Por Eva Llergo
Luis Matilla es mención obligada en cualquier curso de teatro para niños. En mis clases de literatura infantil hemos analizado sus textos para adelante y para atrás, hemos desgranado su filosofía teatral, hemos visto grabaciones de sus montajes y absorbido sus lúcidas palabras sobre la situación del teatro infantil actual… Es, pues, para mí un viejo conocido. Sin embargo, hasta hoy no había tenido la fortuna de poder asistir en directo a la puesta en escena de uno de sus textos.
Ha sido gracias a la compañía A Flote Teatro, que ha tenido la valentía y la generosidad de poner en pie una obra de Matilla que, hasta el momento, solo había disfrutado de versiones profesionales Latinoamericas. A Flote Teatro declaran que su objetivo es «crear un teatro renovado y comprometido dirigido a la infancia y a la juventud» y no empiezan con mal paso… La selección de El árbol de Julia viene abalada por la obtención del Premio SGAE a mejor obra infantil en el 2000 y sus más de 16 reediciones del texto con la editorial ANAYA. Su argumento, como todas las obra de Matilla, posiciona a la infancia en el epicentro de un problema adulto y muestra cómo la pureza y la valentía de los niños, lejos de ser inoperante, es la mejor solución. En este caso tenemos a Julia, una niña que se encarama a un árbol para salvarlo de ser talado a causa de la próxima construcción de una fábrica en su pueblo.A pesar de todo, tengo que decir (con cierto pudor) que, El árbol de Julia, no era de mis obras favoritas del repertorio «Matillesco». La utilización del narrador como personaje siempre me incomoda en el lenguaje teatral. Además, la moraleja de la que explícitamente tiende a huir Matilla resulta, en ocasiones, más evidente de lo que debiera en algunos pasajes. Pero en cuanto llevábamos cinco minutos de representación mis prejuicios se han caído por la borda y he recordado a uno de mis profesores de Universidad subrayando que, en teatro, el texto sin el espectáculo no puede entenderse del todo. Efectivamente, no se puede juzgar una obra hasta no verla defendida en escena. Y A Flote Teatro ha defendido el texto de Matilla con la pasión que solo pueden tener aquellos muy convencidos de que, por lo que están peleando, vale mucho la pena.
En otras palabras… la «Julia» que se me ha revelado sobre el escenario del Teatro Luchana ha sido una Julia distinta a la que había conocido en mi lectura solitaria del texto de Matilla. Tengo que confesar que me falto imaginación en ese primer contacto. Lo que he visto hoy es esa mirada seria, reveladora y llena de confianza que tiene Matilla en la infancia. La pasión y la pureza de la mirada infantil proyectada, además, en el mundo adulto hasta hacernos sentir ridículos (deformados hasta casi el esperpento, como le pasa a casi todos los personajes adultos de la obra). Y es que es, precisamente, esto uno de los valores que ensalzan el teatro de Matilla: dramatizar con un enfoque crítico donde a los niños se les hable de las verdades del mundo en un lenguaje que ellos sepan entender pero que no esconde nada. El árbol de Julia habla de nuestra mezquinad (la de los adultos) y de nuestras aspiraciones equivocadas que, a través de la visión pura y valiente de Julia quedan al descubierto y ridiculizadas. Nosotros, los adultos, nos reímos del histriónico alcalde, de los mercenarios operarios o de la oportunista presentadora; pero en el fondo hay algo de nosotros y del mundo que hemos construido que reconocemos en la parodia y sentimos vergüenza y ganas de reaccionar para ser mejores modelos para esos niños a los que acompañamos al teatro. Y los niños, nuestros pequeños espectadores, sienten todo la fuerza de su potencialidad, sienten que se les está hablando con una voz seria que cree en ellos, que les habla del mundo (de lo bueno y de lo malo) con una voz esperanzada: «Vosotros podéis cambiarlo; vais por el buen camino», parece que les susurra Matilla al oído.
A Flote Teatro nos ha hecho un hermoso regalo. Ha levantado con enorme fuerza y agilidad la verdad del texto del Matilla. Mis pequeños espectadores han salido del teatro con más ganas de ser niños y sin miedo a hacerse adultos. Por que saben que pueden, que van a cambiar las cosas.
Por Eva Llergo
DATOS TÉCNICOS
El árbol de Julia, de A Flote Teatro (texto de Luis Matilla)
Teatro Luchana, C/ Luchana, 38
Domingo, hasta el 28 de mayo a las 17:15.
Duración: 55 minutos
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