Por Eva Llergo
Si por algo se ha caracterizado el VI Festival Internacional de Magia es por su heterogeneidad. Ya desde el comienzo, escénicamente muy potente, se nos presentan a todos los magos y cada uno puede ir vaticinando cuáles serán sus favoritos. Aquí va mi palmarés.
El estadounidense Michael Grasso ha contentado, seguro, a aquellos que no han asistido demasiado a espectáculos de magia en directo. Amigo del efectismo y la tramoya (y especialista en «cortar» y «pinchar» a sus acompañantes femeninas), Grasso habrá hecho las delicias de aquellos más amigos de la magia al estilo «New Yorker», como reza la reseña que publica el Circo Price.
Menos ajeno nos ha resultado el coreano Kim Young Min, pues a la pericia técnica le ha sumado una gran dosis de puesta en escena, muy poética, delicada y hasta, podríamos decir, minimalista. Sin embargo, tal vez nos falta oficio de mago para comprender su talento (abalado por la obtención del 1er Premio de Magia General en el último Campeonato del Mundo de celebrado en Rimini), pero no acaba de encajarnos que Jorge Blass (director del festival) le haya reservado como broche final del espectáculo.
Tal vez, pensamos, le agravia injustamente el esplendoroso e inmaculado recuerdo que guardamos de su compatriota Hun Lee, que en el V Festival nos dejó con la boca abierta (varias semanas…).
Elegante y vital (aunque también «minimalista») es el número del francés Jerome Helfenstein: una equilibrada combinación entre nuevas tecnologías, artes gráficas y «pericias» manuales.
Diferente y única es la puesta en escena mágica de los franceses Chapeaux Blanc. Basada en el teatro de luz negra y unas coreografías de movimientos milimétricamente dispuestas. Aunque no sea magia «al uso» es difícil que deje indiferente a nadie.
Tampoco deja indiferente el mexicano Jorge Astyaro, experto en hipnosis y mentalismo. Para él quedaba reservada la parte central del espectáculo e, incluso, el ineludible descanso (nosotros nunca queremos descansar de la magia). Durante los 15 minutos en que el show se ha pausado para el «visiten nuestro bar», Astyaro ha estado probando y preparando a los numerosos voluntarios que se han subido al escenario dispuestos a dejarse hipnotizar . Algunos no han pasado su test de «permeabilidad hipnótica» (o capacidad de sugestión, como dicen los técnicos) y han tenido que volver a sus asientos, decepcionados (o aliviados, tal vez). El resto podíamos optar por visitar el bar o los lavabos o asistir a la preparación y al descarte de candidatos al show hipnótico, con el privilegio de tener la sensación de estar espiando por el ojo de una cerradura. Para nosotros por lo tanto, técnicamente, no ha habido descanso. Del resto del show de Astyaro no diremos nada para no estropearles su disfrute. Aunque admitiremos que nos ha resultado un tanto largo; suponemos que la extensión debía ser proporcional al tiempo que ha tardado en preparar a sus voluntarios.
De Jorge Blass… ¿qué diremos que no hayamos dicho ya? Seguimos sintiendo debilidad por su cercanía y naturalidad. Desde luego, ha conseguido embaucarnos (como siempre) cuando creíamos haberle sorprendido reciclando un número de otro de sus espectáculos y nos ha dado el quiebro. Bravo, maese Blass.
Pero, sin lugar a dudas, nuestra medalla de oro se la entregamos al ucraniano Voronin. Una especie de conde Drácula metido a mago, algo torpe, aunque con una torpeza de alta alcurnia. Puede que los trucos de Voronin no fueran los técnicamente más sorprendentes, pero su puesta en escena, la pura confección de su personaje (tan extraño como cautivador), y su glamuroso sentido del humor nos han encandilado.
De mis tres pequeños espectadores, los dos mayores repetían Festival de Magia. El mayor de 8 años firma su ranking: los «hombres de plata» (Chapeaux Blancs) acupan para él lo más alto del podio; Jorge Blass se lleva la medalla de plata (él también le debe ver como «el tío Jorge»); Kim Young Min y su arena de purpurina ocupan la última posición del podio. El mediano, confirma el palmarés de su hermano (como suele ser costumbre). La pequeña de 2 años se estrenaba con la magia. Los números, breves y dinámicos, la han ayudado a capar su atención; aunque sus favoritas han sido las bailarinas acompañantes de Michael Grasso. Sobran las palabras…
Inevitablemente, con esta variedad teníamos que tener todos nuestros favoritos. Esa es la gran baza del Festival: presentar buenos magos con técnicas y estilos muy diversos. Para que cada espectador encuentre la horma de su zapato. Mágico, por supuesto.
Por Eva Llergo
DATOS TÉCNICOS
VI Festival Internacional de Magia
Teatro Circo Price, Ronda de Atocha, 35.
Del 17 de febrero al 13 de marzo.
De miércoles a viernes a las 20:30. Sábados a las 12h y a las 20:30. Domingos a las 12h y a las 19h.
120 minutos (con descanso de 15 minutos).
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