Por Eva Llergo
«Nadie debería morirse sin haber visto a un hombre tragando fuego». Es el pensamiento peripatéticamente existencial que tuve ayer durante la actuación del faquir australiano Shade Flamewater dentro del espectáculo de circo que, durante ya once temporadas, nos viene ofreciendo el Circo Price en Navidad.
Lo cierto es que siento una fascinación especial por los artistas de circo. No creo que esté desvelando ninguna rareza. Posiblemente cualquiera de las personas que ayer abarrotaban las gradas del Price, o las 90.000 que pasaron por allí en la temporada pasada, podrían decir lo mismo. Supongo que nos conecta con nuestra infancia, aunque es un género que ha hecho mucho por universalizarse y actualizarse por todas las edades y tipos de público. Compañías de circo contemporáneo como Les 7 doigst de la main son una excelente muestra de ello. Pero más allá de las reminiscencias infantiles desde luego, en mi caso, se debe a otros aspectos. Es como si la suspensión voluntaria de la incredulidad que uno debe poner en práctica cuando, por ejemplo, lee una novela de fantasía o un cómic de súper héroes, fuera completamente innecesaria en el circo. Allí la gente vuela de verdad, hace magia de la auténtica y tiene súper poderes reales. Además, lo hacen con una gracilidad sobrenatural, como si estar colgado de una barra china con un solo brazo y en perfecta horizontalidad no comportara ninguna dificultad, ningún esfuerzo. Y, por si esto no fuera poco, con una concepción estética propia más de la pintura o la escultura que de la realidad. Sobrecogedor.
Capítulo aparte es, por supuesto, el asunto del riesgo. Ese riesgo existe también en el teatro, claro está. Cuando un actor o actriz se equivoca con el texto, balbucea o da un paso en falso, se produce una perturbación en la magia de la ficción creada, probablemente imperceptible pero suficiente para romper momentáneamente el aura. Este riesgo en el circo es mayor porque no se trata de una palabra mal pronunciada o de un gesto a destiempo en los que apenas de piensa. Estamos hablando del peligro de una caída a 50 metros sobre el suelo; estamos hablando de un peligro que forma parte del propio espectáculo porque, en el caso del circo, el público lo tiene en mente todo el tiempo desde que la trapecista se cuelga de la tela aérea hasta que sus pies vuelven a tocar el suelo. ¿Tiene, pues, algo de sádico conocer y disfrutar en parte de este riesgo potencial? Yo creo que sí, pero no se sientan mal. Los artistas circenses cuenta con ello. En cada número nos llevan del ejercicio más elemental, pero ya increíble, al más difícil todavía. Escuchando cómo se contienen las respiraciones del público en cada triple mortal. Y ese peligro es parte de la belleza del circo y también el secreto más protegido de su éxito. El número puede ser siempre el mismo pero el riesgo será completamente nuevo en cada ocasión. Y eso engancha.
Pero dejémonos de filosofías circenses y vayamos al grano. El espectáculo del Price, Los viajes de Marco y Pili, es una delicia no solo por cada uno de los números de los artistas sino por el sentido de performance y la unidad y redondez del espectáculo y su puesta en escena. Para ello han trabajado codo a codo la escuela de circo Carampa y la productora SOM! Se agradece infinito que se intenté teatralizar el espectáculo dándole, como decimos, un marco, una historia que hilvane cada espectáculo haciendo de cada número una parte necesaria dentro de un todo. Ese «todo» es la historia de dos clowns posmodernos, Marco y Pili, dos coleguiales que realizan una película documental sobre Marco Polo y cada uno de sus viajes son propiciatorios de los diferentes números circenses: el mástil chino, las telas aéreas, la rueda cyr, la tramp wall, el trapecio swing, el faquir de fuego. Mención aparte merece, desde nuestro punto de vista, los malabares horizontales del argentino Emiliano Sánchez Aless. Confirman la idea de que la capacidad de sorpresa es infinita, incluso cuando uno empieza a pensar que lo ha visto todo.
A la grandiosidad de la puesta no le falta nada. Ni siquiera marionetas y dragones chinos gigantes y una magnífica orquesta en directo.
Y, por si fuera poco lo dicho, no crean que en el circo es solo espectáculo, belleza, poesía visual. Para los fans de los valores morales se pueden extraer muchas conversaciones posteriores con los pequeños espectadores sobre las nociones de esfuerzo, perseverancia y valentía.
Dicen los catastrofistas que los niños de hoy en día solo disfrutan con los vídeojuegos y con otros medios audiovisuales. Quizás a los adultos responsables de sacar estas conclusiones no se les ha ocurrido llevar a los niños, por ejemplo, al circo. Dos horas de espectáculo y los niños de todas las edades ni siquiera pestañea.
Y es que cuando vivimos poco y para dentro se nos olvida esa vieja máxima que dice que la realidad supera a la ficción.
Por Eva Llergo
DATOS TÉCNICOS:
EQUIPO CREATIVO
PRODUCCIÓN EJECUTIVA
som! – Escuela de Circo Carampa
DIRECTOR ARTÍSTICO
Javier Jiménez
AYUDANTE DE DIRECCIÓN
Nano Usieto
DIRECCIÓN TÉCNICA
Daniel Ramírez
DIRECCIÓN DE COMPAÑÍA
Óscar Ortiz de Zárate
DISEÑO DE ESCENOGRAFIA
Carmen Castañón
VESTUARIO y ATREZZO
Bambolea Producciones
DISEÑO DE ILUMINACIÓN
Juan Carlos Menor
COMPOSICIÓN MUSICAL ORIGINAL
David San José
DISEÑO Y FABRICACIÓN DE MARIONETA
Javier Gallego
COREOGRAFÍA NÚMERO AÉREO TELAS
Prisca Salvadores
COREOGRAFÍA
Aka Jean Claude
DISEÑO GRÁFICO MARIONETA Y CARTELERÍA
Merypinta
CONTABILIDAD
Juan Fernández
FICHA ARTÍSTICA
MARCO
Jose Luis Redondo (España)
PILI
Leticia Vetrano (Argentina)
ACRÓBATA
Roberto Carlos Rodrigues Ramalho (Brasil)
MÁSTIL CHINO
Jeremías Faganel (Argentina)
MÁSTIL
Nini Storm (España)
TELAS AÉREAS
María Garaizabal, Diana Páez y Carla Rojas (España)
MALABARES HORIZONTALES
Emiliano Sánchez Alessi (Argentina)
RUEDA CYR
Hedda Lukkala (Finlandia)
FAQUIR DE FUEGO
Shade Flamewater (Australia)
MANIPULADORES GRAN KHAN
Eduardo Guerrero (España)
Vera González Díaz (España)
TRAMP WALL
U Show Team Troupe (Ucrania)
TRAPECIO SWING
Milena Oksanen (Finlandia)
LEONES CHINOS
Shi Xinghui Troupe (China)
RIGGER
Sergio López Peral «Chapa» (ARGENTINA)
JEFE DE PISTA
Jesús Chacón «Zambo» (España)
ASISTENTES EN PISTA
Nicolás del Barrio (España)
David Lázaro
Nicolás del Barrio
Alberto Martín Alve
ORQUESTA
TECLADO / DIRECCIÓN MUSICAL
Juan Sánchez
BATERIA Y PERCUSIÓN / DIRECCIÓN MUSICAL
Valentín Iturat
GUITARRA
Juanjo Melero
BAJO
José Ramón Abellá
VIENTOS
Sergio Bienzobas
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