Por Juan Sánchez Gómez
Ojalá el espectáculo que nos propone Héctor Urién fuera una de esas fiestas barrocas que duraban tres horas, pues de forma gustosa estaríamos escuchándole la noche entera si hiciera falta. Pero el autor cumple su palabra y ofrece lo que promete: contar El Quijote en una hora y cinco minutos.
Una hazaña que ya desde el punto de partida se antoja complicada: la primera parte de El Quijote, cincuenta y dos capítulos, cientos de momentos memorables y… un solo actor. Héctor, a modo de aquellos bululúes de finales del XVI, se sube al tablado y presta su cuerpo para encarnar los distintos personajes y situaciones que componen el espectáculo. Para ello se apoya en la utilización de varias máscaras de la Comedia del Arte que le ayudan a transformarse en el conjunto de personajes que forman el imaginario cervantino: venteros, posaderas, nobles, damas… Un guiño a la propia tradición renacentista empleado de manera inteligente y artística.
Sin embargo, la gran protagonista de El Quijote en una hora y cinco minutos es nada más y nada menos que la palabra. Aquellas palabras que volvieron loco (o no) al ingenioso hidalgo nos encandilan ahora a nosotros, espectadores, gracias a la voz de Héctor. El narrador, puede que inspirado por o convertido en el encantador Frestón, logra que algunos de los episodios más icónicos de El Quijote se materialicen ante nuestros ojos sin usar más artefacto que la palabra, mucho más poderosa que el bálsamo de Fierabrás. De este modo, en la hora y cinco de espectáculo, atravesamos los campos de La Mancha para luchar contra gigantes y alojarnos en ventas encantadas, buscamos tenazmente el yelmo de Mambrino y nos resguardamos en Sierra Morena para escuchar historias de pastores y penar por Dulcinea.
Un viaje que nos hace amar la palabra y el arte de la literatura, pues ese es el hermoso mensaje que nos regala Héctor. Nuestro Frestón particular comienza el espectáculo renegando sobre la lectura, pues fue la causante del derretimiento de sesos del hidalgo. Sin embargo, a medida que avanzamos en la historia, vamos dudando de su locura y viendo en él destellos de lucidez, para finalmente redimirlo (y engrandecerlo) cuando Héctor nos lee aquel fragmento en el que el hidalgo diserta sobre las bondades de la lectura y los valores humanos que ha aprendido a partir de ella. Puede que una hora y cinco minutos no haya sido suficiente para relatar El Quijote en toda su extensión, pero Héctor consigue con esta arenga alentar a los jóvenes espectadores (y no tan jóvenes) a buscar en el original aquello que no ha dado tiempo a incluir en el espectáculo.
El Quijote en una hora y cinco minutos es interesante también por su propia construcción, pues la dramaturgia episódica permite a Héctor jugar con los momentos que cuenta y los que no, a modo de un rompecabezas. Por ejemplo, en alguna ocasión hace referencia a que tal o cual pasaje se los reserva para los espectadores de la ESO, consiguiendo de esta manera dos hechos fundamentales. Por un lado, generar curiosidad por aquello que se nos oculta, pues no hay nada más apetecible que lo prohibido. Por otro lado, transmitir la sensación de que es un espectáculo vivo, que está siempre en transformación y que desvelará nuevos aspectos en cada representación.
Desde el punto de vista escénico, El Quijote en una hora… no es una fiesta barroca, pues apuesta por el despojamiento y austeridad propio de la narración oral, pero consigue imbuir a sus espectadores de la misma efervescencia y júbilo. Y es que la acrobacia de Héctor con la palabra consigue convertir las paredes empedradas del Off Latina en la Cueva de Montesinos, donde todo es magia, asombro y, ante todo, buen rollo.
Para concluir, El Quijote en una hora… es un espectáculo igual de ingenioso que el hidalgo que lo protagoniza y que debería ser de visionado obligatorio para los jóvenes espectadores de secundaria, pues es un acercamiento fresco y dinámico a la joya de Cervantes. Por último, es también un ejercicio de amor a la cultura y a la época cervantina, pues la pasión y rigor de Héctor Urién es ya un sello de calidad en todo lo que presenta.
Por Juan Sánchez Gómez
DATOS TÉCNICOS:
Vista el 11 de diciembre de 2021 en Off Latina (C/de los Mancebos, 4)
DRAMATURGIA, INTERPRETACIÓN Y DIRECCIÓN
Héctor Urién
Duración: 65 minutos
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