Por Natasha Stefan García

El Cascanueces de Tchaikovsky nos transporta al epicentro de un mundo de fantasía en el que los cuentos de hadas se hacen realidad a través de la danza. Así, este ballet nos relata la historia de la joven Clara y su compañero el cascanueces que, envueltos en el hechizo de Drosselmeyer, deben descubrir quién es el hada de azúcar y derrotar al malvado rey ratón. 

El Ballet de Kiev traslada de nuevo este espectáculo, estrenado por primera vez en diciembre de 1892 en el Teatro Mariinski de San Petersburgo, a las ciudades españolas, para que niños y adultos puedan disfrutar de este clásico navideño lleno de magia y color.

A nivel técnico, la exigente coreografía de Marius Petipa y Lev Ivanov que bailarinas y bailarines realizan sobre el escenario, denota suma coordinación y precisión en los distintos pasos, que maravillan tanto a grandes entendidos del ballet como a nuevos espectadores. En un plano general pueden llamar la atención (entre muchos otros) los chassés que ejecutan de forma continuada las bailarinas durante la pieza El bosque nevado, en una analogía con los copos de nieve, que descienden envueltos en la brisa. En momentos bélicos los assemblés y los vistosos grand jetés aportan dinamismo y dramatismo con grandes saltos cuando el cascanueces y sus aliados se enfrentan al ejército del rey ratón. También, durante El vals de las flores, las bailarinas implementan en varias ocasiones el pas de chat, que, como su nombre indica, emula la gracilidad de los felinos al saltar. 

Por su parte, ciñéndonos al plano multicultural, este se instala en gran parte del segundo acto del ballet, gracias a los diferentes países y estilos que se presentan en el palacio, como símbolo de un dulce o deleite. En este sentido, cada una de las civilizaciones presentadas cuenta con elementos musicales y/o pasos propios y característicos de su zona real de origen, en un ejercicio de documentación cuyo objetivo es otorgar riqueza y diversidad. De este modo, entre otras representaciones, en la danza española encontramos el pas de basque, que evoca bailes folclóricos españoles, probablemente originados en el País Vasco durante la centuria del 1700. Cambrés y pliés profundos en la danza árabe, que ayudan a transmitir ese contexto onírico y erótico que puede encontrarse en otros bailes como la danza del vientre. Petits jetés en la danza china, que aportan ligereza y van en sintonía con la música, que en este punto presenta el uso de la escala pentatónica como recurso musical característico de diversas culturas asiáticas (entre las que se encuentra la china) y sinfonías agudas (que evocan la musicalidad de instrumentos tradicionales chinos como el dizi (flauta china) o el pipa (laúd chino)). Por último, durante la danza rusa destacan los grandes saltos, donde los bailarines ejecutan tours jetés, sautés y diversos brincos en cuclillas, con ambas piernas hacia delante, que son propias del característico kazachok

Para finalizar este apartado, merece una dedicación especial el colofón final que supone el Gran Pas de Deux del hada de azúcar y el príncipe, interpretados por Elena Germanovich y Evhen Lagunov respectivamente, donde logran crear una atmósfera íntima a la par que espectacular. Así, a lo largo de la danza ejecutan movimientos pausados con varios adagios, que permiten ver una técnica depurada de fuerza y equilibrio, pero también giros a gran velocidad con fouettés y grandes pirouettes, que denotan ligereza y destreza, y el aclamado fish dive (con la bailarina sostenida por el bailarín en un arco hacia atrás) en el clímax de esta pieza.

Concluido este punto, considero relevante mencionar que, más allá de la complejidad coreográfica, los integrantes del Ballet de Kiev interpretan cada una de las piezas en una hermosa síntesis de música, danza e interpretación, que logra transmitir las emociones de los personajes y la belleza onírica de los paisajes del reino mágico en una narración completa. Además, en lo que respecta a la propuesta de dirección artística de Ana Sophia Schelller, la escenografía y el vestuario contribuyen a contextualizar la acción dramática con una composición detallista y muy cuidada, que juega con determinadas paletas de colores para distinguir los espacios y personajes, pero también para catalizar el poder representativo del espectáculo.

Siguiendo esta premisa y en consonancia con el espíritu original del ballet, la vestimenta pretende ser fiel a la propuesta clásica -siendo esta característica y reconocible para todo tipo de público, lo que facilita la comprensión de la narrativa interna-, pero al mismo tiempo contar con carácter propio. También es cierto que para determinado público, en el caso de los ejércitos (tanto el de cascanueces como el de ratones) y en las distintas representaciones étnicas, los trajes podrían llegar a parecer algo caricaturescos, pero, considero que estos deben valorarse en su contexto artístico, puesto que encajan con precisión en el mundo de fantasía de El Cascanueces, que nace hace más de un siglo de las partituras de Tchaikovsky y que sobre los escenarios continúa año tras año sumando adeptos a lo largo del mundo. 

Sin duda alguna, la entrega, la pasión y la sensibilidad artística de bailarinas y bailarines se percibió desde el primer momento y traspasó la cuarta pared para abrigar las almas de los asistentes. De este modo, el público del Lope de Vega se entregó por completo en una larga ovación en la que participaron desde profesionales del mundo de las artes escénicas y experimentados de las salas de teatros a niños y niñas llenos de ilusión, que aquella noche compartieron sus dulces sueños con el hada de azúcar.  

 «Solo los ángeles y las bailarinas bailan de puntillas» (David Ira Rottenberg).

Por Natasha Stefan García

DATOS TÉCNICOS:

Visita realizada el día 9 de diciembre de 2024 en el Teatro Lope de Vega.

Libreto – Vladimir Beghitchev • Vasili Geletzer

Dirección artística – Ana Sophia Schelller

Coreografía – Marius Petipa • Lev Ivanov

Música – Piotr Ilich Tchaikovsky

Bailarines solistas – Elena Germanovich Evhen Lagunov Yevhen Svetlitsa Pazlevich Uladzislav Veranika Auchynnikava Aleksandra Berozkyna

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