Por Marta Larragueta

La obra arranca con una escena que trae bonitos recuerdos a los adultos sentados en las butacas: tres niños jugando en la calle, esperando a que les llamen desde la ventana para subir a cenar, tan tranquilos; tras saltos, brincos y carreras, los niños aparcan su universo de fantasía y se marchan a casa. La acción se centra entonces en el salón del querubín que pronto se convierte en protagonista: su madre acaba de llegar a casa, derrengada, y se quita los zapatos para ponerse cómoda. Mientras los padres charlan, el pequeño se calza los tacones rojos y se lanza a zapatear por todo el escenario, con una gracia y un sentido del ritmo que nos confiesa que no es la primera vez que lo hace.

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Así comienza la historia que nos trae Ados Teatroa y que nos recuerda en seguida a Billy Elliot. En este caso, la compañía ha optado por una trama que va un paso más allá e incluye también una reflexión sobre las reacciones que un joven encuentra cuando su orientación sexual choca con las expectativas de su entorno. Inicialmente, desde nuestra mirada adulta, nos pareció una apuesta arriesgada precisamente por mezclar diversas cuestiones que chocan con la normalidad imperante, con los estereotipos que todavía subyacen en el día a día.

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Pero por suerte, descubrimos que se trataba de una reticencia que no compartían los pequeños espectadores que se sentaban a nuestro alrededor. El público estaba enganchado, participando con risas y comentarios de asombro e incluso realizando preguntas en voz alta. No mostraron desconcierto, no parecía que les estuviesen contando una historia que se saliese mucho de la normalidad que comentábamos. Igual hasta vamos por buen camino con la educación de nuestros querubines.

Tan solo tres actores están detrás de la variedad de personajes, ataviados con máscaras y pelucas. Ni una sola palabra, pero mucha música. El ritmo, rápido, engancha al espectador, aunque también pone en riesgo la comprensión de los más pequeños; en una escena en concreto, particularmente dramática, varios niños no llegaron a entender qué había sucedido por un exceso de simbolismo y brevedad: quizás algo más de tiempo que señalara la importancia de lo que estaba sucediendo hubiera facilitado la interpretación.

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La escenografía era aparentemente sencilla pero tremendamente versátil. Estaba compuesta por tres bloques rectangulares, provistos de ruedas y velcro en lugares estratégicos, para que los actores pudieran ir armando y desarmando los distintos escenarios. Además, el blanco de los paneles ayudaba mucho en los continuos juegos de luces y sombras que ayudaban a construir cada escena.

En definitiva, si les apetece ver un espectáculo que combina con danza, expresión corporal y temáticas para generar debate y reflexión, deberían acercarte al Teatro Bellas Artes.

Por Marta Larragueta

FICHA TÉCNICA

Reparto: Txori Garcia Uriz, Ion Barbarin, Montse Zabalza

ADOS TEATRO

Fechas y horarios: Del 8 de septiembre al 7 de octubre de 2018, Sábados a las 16:00 h. Domingos a las 12:00 h.  en el TEATRO BELLAS ARTES

Duración: 56 minutos.

Edad recomendada: mayores de 5 años.