Por Eva Llergo
Les seguíamos como revista desde 2020 cuando trajeron a la Cuarta Pared su precioso espectáculo sobre las raíces y la memoria Conservando la memoria; y persistimos con su Hubo, esa oda al mundo rural, al valor de lo que nos empeñamos en borrar pero que también se queda. Sin embargo, personalmente, se me habían resistido porque desde entonces cada vez que pasaban por Madrid la compañía riojana El patio teatro tienen garantizado el cartel de “Entradas agotadas” a los pocos días, que a veces minutos, de ponerse a la venta. Y, si lo que una busca es una experiencia «en compañía de pequeños espectadores» como dicta nuestra revista, es difícil conformarse con las dos invitaciones de prensa que tan generosamente nos ceden las salas. Algo así me pasó con su último espectáculo Feriantes; este último, incluso, estuvo programado durante enero de este año en el Centro Dramático Nacional pero no conseguí llegar a verlo. Afortunadamente, Espacio Abierto Quinta de los Molinos, siempre atento a proporcionarnos experiencias que alimentan tanto nuestras mentes como nuestros corazones, nos ha regalado la posibilidad de encontrarnos, por fin, con El patio teatro.
Feriantes es una obra de teatro documental que parte de entrevistas a profesionales de este arte y reproduce las luces y las sombras de este oficio que tanta ilusión nos ha provocado a todos y, al mismo tiempo, que esconde también los sinsabores y deleites de la vida nómada. Ser feriantes es no ser de ningún sitio y de todos a la vez, es llevar siempre tu propio paisaje a cuestas.
Con una dramaturgia intensamente poética y, en sus propias palabras “romantizada”, tres actores se desdoblan en los propios feriantes pero sin olvidar nunca que también son observadores, receptores de las historias y, por supuesto, intérpretes y nos ofrecen desde esta perspectiva poliédrica pequeñas estampas de la vida de los feriantes. Alejandro López, Julián Sáenz-López y Diego Solloa rezuman cercanía, veracidad y ternura en sus interpretaciones. Se nota el entusiasmo por la tarea encomendada y el respecto ante los testimonios recibidos y las personas que se los otorgaron. Traslucen un enorme halo de humanidad y sencillez, como si toda su interpretación fuera natural, espontánea, improvisada. Pero es fácil ver que es un equilibrio sumamente complicado y que exige mucho magisterio, como el de la bailarina que está completamente en tensión mientras parece flotar sobre el escenario… y a pesar de todo su rostro está relajado y sigue sonriendo.
No podía faltar, como uno de los sellos de El patio teatro, el papel preponderante que adquieren los objetos: los pequeños coches de juguete en los que se recorren simbólicamente España los feriantes, claro está, se transforman también en sus barracas de juego; una rueda de bicicleta que se vuelve una fantástica noria o los premios de la tómbola acaban siendo los objetos de sus casas. La escenografía es un elemento narrativo más y muta constantemente ante nuestros ojos para configurar también los vehículos donde viajan, las casetas de feria o sus propios hogares.
Destacamos también la dirección de Izaskun Fernández y Julián Sáenz-López porque suyo es el mérito de que ritmo del montaje no decaiga en ningún momento. Y es una proeza cuando no hay un hilo narrativo que lo sostenga de manera espontánea, sino solo la unión perfecta de multitud de pequeñas estampas llenas de ternura, verdad y ese humor, muchas veces agridulce, que tiene la sonrisa perenne ante cualquier adversidad de la gente curtida por la vida.
Los pequeños espectadores siguieron con deleite la obra anunciada como para a partir de 9 años. Es cierto que es una ruptura de sus esquemas la intromisión del género documental en el lenguaje teatral y siempre se sorprenden de no encontrar el tan acostumbrado asidero y guía de la trama perfectamente delimitada. Pero el acercamiento desde el juego, la emoción y la ternura prevalecen y el disfrute, al final, es igual de intenso.
Como adulta me rindo ante el valor de los que van a contracorriente y tratan de acercar a nuestras vidas la mesura, la humanidad, el mimo y el detalle, el valor de lo pequeño e intangible; cosas que están siendo arrasadas, minusvaloradas, a veces incluso ridiculizadas, por los tiempos que nos han tocado vivir. Gracias a El patio teatro por traer, una vez más, hasta nosotros ese momento de pausa, de reflexión, para darnos cuenta de que lo perdido se puede recuperar.
Por Eva Llergo
DATOS TÉCNICOS:
Vista el 25 de mayo de 2024 en Espacio Abierto Quinta de los Molinos
Creación: El Patio Teatro
Texto y dirección: Izaskun Fernández y Julián Sáenz-López
Reparto: Alejandro López, Julián Sáenz-López y Diego Solloa
Escenografía e iluminación: El Patio Teatro
Vestuario: Martín Nalda y Amparo Cámara
Música: Nacho Ugarte
Construcción escenografía y atrezzo: El Patio Teatro
Fotografía: Luz Soria
Producción: Centro Dramático Nacional y El Patio Teatro
Distribución: Ana Sala IKEBANAH Artes Escénicas
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