Por Coral Gil

La verdad es que no se me ocurre qué grado de enajenación mental me haría falta para ser capaz de resistirme a algo que lleva por título Ilusia. No se me ocurre, no. Es un título tan bello como evocador, que apela a lo más elemental de la existencia humana y que tiene la capacidad de alejarnos de lo racional y lo absoluto para acercarnos al plano de lo mágico, de lo creativo, de lo esencial, de eso que es invisible a los ojos, como diría Saint-Exupéry. Pero si además lleva por “apellido” Yllana, una compañía con casi 40 espectáculos a sus espaldas representados en 48 países, con un listado irreproducible de premios nacionales e internacionales, que supera los treinta años haciéndonos reír desde el escenario sin echar mano del verbo, y haciendo del gesto un lenguaje propio, intenso y rico en matices, entonces ya, perdónenme, pero si hace falta me peleo por conseguir entradas.

En esta ocasión, pues, procedemos a deleitarnos con una propuesta dirigida por  David Ottone, uno de los miembros fundadores de la compañía que sabe tocarnos la fibra ya desde la estética escenográfica, conocedor del hecho de que esto es lo primero que nos entra por los ojos a los que habitamos el patio de butacas.

Y así nos trasladamos a la época dorada del séptimo arte y nos zambullimos sin dificultad en toda esa poética visual del cine de los años 20 tan atractiva, tan detallista, donde cada objeto tiene un sentido, una personalidad definida y una razón de ser en la escena; donde la corporeidad de la comedia física lo dice todo y si no, sus subtítulos ya se encargan de puntualizar lo necesario; donde el vestuario es un protagonista más con historias que contar, la música un elemento que acompaña, subraya y embellece la escena o donde el trabajo gestual de sus dos intérpretes: Eduardo Guerrero y Natalia Calderón, se transforma en un lenguaje infinito dotado de superpoderes que democratizan y universalizan la comunicación y conectan con cualquier humano da igual su edad, su nacionalidad o su estado de ánimo demostrando un nivel de maestría y talento de orden superior, recordándonos sin mucho pensar a Chaplin, Keaton, Goddard…  ¡Bravo! ¡Bravísimo!

Es esta conexión entre la estética de las películas de cine mudo y la propuesta visual de Ilusia lo que añade una capa adicional de encanto a la obra. Pero como decimos, la presencia de elementos visuales propios del cine mudo no solo rinde homenaje a una forma artística atemporal, sino que también resalta la universalidad de la comunicación a través del gesto y la expresión. En este contexto, Ilusia se erige como un tributo contemporáneo a la creatividad y la maestría de los pioneros del cine, demostrando que las técnicas clásicas siguen teniendo un impacto profundo en la apreciación estética del público actual en general, así como de los pequeños espectadores en particular que estaban completamente seducidos por cuanto ocurría en escena. Mi pequeña espectadora de 9 años aseguró más tarde en un arrebato de sensatez muy propio de ella, que era “lo más triste pero a la vez más divertido” que había visto nunca. No se puede ser más acertada y sencilla.

Este es el camino, este es el viaje en el que nos embarcamos a bordo de nuestras butacas. Un viaje mágico que nos sumerge en la esencia de la ilusión humana, explorando la conexión entre nuestros deseos, sueños, añoranzas y la capacidad infinita de imaginar y crear como motores para seguir adelante a pesar de la adversidad. La trama, ingeniosamente elaborada, se desarrolla con muy buen ritmo y nos sumerge en un relato lleno de sorpresas, humor y reflexiones que tocan el corazón de la mano de Maese Pícolo y su hija Colombina, dos cómicos que en horas bajas, recorren los caminos sobreviviendo a duras penas tanto a las penurias económicas como a la tristeza infinita por la pérdida de su madre y esposa. A medida que avanza la historia, nos enfrentamos a la dualidad de la realidad y la ilusión, recordándonos la importancia de la creatividad y la magia en nuestras vidas.

Yllana con su genialidad y sensibilidad nos invita a explorar el poder transformador del teatro y logra con Ilusia  transportarnos a un mundo donde la magia es real y la ilusión es eterna aunque el desánimo y la nostalgia envuelvan nuestros días.

Ilusia es, en conclusión, una experiencia teatral que va más allá de la simple representación escénica, es un recuerdo afectuoso de la capacidad humana para soñar, crear y emocionarse, que deja una huella imborrable en el corazón del espectador. Una experiencia única donde la sensibilidad y el cariño de Yllana se despliegan con maestría, recordándonos que, en el teatro, la verdadera magia siempre reside en el amor por el arte y la conexión humana.

Por Coral Gil

 

DATOS:

Vista el 30 de diciembre de 2023 en el Teatro Infanta Isabel

Ficha artística:

Dirección: David Ottone

Intérpretes: Natalia Calderón y Eduardo Guerrero

Dramaturgia: Rafael Boeta

Diseño de Vestuario: Tatiana de Sarabia

Diseño de Sonido: Luis López de Segovia

Escenografía: Tatiana de Sarabia y David Ottone

Diseño de Iluminación: Pedro Pablo Melendo

Música Original: Mark Álvarez y Natalia Calderón

Duración; 60 minutos

 

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