Por Eva Llergo

La primera vez que vimos a Blass, en su espectáculo Existe la magia, nos cautivó hasta el embelesamiento. El show era extraordinario desde el punto de vista técnico, y redondo como propuesta escénica. Uno salía del teatro flotando (levitando, nos corregiría un mago); y con la certeza de que “existe la magia”. Pero de verdad.

Eso fue en 2010. Desde entonces hemos sido devotos del mago. Le seguimos en Birlibirloque, en el Festival Internacional de Magia en el Circo Price y, ahora, en Palabra de mago.

Foto movimientoNuestra primera impresión es que Blass ha sabido reciclarse, algo extremadamente valioso en un artista de cualquier disciplina. La incorporación de las nuevas tecnologías  a sus trucos es un soplo de aire fresco, una marca de la casa en sus últimos shows, como esos “chistes blancos” que riegan sus entreactos entre truco y truco. Y, aunque repite algunos de sus números estrella, sigue asumiendo nuevos retos y riesgos. Algo que, sin duda, le añade emoción al espectáculo; ciertos rictus y tics hacen palpable la propia tensión latente del mago durante el show.

Pero no vayan a pensar que Blass está solo pendiente del éxito de sus trucos durante el espectáculo. Le sobran tablas para embaucarnos a todos con su simpatía y su encantadora modestia (una siempre sale del teatro con ganas de tomarse unas cañas después con él y comentar “la jugada”), para hacernos mirar hacia donde quiere en cada momento, para que veamos solo lo que él quiere hacernos ver. Ese es el arte principal de los magos, embaucarnos, llevarnos a su terreno, manipular nuestra percepción hasta hacernos caer rendidos ante ellos. Construir otro tipo de sinceridad. Esa es también la reflexión sobre la que Blass pretende articular este espectáculo, pero que, a nuestro juicio, en varias ocasiones, acaba siendo diluida en el maremágnum mágico hasta caer en el olvido. Al respecto, echamos de menos la redondez de Existe la magia,  la unidad, que todo confluya con sentido hacia un mismo punto. Echamos de menos la mano de un dramaturgo/guionista con una percepción más global del espectáculo, que sepa engarzar con la misma gracia y aparente naturalidad todas las perlas del collar en el hilo mágico. Sabemos que pedimos mucho. Asumimos la complicación de aunar la pericia técnica con un hilo argumental sólido. Percibimos todo eso que no se ve pero que está ahí: la increíble carga de trabajo de Blass y de todo su equipo antes, durante y después del espectáculo. Y la dificultad de aguantar el tipo, de estar ahí y fingir que todo sucede con la más pasmosa naturalidad. Esto es, sin duda, gran parte de su arte. Esto es, sin duda, otro tipo de magia. Y le agradecemos que siga trabajando para que todos, propios y extraños, creamos en ella.

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Respecto a los pequeños espectadores, el espectáculo se etiquetaba en algunas páginas como “para toda la familia”. Sabemos lo laxa que es la etiqueta, así que dejamos en casa a nuestra pequeña espectadora de 2 años. El espectador de 7 años disfrutó boquiabierto del espectáculo y de los guiños especiales a su franja de edad: le encantó la gran pelota que bota entre el público para elegir voluntarios, los momentos de indiscutible protagonismo infantil, los chascarrillos de Blass y la mujer cortada en dos. Sin embargo, fue incapaz de seguir ciertas partes del discurso sobre las nuevas tecnologías o percibir los matices de las disquisiciones sobre la honestidad o el engaño de los magos. El show trabaja, sin duda, a varios planos y busca el beneplácito de niños y adultos, pero esta vez la franja de edad era más alta que en otros de los espectáculos de Blass. Nuestro espectador de 4 años sufrió por no poder seguir el truco colectivo (“es porque no he sabido chasquear los dedos como ha pedido Jorge Blass, mamá”) y desconectaba en los entreactos, pero estamos seguros de que dentro de un tiempo, tal vez no recuerde por qué, creerá en la magia. Palabra de madre, palabra de espectadora.

Eva Llergo

DATOS TÉCNICOS:

Palabra de Mago de Jorge Blass

Teatro Compac Gran Vía

C/ Gran Vía, 66, Madrid.

Del 3 al 27 de septiembre de 2015.

Miércoles a viernes 20:30 h., sábados 18:00 y 20:30 h. y domingos 19:00 h.

90 minutos