Por Violeta Cobo
Me pregunto qué pasaría si de repente se intercambiaran todos los papeles entre hombres y mujeres en un país. ¿Reinaría el caos? ¿O en cambio, todos estarían encantados?
En la opereta cómica infantil La idea, se responden a estos interrogantes con motivo del 150º aniversariodel nacimiento del compositor británico Gustav Holst, más reconocido por su suite orquestal Los planetas. A través de su música y el libreto de Fritz Hart, el Teatro Real cuenta la historia de un país supuestamente imaginario, donde el presidente del gobierno ha tenido una gran idea después de estar convaleciente a causa de una enfermedad. Argumenta que la economía y el funcionamiento del país no es ideal, por ello se debe imponer una nueva ley, con la que en un principio todos están de acuerdo: los hombres desempeñarán las tareas de las mujeres y las mujeres las de los hombres.
Esta obra no es nueva, surge en 1896, año en el que comenzó el movimiento sufragista por la lucha del derecho a voto de las mujeres en Reino Unido, por lo que en un principio puede que el autor quisiera hacer una crítica a la condición cultural del momento. Así mismo, no se representó hasta 2021 por primera vez y aunque la pieza sugiere un dilema que podría encajar con la actualidad, ha sido traducida y adaptada por la directora de escena, Susana Gómez, puesto que en sus inicios la obra se dejaba llevar por la venganza hacia el presidente del gobierno, ya que el pueblo no está de acuerdo con la idea del presidente, sin dar pie a los personajes a sentir empatía por las funciones ejercidas por el sexo opuesto, como ocurre con esta versión modernizada y acorde a los tiempos que vivimos.
El elenco está dividido entre seis intérpretes principales representados por adultos, mientras que los quince restantes son habitantes del pueblo gracias a la colaboración entre el Teatro Real y un grupo vocal llamado Pequeños Cantores de la ORCAM, de edades comprendidas entre los 5 y 16 años. Todos dan vida a sus personajes combinando la narración con canciones, compuestas con ritmos melódicos simples y populares en el Reino Unido de la época en la que se escribió esta ópera. Todo ello de la mano del pianista Francisco Soriano, que también se encarga de la dirección musical del montaje.
Tanto la escenografía como el vestuario están cuidados hasta el más mínimo detalle. Porque aunque sea un país supuestamente imaginario, se ven motivos y características que recuerdan especialmente al Londres romántico, sin necesidad de eludir el espacio y tiempo al que hace referencia. Por un lado, la ingeniosa escenografía está compuesta de dos grandes gradas móviles, divididas en tres niveles de altura que permiten la posibilidad de ofrecer espacios muy diferentes que nos ubican, como por ejemplo, en la Cámara de los Comunes o en un típico tejado londinenses cubierto de sus características chimeneas. Por otro lado, el vestuario y la caracterización de cada personaje es llamativa y colorida, lo que capta la atención de los más pequeños. A su vez, tiene un carácter simbólico, puesto que se utilizan distintos elementos populares de la tradición británica, como un bombín en la cabeza del rey para sostener su corona; el característico gorro de Beefeater para referenciar a Max, el celador, con la guardianes de la Torre de Londres y el uso del tartán, un tradicional estampado escocés, en el traje de Mona, la mujer costurera. En adición, en el momento que se impone la nueva y controvertida ley el vestuario de todos los personajes cambia. El rey comienza a llevar un corsé decorado con utensilios de cocina que llevaba en un
principio la reina, para indicar que ahora es él quien se va a encargar de las tareas de la cocina. Por otro lado, tanto la reina como la nueva presidenta comienzan a llevar pantalones, algo innecesario, aunque supongo que ayudó a los más pequeños a comprender que la nueva ley había sido acogida.
En todo momento los pequeños espectadores parece que disfrutaron la obra entre risas y aplausos. Aún así, en ocasiones algunas piezas musicales te dificultan seguir el hilo de la trama, pues la mayoría de los cantantes tenían un registro vocal muy alto y no se les entendía el discurso de las partes cantadas. Sin embargo, no se les puede negar a ninguno, tanto jóvenes como adultos, el brillante trabajo actoral digno
de ovación. Continuando por la misma línea, ni los mayores ni pequeños espectadores conocen la ópera original La Idea, por lo que pierde el simbolismo que se intenta transmitir y se deja un poco de lado el objetivo de dar a conocer a Gustav Holst y su obra. Además, el desenlace del espectáculo es demasiado escueto, pues el mensaje final del montaje es entender que cualquier tarea o función tiene su nivel de
complejidad y no debería estar asociada a ningún género concreto, al igual que su apariencia (aunque eso no se ve del todo reflejado), ya que cada ser humano tiene el derecho de actuar según sus gustos e intereses personales, aunque siempre cumpliendo con sus obligaciones sin que las tenga que imponer el cromosoma con el que hayas nacido. Aquí es donde recae la importancia de la obra, el problema está
cuando únicamente se destinan tan solo unos treinta segundos escasos en una parte tan significativa antes del número musical final, considero que le resta importancia al mensaje. A pesar de ello, acentúo la valiosa ocurrencia de la dirección de escena al decidir que sean los niños los que tengan que convencer a las máximas autoridades de que la idea del presidente era buena, solo que no desde la imposición, sino desde la elección a que cada persona puede y debe hacer lo que quiera sin depender del género con el que haya nacido, pues emite a los pequeños espectadores que su voz y opinión son importantes.
Desafortunadamente, si lo que buscas de esta opereta infantil es que inculque valores feministas sobre respeto e igualdad, además de conocer más sobre la vida y obra de Gustav Holst, deberías de hacer un trabajo de reflexión posterior al espectáculo sobre lo que han entendido los pequeños espectadores. En cambio, si tu intención es acercar la cultura teatral a tus niños y pasar un buen rato, La idea es una buena obra de teatro, así que no dudes en comprar sus entradas.
Por Violeta Cobo
DATOS TÉCNICOS:
Vista el 27 de enero de 2024 en Teatro Real de Retiro (Plaza de Daoíz y Velarde, 4)
Música de Gustav Holst (1874-1934) y libreto de Fritz Hart
Dirección musical y pianista: Francisco Soriano
Dirección de escena y versión del libreto: Susana Gómez
Directora del coro: Ana González
Escenografía y vestuario: Alejandra Glez Requeijo
Realización: Real Teatro de Retiro
Iluminación: Manuel Fuster
Idioma: castellano
En conmemoración del 150 aniversario del nacimiento de Gustav Holst
En conmemoración del 150 aniversario del nacimiento de Gustav Holst
Reparto
Coro de niños: Pequeños Cantores de la ORCAM
Grupo 1 (viernes 26 de enero, jueves 1 de febrero, sábado 3 de febrero, domingo 4 de febrero)
Alba de Los Ángeles Street del Castillo, Albert Vitanov Ivanov Pakkanen, Ana Ciulianu, Ana Benedetta D’Arcangeli Feduchi, Aurora González Gago, Carmen Carrillo Garrido, Gabriel Reina Guzmán, Helia Galindo Herranz, Irene Pérez de la Riva, Julieta Hervella Vaquero, Martina Rodríguez Iglesias, Nícol Corbacho, Nicolás Álvarez García, Stella Moreno Monaco, Susana Fernández de Larrinoa Cordón
Grupo 2 (sábado 27 de enero, domingo 28 de enero, viernes 2 de febrero, miércoles 7 de febrero)
Adeline Tadea d’Aviau de Ternay Baciero, Anne García Díez, Astrid Inda Castaño, Claudia García Barroso, Iris Motos Vázquez, Kiara Nogleira Delgado, Leila López Sierralta, Leo Ainstein Lozano, María Sol Torrealba Sánchez, Natalia Elena Romero Jiménez, Olivia Lucendo Muñoz, Rafael Bibiano Torrealba Sánchez, Sofía Torres Raga, Tomás David Romero Jiménez, Vera González Menéndez
Rey: John Heath
Reina: Lara Chaves
Presidente del gobierno: Juan Laborería
Carol: Patricia Illera
Max (Centinela): Francisco J Sánchez
Mona: Julia Rey
Duración: 70 minutos
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