Por Marga Díaz Satué
A la capacidad de recuperarse después de un trauma, de reconstruirse como persona y adaptarse a la nueva realidad, los psicólogos hasta ahora la llamaban resilencia. La compañía Marie de Jongh la llama Estrella.
Una historia contada con máscaras larvarias, como las que utilizan Kulunka Teatro o Familie Flöz: máscaras humanoides que, al cubrir completamente la cara, invitan a la interpretación no verbal, cediendo protagonismo al gesto del cuerpo y sobre todo a las emociones. Y estas, las emociones, no dejan de surgir desde el primer momento en que aparecen una especie de operarios del tiempo de aire steampunk que remiten a aquellos “hombres de gris” de Michael Ende. Surge a continuación una escena doméstica, donde conviven al amor de una familia con una estricta educación musical y las consiguientes rabietas de la protagonista, Izar. Pero no, la historia no trata de una niña con rabietas y cómo aprende a comportarse correctamente: la compañía Marie de Jongh no trata nunca la corrección, ni de la visión pedagógica del teatro aleccionador que nos enseña a ser mejores ciudadanos. Nos muestra cómo son las personas, con sus luces y sus sombras. Y sombras hay muchas, pero sombras sin dramatismos. No vemos ni más ni menos que las tragedias de la vida misma: una niña tiene derecho a enfadarse, una madre puede enfermar, un padre puede beber. Y cuando digo beber digo alcohol. Siento el spoiler. No puedo evitarlo: me parece admirable que en Estrella podamos ver imágenes que no se presentan normalmente delante del público infantil. Quizá porque asociamos marionetas con infancia y no siempre los espectáculos de muñecos son para niños, como no siempre los comics son de risa. Quizá porque en realidad no se trata de una pieza para niños… Y sin embargo siempre hay niños en los trabajos de esta compañía que ha ido recorriendo a lo largo de su historia diferentes formatos silentes, a veces con máscaras, otras con títeres, y siempre con un cuidadísimo acompañamiento musical – en Estrella a cargo del pianista de jazz Salvador Sobral- que en esta ocasión forma parte de la propia trama.
Puede que haya desvelado un poquito del argumento, pero es que el argumento, si pensamos en público infantil, no es más que una excusa. No hablo de otras sorpresas y hallazgos tan maravillosos como poéticos: del uso expresivo de la escenografía, una banda sonora –responsabilidad del músico de jazz Iñaki Salvador- que tiene su propio código, o los espejos que reflejan nuestro “yo” más adulto. Todas imágenes incomprensibles mientras las describo, y absolutamente sugerentes en la escena. Sumamos una ejecución perfecta. Una sincronía musical entre los intérpretes de apariencia fácil como en un buen número de malabares. 8 personajes que son sólo 4 actores: tachááán. Izar, una niña que se hace mayor y crece delante de tus ojos: tachááán. Personajes que desaparecen dentro de un piano: tachááán… Pequeños milagros, juegos de magia escénica que nos dejan atónitos como público, mientras en el escenario los humanos llevan máscara, y los espíritus muestran el rostro desnudo.
Y el tiempo, el paso del tiempo como tema recurrente entre los de la compañía, que valerosamente no se ciñe a los temas ni argumentos fáciles de aventuras de buenos contra malos, moralismos de cuento de hadas o historias de reciclaje que llenan la cartelera. ¿Es entonces Estrella una pieza para público menudo? La verdad es que los espectadores más pequeños de la sala andaban un poco perdidos haciendo sus propias reinterpretaciones de la historia, mientras algún otro se quejaba de aburrimiento, y sin embargo al final aplaudieron todos entusiasmados. Quizá por educación. O quizá porque no es necesario entender cada palabra ni traducir cada metáfora racionalmente para intuir que lo que tenemos delante es una delicada pieza de orfebre: la experiencia supera el intelecto.
Por Marga Díaz Satué
DATOS TÉCNICOS:
Vista el 26 de diciembre en el Teatro Fernán Gómez dentro del ciclo Madrionetas.
Autor de la obra: Jokin Oregi
Reparto: Anduriña Zurutuza, Javier Renobales, Ana Meabe, Ana Martínez.
Escenografía y vestuario: Elisa Sanz
Música: Iñaki Salvador Iluminación: JaviKandela
Ilustración: AnePikaza Fotografía: Pío Ortiz de Pinedo Producción Ejecutiva: Pío Ortiz de Pinedo Distribución: Proversus
Fotos de la crítica extraídas de https://mariedejongh.com/estrella/
Duración: 55 min.
Edad recomendada: mayores de 12 años
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