Por Eva Llergo
Titeresecena nos tiene ya acostumbrados a abrir con fuerza su programación cada otoño. En esta tercera convocatoria el elegido ha sido el espectáculo ¡A comer! de Els peus de Porc nombre que utiliza el titiritero, e ingeniero, Xesco Quadras para representar sus espectáculos en solitario. ¡A comer! viene avalado por ser el ganador del Premio FETEN 2015 al Mejor Espectáculo de Títeres.
Obviamente, eso (y la trayectoria de la programación de Titerescena) nos predispone a los adultos a su favor. Pero hay garantías todavía más sólidas de la calidad de ¡A comer! Los pequeños espectadores, que nada saben de programadores o premios, tienen ya la atención captada desde que Quadras entra en escena tranquilamente comiendo zanahorias y explicándoles que, aunque no le gustaban mucho de niño, aprendió a apreciarlas porque una vez… le salvaron la vida.
Un comienzo sencillisímo, pero muy eficiente pues abre un interrogante imaginativo (propio del mismísimo Giani Rodari y sus hipótesis fantásticas) que, a su vez, acciona mil posibilidades de resolución. Para ver la opción de Els peus de porc viajamos al pasado… cuando Quadras era un niño. Pero no le vemos a él, sino a un ogro. Un ogro grande, bruto, cascarrabias. Un ogro que se alimenta a base de niños. Vamos, un ogro de los de toda la vida. Un ogro de cuento.
Pero este ogro de cuento está cojo y hambriento, pues solo tiene para comer unas cuantas zanahorias; algo con lo que su dieta habitual no simpatiza demasiado. Enseguida, comprendemos que, en esta historia, las cosas no van a ser tan simples, porque no hemos pasado ni tres minutos de representación y el ogro ya nos cae simpático. Para su fortuna en su casa aparece un niño perdido… ¡menudo banquetazo va a darse! Pero el niño tiene frío, hambre, sed, sueño… y mientras el ogro trata de satisfacer todas sus necesidades, para que el bocado pueda ser apreciado con todo su sabor, los impulsos gástricos del ogro se van tornando cada vez más tiernos. El niño le mira con otros ojos, le ve grande, fuerte, poderoso y, sobre todo, bueno. El ogro no puede ni quiere dar crédito a esta nueva imagen de sí mismo que le devuelven los brillantes ojos de la criatura. Tanto es así, que prefiere echarlo a comérselo. Y hasta aquí vamos a contar… Suficiente para ver que, aunque esta sea una historia de ogros, lobos, dragones y niños indefensos, como en la vida real, muchas veces no todo es lo que parece en el primer vistazo que le echamos a las cosas.
¡A comer!, es una historia compleja que deja patente lo absurdo de las etiquetas a través de las cuales intentamos comprender el mundo. Este ogro y su pequeño amigo le hablan a los niños con su propio lenguaje: un lenguaje basado en el imaginario de los cuentos populares, la escatología y los sueños. Pero les lleva más allá con delicadeza; tratándoles como seres inteligentes y hábiles, capaces de captar la grandeza del ser humano (aunque esta grandeza esté encarnada en un ogro).
Para remate, la escenografía nos recuerda el otro oficio del titiritero: la ingeniería. Es un prodigio de maquinarias donde un simple volteo transforma la casa del ogro en un paisaje nevado, donde se proyectan los sueños de los personajes o donde una chimenea, un horno y un frigorífico ejercen de conciencia cantora del protagonista.
Después de lo dicho, huelga decir que ¡A comer! a supuesto un rotundo éxito entre nuestros tres pequeños espectadores de 3, 5 y 8 años (aunque la obra se autodefinía como «a partir de 7»). Todos han enganchado con el imaginario presentado, y han sabido transitar de la mano de Quadras y sus títeres hacia el mundo más complejo e inseguro que supone la vida real, pero también con unas posibilidades de ternura infinitas.
Por Eva Llergo
DATOS TÉCNICOS
¡A comer! de Els peus de porc
Teatro Valle Inclán, sala el Mirlo Blanco
Plaza de Lavapiés, s/n
15 y 16 de octubre
Sabado: 13 y 17 h; Domingo: 11 y 13h
Castellano
Duración: 45 minutos
A partir de 3 años
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