Por Eva Llergo
No el de Shakespeare, ni el de Plutarco sino uno propio, y muy suyo, es este Julio César que nos acerca Companhia do Chapitô. Aunque basado, obviamente en fuentes anteriores, la compañía portuguesa recoge los principales hitos de la vida militar y política del célebre conquistador romano y nos la ofrece con su particular mirada cargada de humor, hasta en los momentos más trágicos, y su lenguaje teatral físico y trepidante.
La ascensión de César al triunvirato junto a Craso y Pompeyo, la conquista de la Galia, la guerra civil contra Pompeyo, su paso por Egipto, los intentos de proclamar una autocracia y su asesinato a manos de varios senadores son los momentos elegidos para extraerle todo el jugo cómico a la vida de este militar y político. Obviamente, sin perder de vista ni un ápice de la seriedad de los asuntos tratados. La comedia, señores, es una cosa muy seria y quien lo olvide está perdido. Particularmente, en manos de Companhia do Chapitô, tiene un efecto de distanciamiento muy interesante. Las esperpénticas representaciones físicas de los personajes o la trasmutación del elemento trágico en otros géneros (comedia, parodia o, incluso, musical) aunque nos roben sonrisas y carcajadas, no provocan al mismo tiempo menos espanto porque siempre queda muy claro lo que se está narrando: una masacre, una despiadada conquista, el asesinato de una persona a manos de muchos de los que decían ser sus amigos y compañeros o el abandono de una esposa, Calpurnia (encarnada por una Susana Nunes en estado de gracia). Aunque todo ello es un intento de desacralización de la figura histórica, claro, a través de la parodia, el planteamiento de la compañía no busca culpables históricos ni los señala. Se limita a plantear las cosas como fueron… o, mejor todavía porque por eso es arte y no recreación histórica, como ellos creen que fueron.
El trabajo físico de los tres actores es, como siempre que hemos podido contemplar sus propuestas, de una entrega brutal (baste reseñar las camisetas empapadas de sudor tras los 70 minutos de representación). El vestuario es siempre sobrio, aunque siguiendo una estética muy buscada (aquí pantalones de pinzas negros y camisas azules oscuras de diferentes tonalidades) y el escenario completamente vacío, a excepción de un escaso pero muy significativo atrezzo que aparece en momento puntuales para llenar de significado o de color una escena. Precisamente en esta dirección se mueve el objeto/prenda simbólico y diferenciador (seña de identidad de los montajes de Companhía do Chapitô) que, esta vez, es un guante plateado y brillante. Sirve en la mayoría de las ocasiones para encarnar las armas tan presentes en la biografía de César, pero también el dinero y el poder igual de significativas y de simbólicamente deslumbrantes. Y es que el símbolo del brillo invade toda la propuesta; está presente también de manera muy evidente en el papel dorado con el que Craso muere atragantado en escena (reviviendo su auténtica muerte a manos del rey Perca Orodes II que lo mandó recubrir de oro fundido) o el papel celofán rojo que mana del cuerpo de César durante las puñaladas de todos los senadores, escena final de la propuesta y que se narra sin palabras al ritmo de una canción italiana. Magistral.
Companhia do Chapitô son una muestra de economía escénica total porque sus espectáculos se amparan en las magistrales capacidades físicas y verbales de sus intérpretes y en su predisposición innata a encontrar la manera más risible de narrar cualquier acontecimiento. No necesitan grandes escenografías ni vestuarios, los efectos sonoros nacen de las propias voces de los actores la mayoría de las veces prescindiendo incluso de la música o del espacio sonoro. La austeridad, sin embargo, solo se percibe cuando mucho después meditas sobre lo presenciado y te das cuenta de que, verdaderamente, no había más que tres actores en escena caracterizados prácticamente todo el rato con el mismo vestuario. Resultad inconcebible cuando sales con la sensación de haber visto a más de veinte personajes, escuchado el sonido de las legiones al avanzar por Roma o las ovaciones y abucheos del público a los gladiadores.
Todo el peso cae sobre esa dramaturgia confeccionada como punto de partida, intuimos, a golpe de improvisación y hecha carne escénica gracias a la compenetración total, casi mágica, de, en esta ocasión, tres actores con una escucha total y cómplices del mismo juego.
Sin lugar a dudas, es un lenguaje teatral que exige mucha rapidez y atención por parte del espectador. Máxime cuando, aunque siempre se apoyen en personajes u obras sobradamente conocidas (Edipo, Hamlet, Antígona), no hay una reconstrucción argumental arqueológica y respetuosa de, cuando las hay, las obras de referencia. Se cuenta siempre con un espectador cómplice que reconozca rápidamente a los personajes por sus caracterizaciones anecdóticas, rellene los vacíos significativos y reconstruya y actualice los símbolos lanzados. Huelga decir que, como adulta y entrenada en el teatro, una sale de contemplar sus espectáculos con la cabeza bullendo, así que no extrañará a nadie que los jóvenes espectadores que me acompañaba tuvieron momentos de perplejidad total en la que se declararon perdidos e incapaces de seguir la trama. Con la predominancia de espectáculos y productos culturales y de ocio donde lo esencial es lo que se cuenta y no tanto como se cuenta, es difícil hacerles entender que esto no es un problema, porque lo que verdaderamente aportan Companhia do Chapitô no es tanto una reelaboración o actualización de tramas o biografías célebres sino una propuesta de lenguaje dramático trepidante, casi delirante, que cuenta mucho más que lo argumental. Son ya tres las propuestas de la compañía que han contemplado mis jóvenes espectadores y las tres veces, a pesar de declararse perdidos en varias ocasiones con la trama, adquieren gestos o toman préstamos léxicos de las obras que luego introducen repetidamente en nuestra vida cotidiana. Lo que han presenciado ha calado mucho más hondo que un argumento, les acompañará en su retina mucho más tiempo y volverá a su vida cuando menos lo sospechen. Ese es el mérito del mejor arte y Companhia do Chapitô lo genera con cada uno de sus montajes.
Por Eva Llergo
DATOS TÉCNICOS:
Vista el 2 de diciembre de 2023 en Espacio Abierto Quinta de los Molinos
Creación colectiva de la Companhia do Chapitô
Dirigida por: José C. García y Cláudia Nóvoa
Interpretación: Jorge Cruz, Pedro Diogo y Susana Nunes
Dirección de producción: Tânia Melo Rodrigues
Diseño de luces: Bruno Boaro y José C. García
Diseñador gráfico: Silvio Rosado
Comunicación: Cristina Carvalho
Audiovisuales: Frank Saalfeld
Distribución: César Arias – MARMÔRE
Duración: 70 minutos
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