Por Marta Larragueta y Lidia López Teixeiro
A pesar de ser, en origen, una recopilación de pequeños números de montajes previos que la compañía ha ido acrecentando y modificando hasta convertirla en lo que es hoy, Retrete Cabarete sigue derrochando originalidad dentro del panorama del teatro infantil. La pieza, con una duración aproximada de 50 minutos, retoma el formato clásico de la revista o espectáculo de variedades. A través de sketches, los juegos de luces, la globoflexia y la música se conjugan con técnicas teatrales más clásicas como los títeres planos, todo aderezado con trasfondo de comicidad. Muy recomendable para niñas y niños a partir de 2 años, aunque hará también las delicias de sus acompañantes.
Se trata de un espectáculo austero, dos actores, un cajón de apoyo para los cambios de atrezzo y un juego de luces relativamente sencillo, pensado para atraer y a la vez distraer la mirada del público. Todo transcurre a plena vista, por lo que es ideal para representarse fuera de teatros o auditorios, incluso en espacios pequeños. Vestidos al estilo de los vendedores de humo ambulantes del XIX, los intérpretes irrumpen en el escenario derrochando seguridad y con gran confianza en que su particular humor, más adulto que infantil, va a funcionar con los pequeños espectadores. Después de una breve intervención, donde el clásico anuncio para apagar los teléfonos móviles se convierte en una primera ocasión para interactuar con los niños y niñas presentes en la sala, en el resto de la representación la palabra cede todo el protagonismo a un amplio despliegue de técnicas teatrales mudas que enganchan al espectador. A pesar de lo sorprendente que resulta su entrada, gracias al desparpajo y a su capacidad para gestionar a través de la improvisación el diálogo con el público, en menos de cinco minutos la sala está a sus pies, riendo y entregada.
En el desarrollo de la obra se aprecian dos partes diferenciadas, de ritmo diferente, con un número malabar de bolas de cristal, suave y cautivador, como elemento de transición entre una y otra.
El primer bloque reúne las interpretaciones de canciones con personajes construidos en directo a partir de globos y de juegos de manos. Las acciones se suceden de forma rápida y fue, claramente, la parte favorita del público. Los momentos más visuales, donde la coordinación de los cuatro guantes blancos resultaba mágica, iban acompañados de música que también hacía las delicias del público adulto. Las continuas bromas con los espectadores invitaban al público a intervenir y los niños participaban entregados, bajando al escenario felices.
Es destacable, en esta pieza, la capacidad de engatusar a todos los asistentes sin caer en moralinas y tópicos, desde la sorpresa y la curiosidad. A diferencia de otros montajes pensados para público infantil y juvenil, en Retrete Cabarete prima la intención estética y el placer visual por encima de cualquier otra pretensión. Es por ello que, a juzgar por la entusiasta respuesta obtenida durante la representación, esta producción se revela como ideal para cultivar el gusto por el teatro. Sin intenciones ocultas, disfrutar por disfrutar, pero sin dejar a un lado ciertos guiños culturales, como la estilizada imitación de Elvis o el uso de clásicos de rock and roll.
La segunda parte, algo más lenta, opta por números de estética vintage. Con una acción más tradicional hacen corresponder también una puesta en escena más clásica, empleando un pequeño retablo, no para ocultar a los manipuladores sino para encuadrar los diferentes números. La simbiosis entre lo sonoro y lo visual no es tan llamativa, pero siguen sorprendiendo con números de títeres planos de silueta en blanco y negro imitando personajes clásicos de feria de curiosidades (freak show) y de cabaret. En cierta manera, podríamos interpretarlo como una estilizada parodia del mundo del espectáculo, un ejercicio metateatral sin perder un ápice de comicidad.
Aunque no fue tan agradecida como la primera parte y resultó un cambio de tercio un tanto brusco, consiguió también mantener la atención de la sala y nos permitió llegar al final del espectáculo con muy buen sabor de boca y todavía hechizados. Cabe destacar los números de danza donde los objetos de lo cotidiano se transformaban en su simbolismo, como los dedales convertidos en zapatos de claqué. La agilidad con que ejecutaban los bailes y el humor resultaron una combinación muy interesante y obtuvo su recompensa en las risas y alegría de los asistentes más jóvenes y en el gran aplauso final.
Por Marta Larragueta y Lidia López Teixeiro
DATOS TÉCNICOS
Retrete Cabarete. Compañía: El retrete de Dorian
Intérpretes: Ezra Moreno y Marcos PTT.
Duración: 50 minutos.
Vista en el Teatro Valle-Inclán, Titirescena, 2018, Febrero.
Para todos los públicos
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