Por María Jara

Aún hoy recuerdo la primera obra de teatro a la que nos llevó mi madre, a mi hermano y a mí. Antes hubo payasos, cine, algún que otro zoo y parque de atracciones. Los recuerdos de las películas, cumpleaños y excursiones se mezclan y se desdibujan. Pero aquella La vida es sueño en el centro cultural Galileo Galilei aparece vívida en muchos detalles, a pesar de los años y las muchas obras de teatro que vendrían después. ¿Cuánto entendí de una obra tan compleja? Probablemente, no mucho.  Lo que sí que supe es que el sufrimiento, la excitación, el miedo, la furia, el alivio… de todos aquellos personajes era tan suyos como míos.

Este recuerdo estaba muy presente en la que iba a ser la primera obra de mi pequeña espectadora, de un año y medio. Mi niña no recordará Zapatos, aunque su carita fascinada, la boca medio abierta, la mirada atenta y los momentos en los que se levantaba emocionada hicieron de esta una obra inolvidable para su madre.

Aunque el teatro Tyl Tyl no forma parte del espectáculo, la antesala, decorada con dibujos y pensada para que los pequeños curioseen y lean antes de la obra contribuye a crear un clima lúdico de confianza. Esta atención al detalle y conocimiento de la mente de los niñas y niñas sigue en la sala antes de la obra propiamente dicha. Colocarse en las colchonetas es un juego y como un juego simbólico, con una acción cotidiana y que se viste de magia, los pequeños (y los mayores) se quitan los zapatos para asistir al espectáculo. Ya no están en la calle, es casi como casa, pero no. Los zapatos se quedan colocados a nuestro lado, como en el cuento de la noche, y entramos en el terreno de la fantasía.

En el escenario se queda la actriz, Laura Sarasola, contándonos la historia de unos zapatos animados que exploran las inquietudes de los niños y niñas: la familia, las aventuras, la naturaleza… Nos transmite a través de algunas palabras, pero sobre todo, con el cuerpo, el baile y un cierto grado de improvisación en una comunicación constante con sus espectadores menudos. La música y la iluminación son parten de ese mensaje, estructuran las historias que componen la obra y crean transiciones que, más allá de la lógica y el tema, configuran una unidad.

Ver teatro para niños sirve para renovar el amor de los adultos por aquellos elementos escénicos que siempre funcionan y recordar por qué lo hacen. Qué divertido es un aparte y ese diálogo con un público que sabe más que los personajes. Sin embargo, el mérito no es solo de la mirada renovada. Caramuxo Teatro utiliza estos recursos con maestría y elegancia, sin abusar de lo cómico de forma histriónica y sin renunciar tampoco al humor.

El final de la obra no puede ser igual para los adultos que para los peques. Ellos le darán sentido a todo lo que han vivido jugando. Y lo sabe bien la compañía, que no echa el telón, sino que lo levanta para que su público suba al escenario, toque los zapatos, abra cajas, mire detrás del biombo blanco… Los mayores salimos de Zapatos igualmente emocionados. Porque el difícil camino de encontrar y contar lo esencial no puede sino conmovernos. 

Por María Jara

 

DATOS TÉCNICOS:

Vista el 12 de mayo de 2024 en el Teatro Tyl Tyl (Navalcarnero)

  • Autoría: Juan Rodríguez Santiago
  • Dirección: Juan Rodríguez Santiago
  • Intérpretes: Laura Sarasola Pontón
  • Escenografía: Caramuxo Teatro
  • Vestuario: vaiben
  • Iluminación: Caramuxo Teatro
  • Sonido: Juan Rodríguez
  • Duración: 30 minutos

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