Por Coral Gil
Poco podía yo sospechar la primera vez que asistí a un espectáculo dentro del ciclo Rompiendo el Cascarón que se iba a convertir para mí en el evento teatral del año, que iba a esperar cada temporada, nunca mejor dicho, como agua de mayo. Pero claro, es que el Teatro Fernán Gómez no escatima a la hora de seleccionar propuestas de tal calibre que sin duda convierten a Rompiendo el Cascarón en el gran referente a nivel nacional del teatro para el público sin duda más exigente que pueda haber: los más pequeñitos y pequeñitas de la casa. No obstante, dar por hecho que tenemos garantizado un espectáculo de calidad, no resta emoción al momento sino todo lo contrario, a mi pequeña espectadora le brillan los ojos cada vez que sabe que va a ir “al teatro que está debajo de la fuente” y ese momentazo, no tiene precio.
Así es que aquí estamos de nuevo, con carita de emoticono sonriente esperando que algo maravilloso ocurra en ese escenario chiquitito que en cambio se llena de “todo” una y otra vez.
No es la primera vez que nos rendimos ante el arte de Da.Te Danza, pero sí es la primera vez que hablamos de ellos. En realidad llevan casi veinte años dándonos danza, contándonos historias desde la danza contemporánea y acercándonos a su lenguaje lleno de posibilidades expresivas y narrativas desde una sensibilidad y un compromiso poco habituales. Su larga trayectoria en la participación de festivales nacionales e internacionales les provee de una experiencia enriquecedora que alimenta un know-how y una perspectiva infinita del espectador como ser multisensorial y multiemocional sin olvidar la vertiente didáctica, pues es la respuesta a la necesidad de aprendizaje inherente a cualquier ser humano.
No es sorpresa que diferentes jurados les hayan otorgado un buen puñado de premios que subrayan su categoría. El espectáculo que nos ocupa, Río de Luna, se alza en 2011 con el premio al Mejor Espectáculo de Danza en FETEN. ¿Nos lo vamos a perder? Claro que no.
Con Río de Luna nos embarcamos en un viaje de ida y vuelta a ese instante donde todo comienza. A nuestro origen, a ese tiempo y lugar en el que la vida irrumpe y con ella el movimiento, el juego, la conexión con el entorno. Nos hablan del ciclo vital tomando como símbolo la luna y de la vida en sí misma, que fluye y crece como un río.
Es casi mágico como bastan solo dos cuerpos para plantear esta metáfora de nuestro llegar al mundo, pero claro, es que en los cuerpos de los dos personajes que habitan esta historia reside la danza, el movimiento se hace vivo, se significa, se transforma en expresión y lenguaje, un lenguaje propio pero capaz de transmitir y comunicar lo indecible. Porque hay cosas que no se pueden decir con palabras y es aquí donde la habilidad y sabiduría de los bailarines se manifiesta y de qué manera, pequeños y grandes espectadores, de qué manera. Es realmente emotivo el grado de confianza que estos dos bailarines establecen y la sinergia que generan supone el vehículo de transmisión que hace posible que nos identifiquemos con lo que vienen a contarnos.
El viaje en dirección a nuestro pasado fetal es solo la antesala de otro viaje: el que nos hace caminar a lo largo de la vida. Ese que comienza en el momento en que abrimos los ojos por primera vez y nuestro entorno se convierte en un campo de miles de opciones y retos que superar y donde todo es susceptible de tener una trascendencia en nuestro camino. Hay mucha poesía en la manera en que estos bailarines nos hablan de la complicidad y de la comunicación extremadamente íntima que se establece entre la madre y su bebé. Se agradece infinito lo fácil que nos lo ponen para comprender el significado del movimiento, haciendo con ello que la historia fluya naturalmente, sin obstáculos ni tropiezos, captando nuestra atención y manteniéndola hasta el último segundo.
Pues sí, sin duda un lenguaje basado en el cuerpo, creador de formas y movimiento, se hace imprescindible en esta propuesta que ha conseguido hechizarnos. Pero sería injusto no hablar de otros elementos que contribuyen a que todo se eleve.
Ejemplo de ello es la música, tratada aquí como elemento expresivo, creador de espacio, casi como un lienzo donde el movimiento encuentra un motivo para existir, para desarrollarse y expresarse. Una selección sencillamente deliciosa por la sutileza y humildad con que se comporta, aportando cosas esenciales a la historia pero sin restar protagonismo y también porque son piezas “aptas para todas las sensibilidades”.
La luz, por su parte, juega en esta escenografía un papel decisivo, siendo utilizada como elemento que convierte los elementos cotidianos en objetos llenos de texturas, de formas y de colores. Pero también por su capacidad para redibujar el movimiento de los bailarines, acompañándoles y aderezando su narración. Se hizo la luz, se hizo la magia.
Queda claro que donde hay profesionalidad, esfuerzo, trabajo de equipo e ilusión, hay espectáculo y donde hay espectáculo, allí estaremos intentando rodearnos de pequeños espectadores y espectadoras como los que allí estuvieron, algunos casi sin pestañear como mi pequeña espectadora que con cinco años recién cumplidos y dos ojos habituados ya a ver “cosas bonitas” reaccionaba una y otra vez a la sorpresa y a la ternura manifiesta que le llegaba desde ese pequeño escenario donde grandes cosas han ocurrido, una vez más.
Por Coral Gil
DATOS TÉCNICOS
ROMPIENDO EL CASCARON 2019 – Ciclo de Teatro para bebés
Del 11/05/2019 al 16/06/2019
HORARIO: Varios horarios: Ver espectáculos
LUGAR: Sala Jardiel Poncela
RÍO DE LUNA
Fechas: 11 y 12 de mayo de 2019 a las 11:00 h. y a las 12:30h.
Duración: 40 minutos
Género: Teatro-danza contemporánea
Público: Familiar-Infantil (de 4 a 8 años)
Dirección: Omar Meza
Bailarines: Iván Montardit y Rosa María Herrador
Iluminación: Flavia Mayans
Música: Jesús Fernández
Dramaturgia: Carlos Herans
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