Por Fernando Solís

Llegó la navidad y con ella toda la oferta de espectáculos infantiles desborda las carteleras de los teatros. De esta manera, elegir una obra dentro de las múltiples opciones que existen en Madrid resulta algo complicado. Si, además, vamos a una sala multiprogramación como, por ejemplo, Los Teatros Luchana la cosa se torna en algo parecido a un juego de azar, casi como el de la lotería navideña. Así, guiado por mi intuición, la estética del cartel y el título de la obra, me dispongo a ver Moby Dick de la compañía de teatro Vuelta de Tuerca.

El Moby Dick que nos ofrece esta compañía es la adaptación a teatro de Ahad y la ballena blanca, una versión infantil de la novela de Melville realizada por el escritor e ilustrador Manuel Marsol.

Moby 1

La propuesta de Vuelta de Tuerca hace gala de una fórmula (se podría decir que casi matemática) típica de muchos infantiles. A saber, una combinación de música, pequeños juegos participativos y frases y chistes recurrentes, sin olvidar la pequeña moraleja que sintetiza el sentido de la obra al terminar. Pero el mero uso de esta fórmula no es garantía de nada. Para que funcione es necesario que los diferentes elementos que la componen sean de calidad y que el puzle que de ello resulte esté armado correctamente.

Desde mi punto de vista Vuelta de Tuerca lo consigue. Con una propuesta sencilla consiguió atrapar la atención de las personas que ahí nos encontrábamos. La historia, planteada para niñas y niños de a partir de 5 años, es totalmente participativa. De manera natural y desenvuelta los actores implican  al público en la historia con la excusa de ayudar a los protagonistas a remar o a invocar a la temida ballena para conseguir vislumbrarla.

La puesta en escena se resuelve con telas que delimitan el espacio escénico y que lo mismo pueden hacer las veces de mar como de medusas, un banco que puede ser timón y a la vez cubierta del barco, unas ilustraciones de Manuel Marsol proyectadas  y una pequeña estructura que será la torre para el vigía. La imaginación y la participación completan los elementos que faltan en la escena para sentirnos en un barco navegando en la inmensidad del mar.

Más allá de lo participativo y de lo bien resuelta que está la creación del ambiente marítimo, merece mención especial la música. Con un ukelele y varios instrumentos de percusión pequeños, la música se convierte en un elemento fundamental para narrar la historia, primero como recurso narrativo que nos cuenta lo que va sucediendo con canciones que los propios marineros cantan y, segundo, porque crea la atmósfera de misterio y de soledad en alta mar que necesita el relato.

Moby 2

Los tres actores que interpretan a los miembros de la tripulación están geniales en sus diferentes papeles. Divertidos, irónicos, incluyendo al público con naturalidad y con inteligencia. La valía y la ilusión con la que estos tres lobos de mar se embarcan en la aventura y que acaba en una “locura transitoria” generada por la desesperanza de no encontrar a su ballena y la soledad en alta mar, da lugar a situaciones realmente absurdas y divertidas.

Los pequeños espectadores con los que compartí la representación estuvieron enganchados a la historia, remando y buscando a Moby Dick durante los 50 minutos que dura la representación. Disfrutaron (y disfrutamos) de una aventura donde nos podíamos sentir dentro del barco y parte de la tripulación desde el primer instante en el que nos sentamos en las butacas. Una obra sencilla, sin alardes técnicos ni grandes escenografías, pero desde luego, una buena opción para pasar una tarde en estos días de vacaciones que se avecinan.

Por Fernando Solís

DATOS TÉCNICOS Y ARTÍSTICOS

Intérpretes: Karlos Aurrekoetxea, Guillermo Llansó y Nacho Vera

Diseño artístico: Victoria Blasco

Música original: Nacho Vera

Imágenes: Manuel Marsol

Diseño gráfico: Javi Garriz

Iluminación y sonido: Fran Mazón

Dirección de escena y adaptación: Marta Alonso

Producción: Casa del lector / Vuelta de tuerca

Colaboración: El Astillero C.T.

Fechas y horarios: http://www.vueltadetuerca.org/obras/moby-dick/

Duración: 50 minutos