Por Sara Barquilla Guerrero
Acudir a la representación de una obra clásica siempre es un gustoso viaje en el tiempo, una máquina escénica que nos teletransporta al pasado sin movernos de la butaca. Pero si esa obra clásica, además, se pone en escena en el corral de comedias de Almagro, entonces casi podríamos hablar de magia. Las comedias del Siglo de Oro requieren un pequeño esfuerzo del espectador actual para ponerse en la piel del público de los siglos XVI y XVII, y así comprender las preocupaciones que se ponían en escena y hacían vibrar a los espectadores de aquel entonces. Evidentemente, esa comprensión fluye sin el menor obstáculo cuando la representación tiene lugar propiamente en un corral de comedias, un espacio que habla por sí mismo. Cuando un espectador se sienta en el patio de butacas, casi espera ver aparecer a los mosqueteros, se asombra de que la cazuela acoja a hombres y mujeres juntos, se sonríe sabiéndose de un nivel similar a aquellos que ocupan su plaza en los aposentos de los laterales. El corral de comedias en sí ya es un espectáculo y todo un regalo para el pequeño espectador, para el que es mucho más comprensible el lenguaje y los gestos que tienen lugar sobre el escenario.
Umbra Teatro pone en escena una obra titulada La garnacha de los bufones y el Retablo de las Maravillas. Pensábamos que íbamos a ver el entremés de Miguel de Cervantes. Sin embargo, la representación se acercaba de alguna manera a aquellas del Siglo de Oro, en las que no solo veías una obra, sino que se alternaban varias puestas en escena. En el caso que nos ocupa, podríamos hablar de tres bloques. El primero, correspondiente al título La garnacha de los bufones, consiste en un grupo de cinco bufones contando de qué trata su trabajo, qué opinión se tiene de ellos y de ellas, cómo es un corral de comedias, con sus diferentes secciones y las personas que las ocupaban; en definitiva, una explicación muy completa sobre la representación de una comedia en el Siglo de Oro. Sin pelos en la lengua y con plena desinhibición, tales bufones plantean de forma muy amena y didáctica una etapa histórico-literaria y, además, gracias a su actuación, ayudan a entender el oficio del comediante de esta época. Esta sección incluye a su vez la loa, que es lo primero que recibía un espectador en una representación en el corral de comedias.
El segundo bloque es el representación del entremés de Miguel de Cervantes, El retablo de las maravillas. Dos pícaros, Chirinos y Chanfalla, venden su “espectáculo” allá donde van; pero su trabajo es puro humo, no hay nada. La excusa: no lo ven los bastardos, los conversos. Suficiente, todo el mundo admite verlo. El comendador no lo ve y tampoco duda de sus orígenes; mira extrañado a su alrededor, finge ligeramente para no llamar la atención, pero no entiende qué está pasando, por qué todo el mundo dice que ve algo cuando no hay nada. Los pícaros estiran al máximo la burla y escapan con la ganancia dando esquinazo al furioso comendador. Como buen entremés, los personajes exageran sus papeles: los pícaros son muy ingeniosos, al alcalde y a su hija les falta un buen hervor, el comendador es soberbio y altanero. Sus gestos, sus movimientos, las réplicas, todo va en una sola dirección: entretener al público. No obstante, Miguel de Cervantes, escribió una obra que, además de divertir, obliga al espectador a reflexionar sobre la honra y la importancia del qué dirán. Además, el espíritu del barroco está presente en ese contraste entre la realidad y la ficción, en lo que parece pero no es.
El tercer bloque es el coloquio final con los actores, gracias al cual el pequeño espectador pudo plantear sus dudas a los actores. ¿Por qué unos ven y otros no? ¿Por qué no admitir claramente que es un engaño? ¿La figura del comendador representa a alguien en concreto? Es una oportunidad de oro poder destripar una obra, reflexionar sobre ella, plantear interrogantes y, sobre todo, tener delante a los creadores para que resuelvan las cuestiones directamente. El público de la sala salió muy satisfecho de la representación. En concreto, el pequeño espectador comentó que le había gustado mucho a pesar de que más de uno salía del corral preguntándose sobre la cuestión que flotaba en el ambiente: ¿por qué? En el coloquio se trasladó esa duda a la vida actual, a la importancia que se le dan a las apariencias, a aquellas veces en que se hace el vacío a alguien o se dicen cosas que no son porque nos interesa quedar bien.
La clave de la obra es el humor. En la primera parte, los cómicos dan una clase magistral sobre los corrales de comedias y, sin embargo, el público no para de reírse con sus aspavientos, los juegos de palabras, la locura puesta en escena. En la representación del Retablo, el humor surge de la propia burla que, de desmesurada, resulta absurda y muy cómica; también de los personajes, de rasgos exagerados, como la simplicidad del alcalde y su hija, aunque al final el espectador recibe una grata sorpresa: la hija no era tan tonta como parecía. ¿El espectador es engañado como el comendador?
La ruptura de la cuarta pared es otro elemento del que no habría disfrutado el público del Siglo de Oro, pero que aquí enganchó aún más al pequeño espectador, sentado en el patio de butacas. No solo entran y salen del escenario, sino que los personajes interaccionan con el público, le piden que intervengan en la burla con sus aplausos y convierten a una espectadora en la prima Repolla. Las alusiones sexuales, sean posturales o lingüísticas son siempre bienvenidas en el humor y al joven espectador le hacen mucha más gracia.
En cuanto a escenografía, ni está, ni se la echa de menos. El corral, como ya se ha comentado, tiene mucha fuerza en sí mismo. Los personajes, por su parte, lo llenan todo con sus movimientos rápidos, sus cambios de posición, sus salidas al patio de butacas. Y el retablo, como bien sabemos, es pura ilusión.
En definitiva, disfrutamos de la puesta en escena de Umbra Teatro haciendo un maravilloso viaje en el tiempo, nos reímos, aprendimos sobre el corral de comedias y tuvimos la suerte de acercarnos un poquito más al universo creativo de Miguel de Cervantes. ¿Qué más se puede pedir? ¿Que eso sucediera en el corral de comedias de Almagro? Deseo concedido.
Por Sara Barquilla Guerrero
DATOS TÉCNICOS:
Vista el 28 de febrero de 2023 en el corral de comedias de Almagro
ELENCO DE ACTORES: Javier Mañón, Gema Baos, Covadonga Calderón, Vicente Nové, Luis García.
DIRECCIÓN: Javier Mañón, Gema Baos, Covadonga Calderón, Vicente Nové.
DIRECCIÓN ARTÍSTICA: Javier Mañón.
PRODUCCIÓN EJECUTIVA: Equipo Umbra.
TÉCNICO: Higinio Bautista.
VESTUARIO: Luis García.
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El Retablo de las Maravillas representada por el grupo Umbra Teatro me ha resultado decepcionante: especialmente por su chabacanismo insoportable y por la exagerada e histriónica actuación de los actores. He sentido muchísima vergüenza ajena.