Por Juan Sánchez Gómez

“Lo tienen todo manga por hombro, como tú en casa”. Esto es lo que una madre dice al pequeño espectador que va con ella cuando entran en Bululú 2120. No sé cómo de ordenado será el pequeño, pero espero que su cuarto no llegue a los límites del espacio escénico con el que nos recibió la compañía El ball de sant Vito: un enorme vertedero en el que se acumulan aparatos que antaño fueron útiles, y ahora dormitan bajo el polvo. Sin embargo, pronto entran en escena Manel y Xavier, que con artesanía y talento nos demostrarán que hasta lo más destartalado puede tener una segunda vida.

Para ello crean un espectáculo basado en Las metamorfosis, el poema escrito en el siglo I d.C por Ovidio. A partir del concepto de metamorfosis, que en el texto clásico sirve para referirse a las transformaciones míticas con objeto de explicar los fenómenos de la naturaleza, Manel y Xavier nos mostrarán que la naturaleza está en constante cambio. De este modo, por ejemplo, el agua de los ríos se evapora y se convierte en las lluvias que descargarán las nubes para hacer crecer a los árboles. Una perfecta adaptación de la cosmogonía de Ovidio, contada a través de los objetos que pueblan el vertedero. Latas de conserva articuladas serán pastores, la bombilla de una lámpara se mimetizará con un gusano que excava las profundidades de la tierra, la cadena de la lavadora y su desagüe harán trampantojo con la lluvia. Un mundo reutilizado, una Arcadia de plástico y latón.

Toda esta creación del universo en directo ha servido a Manel y Xavier para construir la escenografía que cobijará el mito que nos van a contar: el del rey Midas. La historia del Libro XI de Las Metamorfosis aparece ante nuestros ojos con un Midas creado a partir de una grande y redonda lata de berberechos, alimento entre lo divino y lo humano, como el propio rey. Y es que la elección de objetos de El ball de sant Vito para confeccionar sus títeres no es baladí, sino que está tomada con mucho criterio y un riguroso trabajo de la metonimia. Pronto lo comprobamos cuando los dioses hacen acto de presencia para conceder (o condenar) a Midas su don. Júpiter, Minerva, Mercurio y Apolo aparecen metamorfoseados en poderosos electrodomésticos que bien podrían ser sus atributos contemporáneos: un secador de pelo para el dios de las tormentas y los cielos, un libro para la diosa de la sabiduría, una radio para el dios de la comunicación y un piano para el patrón de las artes.

Será este último, Apolo, quien sabedor de la avaricia de Midas otorgará al rey la capacidad de convertir todo lo que toca en oro. Al principio todo es felicidad, pues todo sobre lo que Midas posa el dedo adquiere un reluciente aspecto dorado: un árbol, su caja fuerte, ¡el palacio entero! Metamorfosis que no revelaremos y que la compañía ilustra con exquisita técnica digna de un truco de magia. Sin embargo, pronto el don empieza a convertirse en maldición cuando interfiere con las actividades cotidianas del rey. Porque el oro es dinero, pero uno no puede alimentarse de monedas y lingotes. Desesperado, Midas no puede hincarle al dienta a nada de los que sus sirvientes han colocado en su mesa. Apiadada de él, la diosa Minerva le devolverá su condición humana.

Y aquí podría haberse quedado la historia: un final feliz con moraleja, ese tan útil “cuidado con lo que deseas”. Pero Manel y Xavier demuestran una vez más su dominio sobre Las metamorfosis y la mitología grecolatina y nos cuentan qué más ocurrió con el monarca de Frigia. Midas volvió a toparse con Apolo, dios de la música y las artes, que lo maldice haciéndole crecer unas orejas de burro. El rey, asqueado y avergonzado por su apariencia, se recluirá en el palacio, pero pronto necesitará un corte de pelo. El encargado de arreglar las melenas del rey será un bote de laca, digo un barbero, que pronto descubrirá el animalesco secreto del rey. Amenazado de muerte, el barbero no podrá contárselo a nadie, así que no le queda más remedio que hacer un agujero, contar su secreto en él y taparlo. Sin embargo, ya sabemos que la naturaleza cambia y se metamorfosea, y en el lugar de la infame confesión crecen unas cañas que el poeta del reino corta para hacerse una flauta. Cuando el poeta lo toca, el instrumento musical, germinado y cultivado con el secreto, termina revelando que el rey Midas tiene orejas de burro, ocasionando que el poeta sea llevado a las llamas. Pero, en un deus ex machina, Apolo lo salva y condena el despotismo de Midas convirtiéndolo en burro. Un último truco de magia, una metamorfosis final que termina por sacar una carcajada a los pequeños espectadores de la sala.

El ball de Sant Vito no solo demuestra su virtuosismo en el arte de los títeres, sino que utiliza la música para vertebrar los tres pequeños actos que componen su espectáculo. En los interludios, Manel y Xavier, convertidos en rockeros, demuestran a los pequeños espectadores que una pala puede ser una guitarra eléctrica (“palatarra”) y que la pata de una mesa unida a un embudo no tiene nada que envidiar a una trompeta. Con sus letras pegadizas, Manel y Xavier crean un excelente leitmotiv que se recuerda una vez salimos de la sala.

El rey Midas y las metamorfosis es un espectáculo de títeres diferente y divertido, que saca sonrisas por sus hallazgos, que usa el mito para hacer un paralelismo con el mundo que nos rodea.

Por Juan Sánchez Gómez

DATOS TÉCNICOS:

Vista el 12 de diciembre de 2021 en Bululú 2120 (C/ de Canarias, 16)

DRAMATURGIA
Manel Mengual y Xavier Learreta

DIRECCIÓN
Josep Miquel Beltran, Xavier Learreta y Manel Mengua

ACTORES, MÚSICOS Y TITIRITEROS
Xavier Learreta y Manel Mengual

ESCENOGRAFÍA
Joan Alfred Mengual y El ball de sant Vito

DISEÑO DE LOS TÍTERES
Joan Alfred Mengual

REALIZACIÓN DE LOS TÍTERES
Joan Alfred Mengual, Josep Miquel Beltran, David Carboneras, Manel Mengual y Xavier Learreta

MÚSICA
Mesomenedes de Creta y El ball de sant Vito

LUTHERÍA
The fat dog cigar box, David Carboneras y Manel Mengual

ASESORAMIENTO MECÁNICO
Su eminencia corrosiva

ASESORAMIENTO LINGÜÍSTICO Y MITOLÓGICO
Xavier Mata

ILUMINACIÓN
David Villaseñor

VÍDEO
Estudis 14

PRODUCCIÓN
El ball de sant Vito

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