Hiroaki Umeda + Somatic Field Project: Moving Stage 1 / Assimilating

Por Violeta Cobo Rodríguez

La danza es una de los muchos tipos de representaciones artísticas con las que se puede comunicar, transmitir, expresar emociones y conectar con el público de una manera única. A través del movimiento, los bailarines transmiten sentimientos profundos y crean un diálogo físico y visual que trasciende las palabras, invitando a la audiencia a experimentar una variedad de sensaciones y reflexiones durante el espectáculo.

De mano del coreógrafo Hiroaki Umeda, fundador de la compañía S20, nos ofreció un gran espectáculo gracias al programa de Veranos de la Villa de 2024. 

Se llevaron a cabo dos coreografías, Moving Stage 1 y Assimilating. Estas, fueron características por su música, ya que era un conjunto de ruidos y vibraciones que te rodeaban llegándolos a percibir por cada parte de tu cuerpo, mezclados con sonidos de la naturaleza como la lluvia o el viento. También la iluminación tuvo una gran relevancia, puesto que Hiroaki suele hilar la danza junto con la tecnología, usando proyecciones que acompañan el dinamismo de la coreografía.

En primer lugar, Moving Stage 1, fue representada por cuatro bailarinas, donde se buscaba transmitir que los movimientos del cuerpo humano surgen  de forma natural en la danza. Parecía representar los conflictos y las luchas internas que todos enfrentamos, utilizando el cuerpo como vehículo de expresión emocional, a través de movimientos enérgicos y violentos. La iluminación utilizada eran divisiones entre luz y oscuridad que acentuaban la tensión de la coreografía. Las sombras proyectadas en el escenario simbolizaban las partes ocultas de la psique humana, mientras que los destellos de luz representaban momentos de claridad y revelación.

En segundo lugar, Assimilating, estaba protagonizado únicamente por Hiroaki Umeda, donde parecía predominar el estilo de baile popping, que consiste en el uso de contracciones y relajaciones rápidas de los músculos, lo que crea un efecto de «pop» en el cuerpo, que a su vez se forman posturas y movimientos que crean efectos visuales. En este caso, la iluminación es clave para entender lo que nos intenta comunicar esta coreografía, compuesta por miles partículas de luz en movimiento constante sobre un fondo negro. Parecía que el bailarín era quien las controlaba con cada movimiento, explorando cómo la tecnología afecta nuestras interacciones y percepciones del cuerpo, puesto que busca abordar el tema de conexión y desconexión en la era digital. En esta parte se produjo un fallo técnico con la coordinación de la luz y el sonido. Aún así se solucionó rápidamente y se reanudó la representación pocos minutos después.  

En mi opinión, considero que en el espectáculo, a parte de buscar transmitir y sensibilizar al público, los artistas demostraron una gran capacidad de coordinación y de escucha corporal en todo momento. Aunque lo cierto es que la representación no lanza los mensajes anteriormente mencionados de forma evidente. Por ello, no es lo más adecuado para los pequeños espectadores más jóvenes, porque por sí mismos no van a reflexionar sobre la profundidad del espectáculo. Se necesitaría algún tipo de ayuda para poder sacar a relucir los aspectos que puedan ser más relevantes y entender el tema y significado de la actuación. Por todo ello lo recomendaría para unos pequeños espectadores adolescentes, ya que el empleo de la tecnología junto a la danza les puede parecer más atractivo.

En definitiva, se logró crear un diálogo único entre el movimiento, la música y la iluminación, invitando al público a explorar temas profundos sobre la naturaleza humana y la interacción con la tecnología. A pesar de algunos desafíos técnicos, la habilidad y la coordinación de los bailarines destacaron notablemente, ofreciendo una experiencia enriquecedora. Este espectáculo no solo entretiene, sino que también invita a la reflexión, reafirmando la danza como una forma de arte que comunica y transmite.

Por Violeta Cobo Rodríguez