Temis, de Compañía Bonobo

Por Irene Herráez

La polis es un lugar extraño, atravesado de violencias casi invisibles, engaños velados, explotación bienintencionada, condescendencia, dinero (centro de todo), poder. La polis viene de antiguo pero sigue existiendo hoy: en ella vivimos y convivimos, entre nosotros (masculino ¿genérico?), los ciudadanos, y ellos, los bárbaros. Juntos, no revueltos, en esta sociedad nuestra plural. 

En Temis la compañía chilena Bonobo disecciona desde el humor negro y el diálogo picado las fricciones entre la familia, la ideología inclusiva y la explotación económica. En ella, cuatro hermanos (tres hombres y una mujer), dueños de una empresa adalid de la antidiscriminación y los protocolos, se enfrentan a la súbita aparición de una hermana desconocida, proveniente de un entorno desfavorecido. La llegada de este elemento del afuera genera una incomodidad en los personajes, que verán puestas en entredicho sus convicciones acerca de la justicia, la igualdad de oportunidades y los privilegios. 

Con un ritmo perfectamente medido, en el que cada réplica mueve la acción hacia lugares desconocidos e interesantes, la obra nos conduce como espectadoras (femenino genérico ahora) por un camino plagado de trompicones, subidas, bajadas, altos… con una construcción dramatúrgica fascinante. La estructura funciona como un mecanismo aparentemente caótico (en el mundo de la ficción), en el que van sucediéndose giros que desplazan la atención en un continuum de situaciones hilarantemente incómodas y, a veces, estrambóticas. 

El humor, pieza clave en el montaje, está muy basado en lo rítmico, lo cotidianamente raro de nuestro mundo y las contradicciones de las personas progresistas. Todo es un gran acierto y se lleva a cabo con una técnica maravillosa, y destaca sobre todo el último punto, que dialoga perfectamente con el patio de butacas. Muchas veces asistimos a espectáculos que se dirigen a las personas ya convencidas, que critican o se ríen de posturas mayoritariamente opuestas a quienes se encuentran en la sala. Temis se burla de nosotras en nuestra cara. Se ríe de nuestras incoherencias, de nuestra hipocresía, de nuestros ideales que a veces chocan con la realidad, y en la que nos excusamos.

El elenco está formado por intérpretes de gran talla, que se mueven con una complicidad evidente. El trabajo de compañía es muy visible: todos los elementos de la puesta en escena están cuidados y ensamblados con esa calidez que destilan los montajes de personas que llevan mucho tiempo creando juntas. La escenografía, el vestuario, la luz son funcionales y no quitan el foco de lo verdaderamente importante: las palabras, los gestos, el conflicto, el lenguaje poético y el común. 

Aunque no está específicamente dirigida a jóvenes espectadoras, el dinamismo, los temas y la rareza de la pieza la hacen muy atractiva para públicos de todo tipo, especialmente para aquellos que buscan un lenguaje distinto al que habitualmente encontramos en los escenarios españoles. Bonobo es una sacudida fresca e inteligente venida del otro lado del Atlántico, un acento y un punto de vista que refresca y se agradece. 

Temis, diosa griega de la justicia, vendrá en algún momento, vendrá a por todas y todos. Llegará desde tres mil años atrás y se dará cuenta de que casi nada ha cambiado. Llegarán sus cíclopes y sátiros, se encontrarán cascos de moto y salones burgueses como en un drama de Ibsen, y verán que tantas cosas permanecen igual. 

Por Irene Herráez