Por Marta Larragueta
La obra comienza con un hombre vestido de traje que trata de escribir en el aire con una gran pluma de colores, pero todo sus intentos son fútiles; repentinamente la pluma pesa más tanto como un yunque y la inspiración del hombrecillo parece no tener fuerza suficiente. Se trata de una obra muda, los actores no dicen una sola palabra en todo el espectáculo. Pero, por suerte, el pequeño espectador que viene conmigo ha decidido leer de principio a final el papel que nos han entregado al entrar y gracias a ello sabemos que el señor del traje es Claude Debussy, un famoso compositor francés, y que las musas parecen haberle abandonado.
Aquí comienza todo un viaje onírico del músico y su mujer que, maleta en mano, se embarcan en un velero que surca las olas del escenario y desembarca de lleno en un mundo lleno de fantasía. Los dos protagonistas van encontrándose con toda una serie de personajes: desde seres mitológicos como una seductora sirena hasta peces con muy malas pulgas y pocas ganas de ayudar.
El montaje juega con una potente combinación que embarga los sentidos. A un lado del escenario descansa imponente un piano, donde se sienta una elegante intérprete que se encarga de acompañar toda la obra de piezas musicales; en más de una ocasión los movimientos de los actores se acompasan a la perfección con el repiqueteo de las teclas, por lo que se notan horas y horas de ensayo.
Al fondo, un inmenso papel blanco sirve como lienzo sobre el que se van proyectando imágenes, la mayoría en movimiento, que forman parte indispensable de la obra; de hecho, suplen en varias ocasiones la falta de explicaciones verbales y acompañan al espectador en la comprensión de la obra. Este panel interactivo, además, hace las veces de bambalinas, ya que gracias a unos cortes en el centro, los artistas entran y salen a su antojo, apareciendo casi en mitad del proscenio. Asimismo, también en este caso los intérpretes aprovechan la oportunidad para hacer la delicia de los más pequeños al coordinarse con las proyecciones y simular que son ellos los que mágicamente generan las imágenes.
La obra, además, es todo un despliegue de artefactos teatrales que hacen las delicias del público más joven. Títeres de gran tamaño y con un interesante acabado estético se van sucediendo para representar cada uno de los personajes que el músico y su esposa se van encontrando en la isla onírica. El repertorio no desmerece: tanto títeres que parecen cobrar vida gracias a la persona que los manipula desde su interior, como muñecos articulados con gran habilidad con largos bastones. Cada vez que uno de ellos entraba en el escenario, se oía un murmullo general de sorpresa y aprobación que reconfortaba más que los aplausos adultos.
El momento álgido para la gran mayoría coincide con el encendido de las luces del patio de butacas, que promete sorpresa asegurada: los actores pasean entre el público enarbolando los pájaros exóticos como si banderas de la fantasía se tratase. Más de una familia se las ha visto y deseado para retener a los pequeños en los asientos y que no se lanzasen a abrazar a tan apetitosos títeres.
Monsieur Croche es un montaje original y muy valiente. Busca sorprender y despertar los sentidos del espectador, incluso a costa de que el hilo narrativo no siempre quede claro. El inicio del espectáculo es algo complejo y los pequeños espectadores parecían algo perdidos en algunos momentos, aunque el despliegue de títeres, artefactos, imágenes y música lograba reengancharles y sacarles una sonrisa con cada nuevo personaje.
Por Marta Larragueta
DATOS TÉCNICOS
Compañía: La Companyia del Príncep Totilau
Obra: Monsieur Croche
Duración: 50 minutos.
En el auditorio del CaixaForum de Madrid, del 26 al 29 de marzo de 2018-03-26
Horario: 12:00
A partir de 3 años
DATOS ARTÍSTICOS
Dirección escénica y dramatúrgia: Marc Hervàs
Intérpretes: Clara Dalmau, Jordi Hervàs y Ares Piqué
Pianista: Olga Kobekina
Títeres, máscaras y vestuario: Martí Doy
Escenografía: Francesco della Mirandola
Proyecciones de vídeo: John Feeney
Iluminación: Nick Hersh
Técnico de luces y video: Gerard Custey
Fotografía: Dani Querol
Confección del vestuario: Indumentària per a l’espectacle, Sastreria Caireta y Gustavo Adolfo Tarí
Producción ejecutiva: Clara Dalmau
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