.

Por Eva Llergo

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