Por Coral Gil
Señoras y señores, como decía aquella: “hoy quiero confesar” y confieso que me declaro fan incondicional del Teatro Fernán Gómez. Los que nos hayan visitado de vez en cuanto, saben el cariño casi patológico que profeso hacia su ciclo de teatro y danza para bebés, pero claro, mi pequeña espectadora crece y va reclamando otras propuestas escénicas más acordes a su edad y como yo voy aprendiendo a su paso pues no nos ha quedado más remedio que rendirnos a los encantos de la nueva tentación del Fernán Gómez: Madrionetas.
Que si es la primera edición del festival y eso hay que catarlo, que si todas y cada una de las compañías son punteras, que cómo vas a perderte algo tan mágico como el teatro de títeres, que si es que hace mucho que no escribes una reseñita, que si hay nada más y nada menos que 14 espectáculos para elegir, que si… perdona, ¿La Tartana Teatro? ¿El Guardián de los Cuentos? ¡Pero si la han creado para ti! ¿Seguro? ¡Claro que sí! Personajes de teatro hablando de cuentos, tu segunda pasión, no hay nada más que decir. Y además ¿no es ese uno de los espectáculos que quedó finalista de los Premios Max al Mejor Espectáculo infantil en 2015? Pues sí, así es. Y La Tartana Teatro… ¿No son los de “El Sueño del Pequeño Guerrero”, “Atrapasueños”, “Monstruos en la maleta”, “El Rincón de los Títeres” o la deliciosa “Vacamioneta”? ¡Pues claro!
Gente que lleva 40 años apostando por el teatro de marionetas y más de 20 con el foco puesto en el teatro infantil. Con 37 espectáculos a sus espaldas y con propuestas que van desde el teatro callejero a la ópera para niños, ¡Sí! Se han atrevido a hacer ópera para niños, y mucha, ya ves, y también se han puesto zancos y han creado espectáculos con los títeres más clásicos y los más innovadores ¿qué más quieres? Querer quiero que queden entradas, por favor.
Pues por los pelos, porque hubo llenazo total y eso que aún no habíamos publicado estas líneas, pero es que La Tartana es mucha Tartana y eso ya lo sabe mucha gente.
De modo que pasó lo que tenía que pasar, que cuando Matías el bibliotecario nos dice que ya nadie acude a su biblioteca a pedir libros y que eso hace que tenga que ser él el que una y otra vez se los tenga que leer todos para que los personajes que recorren sus páginas no dejen de hacerlo y vayan desvaneciéndose y habitando en el olvido, no hubo ni un solo espectador, ni grande ni pequeño, que no intuyera que algo triste iba a suceder. Y así era: Matías iba a cerrar la biblioteca para siempre.
Lo que nadie intuyó es que en ese pequeño escenario iban a empezar a ocurrir cosas mágicas como que un hada, con la amnesia característica de los personajes que se escapan de su cuento, nos iba a dar tanto que especular; que un ratón travieso ¿o eran dos? fuese a generar tantos comentarios ingeniosos y a crear tanta interacción con todos los pequeños espectadores allí presentes; o que un lobo travestido nos fuese a caer tan simpático que hasta nos diera pena que se zambullese de nuevo en su cuento para desaparecer de nuestra vista. Qué decir de un genio salido de una tetera que flotaba caprichosamente por el escenario, de una sorprendente princesa acróbata, del intrépido James que casi es devorado por el gigante o de una Bella durmiente un poco remolona con ganas de que la besuquearan un poquito más.
El hada que ha olvidado de qué cuento salió será el hilo conductor de la historia y el bibliotecario, el maestro de ceremonias que nos guiará por un recorrido donde lo que nos espera es magia, señores y señoras, niños y niñas, magia de verdad, de la que hipnotiza y sorprende, de la que arranca sonrisas como barcos de grandes, de la que solo unos profesionales como la copa de un pino con una habilidad extraordinaria nos regalan por el módico precio de unos aplausos.
Pero no piensen ustedes que esa magia se hace agitando una varita, de eso nada, en realidad el teatro de títeres requiere de mucha metodología, de mucha coordinación, de mucha precisión, es necesario un trabajo impecable y casi coreográfico para que todo baile y brille en el momento perfecto y se recree ese mundo a donde cada espectador ha de viajar. Aquí he de mencionar también al técnico de iluminación, su trabajo a la hora de oscurecer e iluminar con la intensidad y dirección adecuadas es también parte imprescindible de esa danza.
También hace falta mucha intuición para saber cómo contar cada historia, cuál es la mejor forma de transmitirnos una idea, es un teatro que exige tener muchas tablas y saber manejar el mayor elenco posible de recursos. Ninguna de las historias reseñadas en este espectáculo es transmitida con la misma técnica, cada personaje cobra vida de una forma distinta, la variedad está servida y es sobre todo en los detalles, donde encontramos que la creatividad y la sensibilidad que derrocha esta compañía les hace merecedores de que les prestemos los ojos un ratillo, de que compartamos un cachito de vida y nos dejemos llevar por su magia.
Y así llegamos al momento en que a pesar de lo deseosos que estamos todos por saber cuál será el cuento del que se ha escapado nuestra pequeña hada, no queremos que se desvele, porque eso nos llevará a un irremediable final en el que tendremos que irnos de esa maravillosa biblioteca que nunca más volverá a abrir ni sus puertas ni sus libros. Esto es lo que tiene La Tartana Teatro y así es como consigue ir más allá de contar una historia, o varias como en este caso, y trasladarnos a ese pequeño mundo donde transcurre esa historia o a esos pequeños mundos que recreábamos en nuestra mente cuando, de niños nos leían esas historias.
Acabada la representación, nos queda la reflexión y es aquí donde nos sale una sonrisilla pensando en los grandes y la mayoría de las veces vanos esfuerzos se hacen en los centros educativos por realizar lo que llamamos programas de animación a la lectura. Pues oigan, traigan a los niños a ver este espectáculo, les aseguro que remueve conciencias y recuerda la importancia de la lectura, aunque solo sea como acto solidario para evitar la desaparición de los seres únicos y extraordinarios que pueblan las páginas de los cuentos y de la extinción de los guardianes de los mismos, es decir, los bibliotecarios y bibliotecarias, personajes en sí mismos donde los haya.
Mi pequeña espectadora de cuatro años disfrutó de cada episodio, cada momento y cada bajada de luz conocedora de que eso era el preludio de que algo importante iba a ocurrir, su bautizo en el teatro de títeres y actores fue por todo lo alto y se sumó sin complejos a la liberación y a la espontaneidad del resto de pequeños espectadores que no pararon de aportar de viva voz pequeños comentarios deliciosamente ingeniosos.
Nuestro agradecimiento al Fernán Gómez por haber creado un nuevo festival titiritesco al que deseamos larga vida, a La Tartana Teatro por tanta sensibilidad, dedicación y buen hacer y a todos aquellos y aquellas que escogéis la sala de un teatro para alimentar a vuestros pequeños y pequeñas con magia, ilusión, imaginación y bellas historias bien llevadas a lo alto (o a lo bajito, según el caso) de un escenario.
Por Coral Gil
DATOS TÉCNICOS
Teatro Fernán Gómez
Fecha: Del 22 al 23 de diciembre
Horario: 17 y 19 horas el sábado y 12:30 y 17 horas el domingo
Duración: 50 minutos
Lugar: Sala Jardiel Poncela
Precio: General: adulto – 14€. Infantil – 8€
FICHA ARTÍSTICA
Idea y creación: La Tartana Teatro
Autores: Juan Muñoz e Inés Maroto
Actores-Manipuladores: Carlos Cazalilla, Edaín Caballero y Gonzalo Muñoz
Manipuladores: Elena Muñoz
Diseño de Marionetas y Espacio Escénico: Inés Maroto y Juan Muñoz
Música: José Manrique
Realización de Video: Luis Ochoa
Diseño Iluminación: Juan Muñoz
Administración: Luis Martínez
Producción: Luis Martínez
Distribución: Proversus
Ayudante de Dirección: Inés Maroto
Dirección: Juan Muñoz
Agradecimientos: Puri Martin González y Guillermo Muñoz Saez
Duración: 50 min
Género: Teatro de títeres y actores
Idioma: Castellano
Público: Familiar-Infantil (a partir de 3 años)
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