Por Eva Llergo

Al montaje que nos presenta LaJoven de Un monstruo viene a verme le precede el germen (la idea, el punto de arranque y los personajes) de Siobhán Dowd que no pudo desarrollar por su prematura muerte a causa de un cáncer de mama; la novela que Patrick Ness escribió en 2011 a partir de estos datos, la película que Juan Antonio Bayona estrenó en 2016 y la versión teatral que en 2018 el Teatro Old Vic de Londres estrenó con adaptación de Sally Sookson y Adam Peck. Es mucho peso soportar tanto imaginario previo creado, pero también es evidente que, algo que ha pasado por tantos ojos y sensibilidades y sigue enamorando, se puede permitir 1000 y una relecturas.

El argumento, seguro que por todos conocido, nos cuenta la historia de Conor, un niño de 13 años, que lucha tanto por librarse de los acosadores que le persiguen en el colegio como por encajar y comprender la enfermedad de su madre y su posible desenlace. Entre las grietas de esta desoladora realidad se cuela la presencia de un monstruo, un tejo milenario, que se le aparece cada noche a la misma hora para contarle historias con un hondo calado simbólico que irán enfrentando a Conor con la verdad y sus consecuencias. La estructura de la propuesta, a pesar de toda la emoción y delicadeza, resulta un tanto repetitiva y predecible al quedar necesariamente despajada de toda la densidad y detalle de la novela: la madre empeora, los acosadores se vuelven más agresivos y, cada noche, a las 12:07 a Conor le visita el monstruo. Y así, hasta tres veces. Este patrón es, en cierto modo, interrumpido solo por la intromisión de los cuentos que narra el tejo que suponen una ruptura con la atmósfera creada y que son los que más carga simbólica y escénica poseen dentro la propuesta a nuestro juicio.

El montaje que nos acerca LaJoven bebe residualmente del imaginario de la película de Bayona, pero sobre todo del montaje del Old Vic de Londres. El movimiento escénico, impresionante en el montaje de LaJoven, parece inspirado directamente en el de la propuesta británica. Los cuerpos de los 9 actores y actrices coreografiando al milímetro cada cambio de la escenografía, el ritmo y la energía (sellos siempre presentes, por otro lado, en los montajes de LaJoven) son el mayor acierto de la propuesta.
La escenografía en ambos montajes en sobria: unas sillas y unas cuerdas en el caso británico, y sillas y una estructura metálica con forma de árbol y pantallas en las ramas, en el caso de LaJoven. En ambos montajes se hace un aprovechamiento polivalente de las sillas (son la cama y el sofá de la casa de Conor, pero también las sillas de la escuela o la cama del hospital) y se juega con ellas manteniéndolas en continuo movimiento, aspecto que le imprime una fuerza especial y simbólica al espectáculo.

Los actores se muestran versátiles representado tanto sus papeles principales como una especie de coro físico (a excepción de Elisa Hipólito en el papel de Conor) que aporta volumen y redondez a las escenas. Sin embargo, algunos personajes resultan más prescindibles para la trama como son el caso de Anton (representado por el magnífico Nadal Bin) o el profesor (encarnado por Fernando Sainz) cuyos personajes juegan un papel más bien residual o redundante.

Había numerosa presencia de pequeños y jóvenes espectadores en el patio de butacas. Muchos parecían invitados por sus profesores para realizar trabajos de Secundaria y Bachillerato a partir de la propuesta y otros acompañaban (o eran acompañados) por sus adultos de referencia. Sea como fuere no hay duda de que LaJoven se consolida una y otra vez como la compañía de teatro juvenil de referencia en España. Mis jóvenes espectadores permanecieron muy atentos durante toda la representación, pero al salir manifestaron haberse sentido abrumados por el carácter trágico de la propuesta, hasta el punto de quedar paradójicamente un poco anestesiados y desapegados de ella. El argumento de la novela es el que es, pero tal vez habría resultado interesante introducir algún momento de deshago en el montaje, si no cómico, sí destinado a rebajar algo la tensión in crescendo de la tragedia. Tal vez así aumentaría la sensación de esperanza y superación necesarias para activar también en los jóvenes espectadores la predisposición a hablar del cáncer y el activismo a través de la ayuda a la investigación contra la enfermedad; objetivos que explicita también LaJoven a través de su apoyo y relación con el trabajo de la Asociación Española Contra el Cáncer.

Por Eva Llergo

 

DATOS TÉCNICOS:

Vista el 15 de diciembre de 2024 en la Sala Roja de los Teatros del Canal

Dirección José Luis Arellano García 

Traducción David R. Peralto 

Escenografía José Luis Raymond y Laura Ordás 

Iluminación Juan Gómez-Cornejo (AAI) y Jesús Díaz Cortés (AAI) 

Videoescena Álvaro Luna (AAI) 

Vestuario Ikerne Giménez 

Música Alberto Granados Reguilón 

Movimiento escénico Chevi Muraday  

DIR. Producción Olga Reguilón Aguado 

DIR. Técnica “Está por Ver” 

DIR. Técnica LaJoven Daniel Villar

Ayudantía de dirección David Blanco 

Regiduría y ayudantía de escenografía Christina Eleftheriadou 

Ayudantía de vestuario Laura Camila Forero 

Ayudantía musical Antonio Serrano 

Técnico de iluminación Óscar Fernández 

Técnivo AV David González 

Ayt. Técnico iluminación María Díez 

Maquinista Raquel Rubio 

Prácticas de regiduría Lou Bigué-Suner 

Realizaciones Mambo Decorados, Alles Schick (escenografía), Juan Carlos Rodríguez (utilería)  Gabriel Besa y Cristina Collado (sastrería). 

Guía Didáctica Maite Fernandez, Carmen Yelamos, Elena Trujillo y Paloma Romero

90 minutos

A partir de 12 años

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